Sin hacer el mismo ruido y con un mayor recorrido, las adaptaciones en largometrajes animados del universo DC le ganan por el momento la partida a su incipiente universo cinematográfico en imagen real. Más preocupadas por adaptar -mas o menos- fielmente destacadas historias de la viñeta que por crear una continuidad conjunta, la división animada de Warner puede presumir de haberse apuntado éxitos como las adaptaciones de New Frontier, Batman: Año Uno, El regreso del Caballero Oscuro, Flashpoint o Batman: Capucha Roja. Por su carácter icónico, La Broma Asesina era uno de los títulos cuyo trasvase animado era más deseado por los fans y, como sucedió con su versión en viñetas, su estreno no ha dejado indiferente a nadie. Para lo bueno y para lo malo.
Dos eran los principales escollos cara a adaptar la emblemática historia firmada por Alan Moore y Brian Bolland, centrada en examinar la perturbadora relación entre Batman y el Joker. El primero era la crudeza y sordidez de algunas escenas del cómic, con las que ambos autores buscaban llevar al límite la dinámica entre héroe y villano. El segundo lo suponía su extensión, puesto que sus cuarenta y ocho escasas páginas no permitían alcanzar una duración calificable como largometraje a pesar de los ajustados setenta y siete minutos (créditos incluidos) del resultado final. La participación de Brian Azzarello como responsable del guión cinematográfico a priori suponía una garantía de solidez en ambos apartados, dado su experiencia como guionista para DC así como su probado talento para las historias oscuras y violentas con personajes al filo de la navaja. Sin embargo el correcto resultado queda por debajo de lo esperado.
La versión animada se abre con una suerte de prólogo original centrado en Batgirl, personaje con una breve pero fundamental aparición en el cómic original. Durante los primeros veintinueve minutos la narración se centra en Barbara Gordon y su relación con Batman mientras ambos intentan dar caza a un joven aspirante a mafioso. La intención tras el mismo era crear una mayor empatía hacia la heroína, potenciando la tragedia que le aguarda en la trama original y dando al Hombre Murciélago una motivación extra para el enfrentamiento con su némesis. A priori no era una mala idea, permitiendo al espectador ajeno al medio familiarizarse con Batgirl. Sin embargo la tensión entre ambos personajes por su diferencia de métodos acaba derivando en inesperado encuentro sexual que, además de trastocar por completo la dinámica entre ambos personajes, apenas adquiere relevancia argumental posterior. El resultado es una convencional historia de superhéroes que, más allá de crear polémica por ese inesperado elemento sexual, no logra trascender su condición de relleno. Es más: el visionado podría comenzarse a partir del minuto treinta y el resultado sería el mismo.
La calificación por edades se resolvió mediante la decisión de que el film gozaría de una calificación R (adultos y menores acompañados) frente al PG-13 (adolescentes) habitual en las producciones superheroicas de DC. Pero aunque el guión de Azzarello reproduce fielmente el argumento original conservando sus escenas más escabrosas -el Joker tiroteando a Barbara, el comisario Gordon torturado por los deformes sicarios del villano- el acabado visual goza de una animación mas “limpia” y estándar que suaviza notablemente la crudeza que el realista e hiperdetallado arte de Bolland aportaban a la historia. Un detalle no por esperado –el presupuesto y tiempo de producción se habrían disparado de intentar reproducir el estilo artístico original- menos decepcionante.
En cambio no hay excusa para la simpleza narrativa mostrada por el realizador Sam Liu y sus animadores, otorgando al resultado una puesta en escena meramente funcional y carente de los hallazgos visuales de la obra adaptada. Secuencias como la llegada a sanatorio Arkham que abre el cómic, donde el encuadre de cada viñeta convierte las páginas en largos secuencia; transiciones entre distintos lugares y tiempos enlazados mediante un motivo visual concreto –un objeto, un reflejo en un espejo, un gesto-; el sentido circular de la trama con una primera y última página idénticas cerrándose sobre un charco de lluvia… detalles completamente ausentes en el film.
Resulta curioso que un medio a priori más estático como el cómic sea capaz de lograr un aspecto cinematográfico más ambicioso y mejor resuelto que su versión animada, eliminando asimismo la ambigüedad de ciertas escenas –el Joker haciendo fotos a una Batgirl convaleciente y desnuda o ese desenlace con el héroe y el villano riéndose fuera de campo- cuya interpretación ha hecho correr ríos de tinta entre autores y lectores. Por suerte el apartado sonoro/actoral resulta impecable, recuperando a los veteranos Kevin Conroy y Mark Hamill (los Batman y Joker de la emblemática Batman: The Animated Series) realizando una excelente labor que aporta emoción a unos diálogos cargados de introspección psicológica. Una contribución que hace recomendable sí o sí el visionado en versión original. Especialmente en secuencias como el siniestro número musical con que el Joker atormenta al comisario. Pensada para marcar un antes y un después en lo referente al universo animado DC, difícilmente esta correcta pero desaprovechada adaptación tendrá la relevancia e influencia posteriores que su versión en viñetas tuvo en el cómic.