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El Lobo Solitario y su Cachorro: Recuerdos desde el camino al infierno

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 04/05/2016
La Atalaya del Vigía

La reedición por parte de Planeta de las primeras entregas de El Lobo Solitario y su Cachorro, acompañados por la publicación de su secuela devuelve a la actualidad un manga cuya calidad e influencia han desbordado las fronteras geográficas y mediáticas del cómic japonés para adquirir la categoría de icono de la cultura moderna.

Creado en 1970 en las páginas de la revista Weekly Manga Action de la editorial Futabasha, El Lobo Solitario… (Kozure Okami en el original) nació de la versátil y fecunda imaginación del guionista Kazuo Koike. La premisa presentaba a Itto Ogami, un veterano samurái del siglo XVII que ejerce como albacea oficial del emperador. Un importante puesto que le coloca en el punto de mira de Retsudo Yagyu, anciano y astuto líder de un poderoso clan que ambiciona usurpar su posición para acumular mayor poder. Para ello idea un plan para culpar a Ogami de traición y eliminarle, pero el mismo se salda con la muerte de la esposa de este. Acompañado por su hijo pequeño Daigoro, al que transporta en un carrito cargado de armas ocultas, Ogami se convierte en un ronin que vaga por todo el país alquilándose como sicario bajo el apodo de El Lobo Solitario mientras planea su venganza.


Durante casi nueve mil páginas publicadas a lo largo de seis años Koike utilizó esta sencilla y directa premisa para elaborar un impresionante fresco histórico del Japón medieval, con sus tradiciones y costumbres perfectamente representadas gracias a un extenso trabajo de documentación. El sistema de clases sociales nipón, el código de honor en combate, las distintas armas y técnicas de lucha, los diferentes oficios y su consideración social, las luchas de poder entre señores feudales, la irrupción de elementos occidentales como las armas de fuego y el cristianismo… elementos retratados por Koike mediante los personajes que Itto y Daigoro encuentran en su periplo. De hecho en algunas entregas la presencia del dúo protagonista es casi testimonial, siendo meros testigos y/o participes accidentales de la trama narrada en dicho episodio.


Pese a los desvíos antes citados la serie tiene como motor la venganza de Itto sobre los Yagyu. A grandes rasgos la serie se divide en tres grandes actos, cada uno coronado por un gran duelo entre Itto y Retsudo y que comprenden argumentos como la muerte de todos los herederos del clan Yagyu a manos del vengativo sicario, la búsqueda de un pergamino cifrado con información que podría inculpar a ladino clan y limpiar el nombre del protagonista o el viaje de Ogami y su hijo a la Corte Imperial. En este último acto hace su aparición Tanomo Abe, manipulador y repulsivo miembro de la corte que busca aprovechar el conflicto entre Itto y Retsudo para su propios fines. Abe se convierte así en una amenaza que obligará a ambos enemigos jurados a formar una alianza para eliminarle antes de dirimir de forma definitiva su enfrentamiento.


Uno de los puntos fuertes de la serie es la perfecta sintonía entre Koike y el dibujante Goseki Kojima. Con un estilo alejado del modelo de trazos suaves y grandes ojos impuesto por Osamu Tezuka, Kojima posee un trazo más realista y detallado en sintonía con el rigor histórico de la trama. Su pulso para las escenas de acción es aprovechado por Koike para crear espectaculares combates que se extienden durante páginas y más páginas. Y aunque a la larga adolecen del vicio de una repetición casi mecánica que elimina cualquier tensión argumental –con Itto convertido en un torbellino que mata y mutila enemigos a docenas sin recibir apenas un rasguño- el manejo del ritmo y la dilatación del tiempo narrativo resultantes están a la altura de los más reputados directores de cine.


El éxito del manga se vio refrendado mediante una serie de seis largometrajes de imagen real a principios de los setenta, escritos por el propio Koike y protagonizados por Tomisaburo Wakayama (Itto) y Tomikawa Akihiro (Daigoro), que generarían varias continuaciones en formato televisivo. La franquicia cinematográfica, que mantenía la crudeza del manga original –el Ogami cinematográfico posee el récord de mayor número de muertes individuales en una sola película (¡¡¡150!!!)-, se convirtió asimismo en objeto de culto en occidente, donde fue distribuida remontada y con una nueva banda sonora de música electrónica bajo el título de Shogun Assasin.



Además de crear escuela dentro del propio cómic japonés, abriendo el camino a otras obras de corte similar, El Lobo Solitario… se convirtió en uno de los mangas más reputados en occidente, influenciando de manera confesa a autores tan conocidos como Howard Chaykin, Walter Simonson o Frank Miller. Objeto de homenajes (Usagi Yojimbo), referencias (Kill Bill) y libres adaptaciones oficiosas (Camino a la Perdición) y oficiales (la futurista Lone Wolf and Cub 2100), la serie no fue publicada de manera íntegra en occidente hasta inicios del siglo XXI. Algo que reactivó el interés por la misma hasta el punto de que en 2003 Koike emprendió la publicación de una secuela dibujada por Hideki Mori en sustitución del fallecido Kojima. Operación comercial u obra con entidad propia, esta reciente secuela solo engrandece aún más el mito de una obra que ocupa por méritos propios un lugar destacado en la historia del cómic mundial.


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