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El Regreso del Caballero Oscuro: El crepúsculo del murciélago

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 11/05/2016
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Batman. Uno de los personajes pioneros del cómic de superhéroes y uno de los más longevos. Superviviente a modas, crisis y cambios generacionales. Trasladado con éxito al cine, televisión, literatura y videojuego. Un icono pop que ha trascendido su condición de popular personaje de viñetas para convertirse en un arquetipo en la memoria colectiva de varias generaciones desde su aparición en 1939. Pero como todos los mitos necesita de un desenlace que dé sentido último a su trayectoria. Y, pese a estar atado a una continuidad perpetua por imperativos comerciales, ese desenlace llegó con El Regreso del Caballero Oscuro, historia capital que celebra su trigésimo aniversario.


El Regreso del Caballero Oscuro fue resultado de un cúmulo de afortunadas circunstancias. Por un lado DC estaba en pleno proceso de remodelación de su universo editorial. Por otro Frank Miller se encontraba en la cúspide de su creatividad tras su consagración en Daredevil. Esa combinación, unida al amor de Miller por el personaje desde su infancia, propició la materialización de una propuesta entonces insólita: mostrar a un Batman envejecido física y mentalmente saliendo de su retiro para hacer frente a su última aventura. Sacando partido del entonces novedoso formato miniserie, con una lujosa edición en términos editoriales tan llamativa como la propia premisa, Miller ideó una trama de tono progresivamente crepuscular que recoge la esencia misma del personaje, explorando sus características definitorias para llevarlas a cotas nunca vistas. Retirado como vigilante enmascarado después de que estos fuesen declarados proscritos y con el recuerdo de la muerte de Robin pesando sobre su conciencia, Miller presenta a un Bruce Wayne cercano a los sesenta años que lleva la última década muerto por dentro. Pero su obsesión por la justicia unida a una Gotham asolada por un nuevo tipo de delincuencia más cruel y brutal hacen que recupere el traje de murciélago y, con ello, el sentido a su vida.


Ese regreso, con una mentalidad más cínica y contundente que nunca, lleva a Batman a enfrentarse con nuevas amenazas como la banda callejera de los mutantes y su brutal líder o la comisaria Ellen Yindel, mucho menos permisiva con las acciones del murciélago que su predecesor, el anciano y recién jubilado James Gordon. Pero también a viejos enemigos como Dos Caras y el Joker, igualmente fuera de circulación durante años hasta que el regreso de su némesis les hace volver a las andadas. Ayudado por la adolescente Carrie Kelly –a quien acaba adiestrando como nueva Robin- y un Alfred mayor en años y sarcasmo, Batman se ve implicado en una trama de tintes políticos agravada por un conflicto nuclear entre EE.UU. y la URSS que le lleva a enfrentarse a Superman, su antiguo compañero ahora convertido en un títere del gobierno.


Justiciero implacable, símbolo de justicia, terrorista urbano, líder revolucionario, figura trágica, leyenda viviente… son algunas de las facetas que Miller explora durante las cuatro entregas de una obra ajena a imposiciones de la continuidad que inauguro -sin pretenderlo- el sello Elseworlds. Una visión del personaje que se vuelve épica gracias a su desenlace donde Bruce Wayne, el hombre, “muere” haciendo que Batman, el héroe, viva para siempre como leyenda. Y si el Miller guionista realiza un trabajo rompedor, el Miller dibujante no podía quedarse atrás. Madurando los logros narrativos ensayados en Ronin, sus lápices entregan páginas donde densidad argumental y pericia narrativa van de la mano.


El uso de la voz en off para retratar el carácter obsesivo del protagonista; el recurso a los informativos televisivos como enlace entre diferentes tramas; la profusión de viñetas para dar énfasis cinematográfico a las escenas de acción y/o amplificar el dramatismo de los momentos clave; la plasmación de una Gotham más decadente y siniestra que nunca… una clase maestra de las posibilidades narrativas del noveno arte que se beneficia del entintado de Klaus Janson y el color de Lynn Varley, aportaciones que minimizan las carencias de Miller en el apartado estético.


Convertida –con permiso de Watchmen- en la obra que sacudió los cimientos del cómic de superhéroes imprimiéndole una visión más adulta y ambiciosa, El Regreso… marcó un antes y un después en la forma de enfocar al personaje. Tanto que, incluso habiendo sido concebida como una historia alternativa, varias de sus tramas y personajes (la muerte de Jason Todd, el personaje de Carrie Kelly) acabarían siendo integrados en la continuidad oficial.


Dicha influencia se extendería asimismo a otros medios, siendo palpable su mayor o menor peso en adaptaciones cinematográficas como la versión dirigida por Tim Burton, la trilogía del Caballero Oscuro firmada por Christopher Nolan y la actual encarnación con los rasgos de Ben Affleck. La obra en sí conocería una estupenda adaptación animada tremendamente fiel (aunque la ausencia de la voz en off y su estética ”limpia” le restan puntos) y dos polémicas secuelas, la última de las cuales llega ahora a España de manos de ECC. Pero eso es otra historia. Y la misma no debería alterar la percepción de esta obra maestra cuyas virtudes, muy pocas veces igualadas, permanecen tan vigentes como lo eran tres décadas atrás.


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