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Ultimate Marvel (2): De declives y cierres

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 23/03/2016
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En la anterior Atalaya se examinaban los orígenes de la línea Ultimate, exponiendo las virtudes que la convirtieron en un fenómeno editorial. Virtudes que dependían en buena parte de la elección de sus autores y la estabilidad creativa de sus series. Pero en un medio tan cambiante como el cómic mainstream actual, esto último era un lujo que no podía sostenerse mucho tiempo.


Con las excepciones del tándem formado por Brian Michael Bendis y Mark Bagley en Ultimate Spiderman –fijos contra viento y marea durante la friolera de ciento diez números consecutivos- y Mark Millar y Bryan Hitch con The Ultimates – aunque con retrasos que se saldaron con apenas veintiséis números en cinco años-, en 2004 llegaría el relevo creativo. Los editores no escatimarían esfuerzos recurriendo a guionistas punteros como Warren Ellis (The Authority), Brian K Vaughan (Ex Machina) y Mike Carey (Lucifer) para mantener el enfoque original, insuflando nueva savia creativa a esta revisión de viejos personajes y argumentos plagada de giros inesperados y una nueva sensibilidad adaptada a los tiempos actuales. Dibujantes como Stuart Immonen, Pascual Ferry, Tom Raney y Brandon Peterson aportaron un grafismo sofisticado que, sin demerito del impacto estético, buscaba reforzar la narración. Cabeceras regulares aparte, el sello seguió creciendo con miniseries como Ultimate Daredevil \& Elektra, Ultimate Iron Man -a cargo del prestigioso novelista Orson Scott Card- y Ultimate Six -centrada en las nuevas versiones de los enemigos de Spiderman- que actualizaban, a veces de forma radical, a sus respectivos protagonistas.


Manteniéndose sólidamente una vez disipado el impacto inicial, en 2007 la línea Ultimate inició un giro creativo que la llevaría a asumir algunos de los vicios de la continuidad oficial que sabiamente había evitado hasta entonces. Ultimate X-Men, que a partir del #66 USA pasó a manos de Robert Kirkman, fue la primera en mostrar rasgos de agotamiento. Asimismo la miniserie Ultimate Power -crossover con la nueva versión del Escuadrón Supremo de la línea MAX- recurría a los tópicos más vacios y rutinarios de este tipo de historias. Pero la prueba definitiva llegaría con el tercer volumen de The Ultimates. Después de que Millar y Hitch abandonasen la cabecera Jeph Loeb y Joe Madureira se hicieron cargo de la misma. Ambos entregarían un trabajo en las antípodas de sus predecesores, mostrando los peores defectos argumentales y estéticos del cómic mainstream de los 90. Ultimates 3 supuso el aperitivo de Ultimatum, miniserie evento obra de Loeb y David Finch que afectaba a todas las series en curso y cuyo guión que apenas era una excusa para el efectismo y espectacularidad impostada.


Publicitado como un revulsivo necesario para mantener la incertidumbre argumental característica del sello, los cambios forzados por dicho evento no supusieron las prometidas mejoras, sino que además carecían del interés de las historias previas. Con excepción de Ultimate Spiderman, que seguía manteniendo su frescura inicial pese a su longevidad y a perder al característico Bagley a favor de un esplendido David Lafuente, las nuevas propuestas –los Nuevos Ultimates a cargo de Loeb y Frank Cho, Ultimate X de Loeb y Arthur Adams- no conseguían arrancar y eran canceladas a los pocos números, alternándose con cada vez más miniseries –la trilogía Ultimate Doomsday, Ultimate Lobezno vs Hulk, Ultimate Thor, Ultimate Capitán América-. Ni siquiera el regreso de Millar a The Ultimates acompañado por Carlos Pacheco, Steve Dillon y Leinil Yu fue capaz de replicar el nivel de calidad original.


Para entonces ya se había producido un curioso trasvase de enfoque y talento hacia el Universo Marvel tradicional. Comenzando con el lanzamiento de Nuevos Vengadores a cargo de Brian Bendis, los autores, ideas rompedoras y narración impactante característicos del inicio de Ultimate se habían trasladado a la continuidad original. Y con ellos la atención de los lectores. Para mantener viva la llama la línea Ultimate volvió a relanzarse de forma drástica con La Muerte de Spiderman. Un giro tan inesperado como arriesgado –al ser el título que menos desgaste sufría- que bajo el título de Ultimate Comics Universe Reborn reinició las cuatro cabeceras regulares con un nuevo #1, nuevos personajes –como Miles Morales, un nuevo hombre araña de raza negra e hispana- y nueva savia creativa –Jonathan Hickman, Nick Spencer, Brian Wood, Esad Ribic- alejados del mainstream.


Pese al impacto mediático del nuevo Spiderman –con el incombustible Bendis aún a los mandos- y todos los cambios introducidos por Hickman, la sangría de lectores era ya evidente. La prueba definitiva fue el inicio de crossovers entre el universo Ultimate y el tradicional. Algo que, durante la creación de la línea, había sido definido por Joe Quesada como la prueba de que se habrían quedado oficialmente sin ideas (sic). Así, dos años después de ese tercer relanzamiento y quince desde su creación, Bendis y Hickman (alfa y omega autoral de la línea) ponen punto y final al universo Ultimate. Un final discreto pero que lega una herencia creativa sin cuya influencia sería imposible entender la evolución del comic de superhéroes desde el inicio del nuevo milenio.


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