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100% Marvel - Contienda de Campeones: Los Combates Clásicos Comic Digital
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"¿Quieres conocer el secreto del mundo? Es éste: Sálvelo, y se le recompensará cada segundo de cada día." Agente Brass / Planetary #5
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100% Marvel - Contienda de Campeones: Los Combates Clásicos

Doble round

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 07/08/2016

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Publicada originalmente en 1982, la primera Contienda de Campeones resulta un cómic muy especial por varias razones. Entre ellas la de ser un título pionero tanto en el plano editorial –fue una de las primeras series limitadas publicadas en el cómic USA- como en el argumental –pudiendo ser calificable como el primer megacrossover editorial, adelantándose tres años a las Secret Wars originales-. A título personal también fue el primer cómic Marvel que el autor de esta reseña se compró con su propio dinero cuando aún le quedaban años para empezar a afeitarse –aquel emblemático Marvel Héroes: Especial Verano 1989 editado por Forum-. Por ello que me veo en la tesitura de pedir disculpas de antemano si la nostalgia acaba nublando la objetividad de esta reseña.


Inspirado por el concepto de los Juegos Olímpicos, la miniserie ponía en juego una trama de raigambre cósmica en la que el Gran Maestro, uno de los Primigenios del universo, desafiaba a una misteriosa entidad bautizada como la Desconocida a un juego de lucha con los héroes de la Tierra convertidos en involuntarios peones. Un concepto simple a más no poder, mera y efectiva excusa para organizar un verdadero quien es quien del universo Marvel, mediante el enfrentamiento de los mismos por equipos de tres miembros. El añorado guionista Bill Mantlo –con ayuda adicional del enciclopédico Mark Gruenwald y el especialista en relatos de acción Steve Grant- demostraba su gran oficio para reflejar a la perfección la personalidad y poderes de cada héroe, sacando punta a las posibilidades que la interacción entre dichos personajes, tanto en lo referente a la acción como en lo concerniente los diálogos y las simpatías/rivalidades entre los mismos.


Sin mayores aspiraciones que el entretenimiento puro y duro, el guión reparte protagonismo entre héroes veteranos –Capitán América, Iron Man, Daredevil, La Cosa, Pantera Negra, la Mujer Invisible, Ángel- con otros más recientes en la fecha de edición original –Capitán Britania, Hulka, Lobezno, Fuego Solar- e incluso algunos creados específicamente para la ocasión –Hombre Colectivo, Talismán, Defensor, Trébol-. El argumento añade de paso un inesperado y agradecido componente internacional al conjunto -herencia de la inspiración olímpica del relato- que es una pena que este angloparlante y norteamericano universo de ficción no haya aprovechado más.

La responsabilidad de plasmar semejante reparto recae en un primerizo John Romita Jr, muy lejos aún de dar forma a los rasgos y/o vicios estéticos que se han convertido en su seña de identidad autoral. Pese a un trazo excesivamente académico incapaz de negar la influencia paterna y alguna carencia propia de principiante como cierta dejadez en los fondos, el bisoño dibujante poseía ya una narrativa concisa y fluida –quizá mayor que en sus trabajos actuales- así como gran habilidad para plasmar de forma detallada a todos y cada uno de los personajes. Dos virtudes imprescindibles en un relato de estas características, con un reparto inmenso al que se añaden docenas de cameos a identificar por el lector. A destacar en esa espectacular doble página que reúne a docenas de personajes lista para que el lector se entretenga largo rato identificando a cada uno.


La nueva edición de Panini -que incluye interesantes extras como un extenso y detallado glosario de personajes, ilustraciones originales y un resumen de una continuación de la trama acontecida en las series de Los Vengadores- también recopila su tardía secuela publicada en 1999. Una segunda parte que lo es prácticamente solo de nombre y que corrió a cargo de unos a priori interesantes Chris Claremont y el español Oscar Jiménez. Pero un Claremont en horas bajas, regodeándose en exceso en los diálogos reiterativos y que utiliza la premisa como excusa para continuar una trama de su antigua etapa en X-Men –hasta el punto de que, con excepción de Iron Man, los mutantes acaparan todo el protagonismo- no logra sacarle todo el partido a un concepto donde los combates que lo integran parecen un trámite impuesto que se liquida rápido y de mala gana. Óscar Jiménez –auxiliado por Michael Ryan en varios episodios- cumple sin destacar en una anodina secuela que carece del encanto simple (que no simplón) de la original y que, a diferencia de aquella, no deja ninguna imagen o momento para el recuerdo.


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