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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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Rick Veitch: ese ilustre desconocido.

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 12/10/2011

A la hora de hablar del comic USA de las últimas tres décadas muchos son los nombres que vienen a la mente de lector. Sin embargo entre ellos casi nunca figura el de Rick Veitch, dibujante y guionista de prolífica carrera y poseedor de innumerables méritos para ser considerado un grande de las viñetas.



Alumno de la primera promoción de la escuela de Joe Kubert, su primer trabajo profesional fue la adaptación al comic de la película de Steven Spielberg 1941. Aficionado a los viejos comics de la EC, Veitch empezó a destacar en varios trabajos para el sello Epic de Marvel. Sin embargo fue su buena relación con los dibujantes (y antiguos compañeros de la academia Kubert) Stephen Bissette y John Totleben los que le llevarían a encontrarse con Alan Moore durante su emblemática etapa en La Cosa del Pantano. Inicialmente ilustrador ocasional de varios números (incluido el debut de John Constantine), el buen entendimiento con el guionista y su presencia en la serie fueron incrementándose hasta el punto de que, tras la marcha de Moore, Veitch paso a ejercer como autor completo.

Pese a la difícil papeleta que suponía sustituir al británico Veitch consiguió mantener bien alto el listón de la serie, centrando la misma en sus componentes terroríficos y mitológicos, yendo más allá en el desarrollo de los personajes –la Cosa del pantano se convertía en… ¡Padre!-, manteniendo el mensaje ecologista y dando un tono realista y más complejo a invitados ocasionales como Batman o Lex Luthor. Una etapa a reivindicar (inédita en España) que tras apenas una veintena de números finalizó abruptamente envuelta en polémicas y censura.



Asqueado, Veitch abandonó DC para volcar su trabajo en el sector independiente. Tras varios números de Las Tortugas Ninja y una polémica colaboración en Miracleman (fue el primer comic comercial en mostrar un parto de forma explícita) Veitch lanzó su propio sello editorial: King Hell Heroica. A través del mismo autoedito una suerte de trilogía en la que ponía patas arriba el género de los superhéroes. El Único, Niñatos y El Maximortal se distinguían por su tono realista, violento e incluso cruel a la hora de abordar el género llenándolo de elementos políticos, sexuales y espirituales. Algo no muy diferente a los que autores como Moore, Grant Morrison o Peter Milligan estaban haciendo en aquellos momentos en las grandes editoriales con mayor reconocimiento.




Pese a la calidad de estos trabajos (Niñatos y su visión descarnada de los superhéroes adolescentes es especialmente destacable), Veitch seguiría siendo más conocido por su posteriores colaboraciones con Moore. La inacabada serie 1963 y Supreme para Image y su participación en Tomorrow Stories para la línea ABC desembocarían en Greyshirt, miniserie realizada por Veitch en solitario donde mezclaba homenaje pulp y experimentación narrativa. La venta de Wildstorm a DC hizo que Veitch volviese a colaborar con la compañía de la que había renegado, encargándose de los relanzamientos de Aquaman y Question aunque con poca fortuna. Mucho mejor resultado obtuvo su labor en la línea Vértigo, mediante la sátira militarista Army@Love y los especiales Can´t Get No y The Big Lie, donde examina en clave critico-fantástica la política estadounidense tras el 11-S. Por supuesto, todos estos últimos trabajos permanecen inéditos por estos lares. Como también lo está Roarin' Rick's Rare Bit Fiends, antología autoeditada de historias experimentales basadas en sueños.




Veitch es por tanto un artista multidisciplinar, dotado de voz propia y que ha tocado prácticamente todos los palos, siendo además fundador y principal responsable de la Comicon.com, una de las principales y más completas websites sobre el medio. ¿Por qué entonces su nombre siempre aparece en un discreto segundo plano? Quizás la disparidad temática y editorial de su obra, así como lo poco de la misma que se ha visto fuera de EE.UU sean la respuesta. Un autor al que merece seguir la pista aunque sea poco y mal.


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