Antes de Watchmen: Rorschach

Conociendo mejor al héroe de la máscara simétrica

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En 2012 DC Comics anunciaba la futura aparición de ocho miniseries y un one-shot situados en el universo de Watchmen. La novedad era que no se trataba de secuelas de la mítica obra de Alan Moore y Dave Gibbons, sino que serían precuelas a la maxiserie original, centradas cada una de ellas en los distintos personajes principales y a cargo de un equipo creativo distinto. Internet pareció colapsarse en los días siguientes al anuncio, recogiendo las reacciones de los enfurecidos fans que no podían creerse que la editorial fuera a alterar de algún modo la intocable pieza original. El paso del tiempo y la innegable calidad de las obras ha callado a la mayoría de lectores, que han tenido que rendirse a la evidencia y reconocer que, salvando las distancias con el tomo original, se trata de interesantes acercamientos a este peculiar y sombrío universo, en el que aún había buenas historias por contar.


ECC Ediciones, que ya publicó la totalidad de miniseries en formato grapa, ha escuchado una vez más las peticiones de los fans que pedían una nueva edición de lujo, y ha comenzado la publicación en tomos en tapa dura de las historias que componían este Antes de Watchmen. La primera en llegar está centrada en Rorschach, narrador y personaje principal de la obra original, que aquí deberá hacer frente a un peligroso asesino en serie y a Rawhead, el jefe de los bajos fondos de la ciudad.


A Brian Azzarello, acostumbrado a reflejar en sus guiones las peores cualidades del ser humano en muchas de sus más reconocidas obras, le basta una sola página, aquella en la que Walter Joseph Kovacs recuerda un triste incidente de su infancia al tiempo que contemplamos una oscura ciudad sumida en la niebla, para demostrarnos que conoce bien el material original, y que ha mimetizado a la perfección el tono de desesperanza que Moore imprimió en su momento a cada página. Rorschach se mueve con soltura en una ciudad que sólo necesita de un apagón para saltar en pedazos, rodeado a cada paso de prostitución, drogas y violencia, lo que le definirá como el antihéroe que conoceremos años después, y dejándose acompañar en todo momento por las anotaciones de su diario como textos de apoyo.


Lee Bermejo se hace cargo del dibujo de la serie con buen hacer. Y es que su estilo encaja como un guante a la hora de mostrar los deprimentes ambientes del Nueva York de 1977, y al tratarse de tan sólo cuatro entregas, los plazos mensuales no hacen mella en el soberbio resultado final. La historia que aquí se nos cuenta tiene la duración y profundidad justa para permitir la lectura independiente, aunque lógicamente, será apreciada a mayor nivel por los que somos admiradores de Watchmen.