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Civil War: Cuando Marvel eligió bando(s)

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 27/04/2016
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AVISO: Éste artículo contiene posibles spoilers. En él se revelan aspectos argumentales que el lector podría preferir descubir por sí mismo.

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De entre todos los megaeventos que Marvel ha publicado durante la última década pocos han sido tan originales, intensos y trascendentales para el devenir de este universo de ficción como Civil War. De hecho ningún evento posterior ha logrado dejar la misma huella en la continuidad editorial ni en el recuerdo de los lectores. Su papel como base argumental para la nueva entrega de Capitán América que llega a las pantallas supone la excusa perfecta para rememorar el por qué de tanto revuelo.


Publicada originalmente como una miniserie de siete números en 2006, Civil War fue la culminación del lavado de cara creativo que Joe Quesada venía aplicando al universo Marvel desde su nombramiento como editor jefe cinco años antes. Tras renovar creativamente sus principales franquicias de forma individual (Vengadores, X-Men, Spiderman, etc) Quesada decidió devolver al Universo Marvel su condición de un todo conectado tras varios años donde cada franquicia parecía ir por libre. Irónicamente la fórmula para conseguir esa unión fue plantear una división que partiría por la mitad a todo el conjunto.


Después de que un enfrentamiento entre los Nuevos Guerreros y el villano Nitro se salde con la destrucción de un pueblo y la muerte de cientos de civiles, la airada reacción de la población lleva a que el gobierno apruebe un acta de registro para superhéroes que obliga a estos a someterse a una serie de requisitos legales que incluyen revelar su identidad y aceptar los dictados federales. Dicha ley provoca una división entre los principales héroes, con una parte siendo partidarios del registro mientras otros ven en el acta una violación de los derechos individuales. Ambos bandos, liderados por Iron Man y el Capitán América respectivamente, no tardan en enfrentarse, obligando a amigos, aliados y compañeros de equipo a luchar encarnizadamente entre sí por defender lo que cada uno cree que es lo justo.


Concebida como un gran evento Civil War no carece de las inevitables escenas de acción a gran escala esperables en un crossover –la destrucción del pueblo de Stamford; el primer enfrentamiento entre ambos bandos con el regreso de ¿Thor? y la muerte de Goliath; la batalla final en la cárcel anti-registro construida en la Zona Negativa-. Pero cuando la trama explora la dinámica de los personajes y el dilema ético que supone el Acta de Registro es cuando ofrece sus momentos más memorables. Instantes como el desenmascaramiento público de Spiderman, el cisma ideológico entre los miembros de los Cuatro Fantásticos, las dudas sobre lo idóneo de su decisión que corroen a los líderes de ambos bandos o la ética de sus métodos para combatir al contrario acaban teniendo un papel más importante en el argumento que la enésima batalla contra la gran amenaza a la que acostumbran este tipo de historias. De hecho ni siquiera la resolución pondrá fin al conflicto de la manera tradicional.


Haciendo gala de un estupendo desarrollo de personajes que parece ausente en la mayoría de sus obras recientes, el guionista Mark Millar plantea un conflicto de ideas donde se cuida mucho de señalar abiertamente como villano a ninguno de los dos bandos. Su guión prefiere mostrar los claroscuros de ambos, enfrentados en una farragosa situación que no se resuelve con los puños y sobre la que se ciernen aires de metáfora sobre los atentados del 11-S, la política del gobierno norteamericano en la guerra contra el terror y, muy especialmente, la polémica Patriot Act. Millar logra crear en el lector una agradecida sensación de incertidumbre sobre cómo se resolverá el conflicto insólita en un género –el de los superhéroes- y un tipo concreto de historias –los grandes eventos editoriales- donde el maniqueísmo y la repetición de lugares comunes son lo habitual. Todo ello dibujado por un Steve McNiven en estado de gracia, desplegando una combinación de realismo, detalle, expresividad y fluidez narrativa (si bien las ajustadas fechas de entrega provocan ciertas carencias en el episodio final) que le hicieron pasar de ser un semidesconocido a detentar su actual posición de dibujante estrella.


Acompañada por una serie paralela –Civil War: Front Line, que narra los mismo hechos desde el punto de vista del ciudadano de a pie-, varios especiales y cruces con prácticamente todas la series en curso del momento, Civil War dejó importantes secuelas argumentales que afectaron a sus principales protagonistas (Un Día Más, La Muerte del Capitán América, Iron Man: Director de SHIELD) y cambiaron el statu quo del universo Marvel, convirtiéndose en la base de la que partieron eventos como Invasión Secreta, Reinado Oscuro o Asedio, siendo esta última la que, cinco años más tarde, cerraría el circulo abierto por la presente historia. Adaptada en forma de novela y videojuego, convertida en inspiración para la nueva fase de la Marvel cinematográfica y con el reciente anuncio de una próxima secuela, una década después de su publicación Civil War se antoja como una de las obras más interesantes que el género ha dado en las últimas décadas. Un punto de referencia inevitable a la hora de repasar la historia de Marvel que ningún aficionado debería dejar pasar por alto.


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