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Paletos Cabrones: Canción triste del Sur

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 05/10/2016

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La zona sur de los EE.UU. siempre ha gozado de una personalidad claramente diferenciada del resto del país. Un clima cálido y mayoritariamente rural, donde el fanatismo religioso impregna a una población empobrecida y eminentemente conservadora, la ley es vaga y perezosa y los rescoldos de la Guerra de Secesión aún humean pese a haberse apagado hace siglo y medio… Tópicos recurrentes y rápidamente desmontables pero que han creado una imaginería muy poderosa que entronca con lo que se ha dado en llamar el Gótico Americano. Un escenario ideal para historias descarnadas sobre individuos al límite. Un escenario al que Jason Aaron sabe como exprimir todo el jugo.


Paletos Cabrones -sonora y libérrima traducción del original Southern Bastards (Bastardos Sureños)- constituye la nueva propuesta original del guionista de Scalped, recuperando de aquella su peculiar visión del género negro más crudo y menos glamuroso. La serie se inicia cuando Earl Tubb regresa a su hogar natal en el (ficticio) condado de Craw en Alabama, lugar que abandonó hace muchos años tras un doloso episodio personal relacionado con su difunto padre Bertrand, antiguo sheriff del lugar. Cuatro décadas después de la muerte de su progenitor, un viejo y cansado Earl regresa al lugar para vender la vieja casa familiar y poner fin a ese pasado que desea dejar atrás. Pero este volverá para atormentarle cuando el reencuentro con viejos conocidos le sumerge en una espiral de remordimientos, deudas pendientes y violencia por la que desfilan personajes como su viejo amigo Dusty Tutwiler, el corrupto sheriff Hardy, el matón tatuado Esaw Goings o Euless Boss, entrenador del equipo de fútbol americano local y cacique en la sombra que gobierna con mano de hierro todas las actividades clandestinas del lugar.


Originario de Alabama, Aaron sabe plasmar con gran autenticidad la atmósfera, tono, costumbres y vocabulario locales de este western moderno sobre un héroe reacio a serlo pero al que las circunstancias obligan a hacer frente a una situación que acabará con gran violencia para todos los implicados. La premisa básica, vista una y mil veces, adquiere en manos del guionista una chispa insólita mediante una narración de ritmo rápido y directo pero que, como sucedía en la ya citada Scalped, incluye intrigantes ramificaciones y giros que dejan al lector con ganas de saber más. Tanto sobre el protagonista y ese pasado que le atormenta (la relación con su progenitor, su estancia en Vietnam) como sobre el resto de integrantes de tan peculiar casting. Un reparto que, en otras manos, fácilmente podría haber derivado en una colección de clichés que la serie logra esquivar.


Consciente de que la ambientación juega un papel importante, Aaron cuenta aquí con la complicidad de su tocayo Jason Latour cuyo estilo combina la sencillez de un trazo propio del cartoon con una estética sucia, cruda y polvorienta acorde con el tono buscado por el guión. El dibujante aporta asimismo una narrativa dúctil donde la planificación de cada página se adapta al ritmo de la historia, pasando del lirismo crepuscular -la visita de Earl al árbol del jardín donde se alza la tumba de su padre- a la explosión cinética más trepidante -la pelea a garrotazos (sic) entre el protagonista y Esaw-, alternando saltos cronológicos mediante un cuidadoso uso del color para crear diferentes atmosferas.


Planificada como serie abierta, aún es pronto para juzgar debidamente Paletos Cabrones. Sin embargo el inesperado –como hacía mucho tiempo que un servidor no leía- giro con el que concluye su primer volumen recopilatorio deja entrever que sus responsables tienen en mente va mucho más allá de la premisa y protagonista iniciales, abriendo la serie a una extensa continuidad que se prolonga tanto hacia adelante como hacia atrás en el tiempo y donde cada personaje tiene su propia historia brutal esperando a ser contada. De esa forma, el segundo arco argumental que ahora nos llega de la mano de Planeta se centra en un joven Euless y su sangriento ascenso como líder criminal de Craw, mientras que los últimas entregas editadas en EE.UU consisten en una serie de números unitarios centrados en desarrollar y/o presentar distintos personajes, incluida la marine Roberta Tubb, hija de Earl.


A pesar de un ritmo de publicación irregular –con hasta seis meses entre un número y el siguiente- Paletos Cabrones se ha asentado rápidamente como una de las cabeceras de comic noir más interesantes del panorama, reconocida en los últimos Eisner y Harvey y rubricando el merecido prestigio de la actual Image como la editorial con las propuestas más originales del momento.


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