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Logan: Antes de que baje el telón

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 26/10/2016

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Secuelas, spin offs, reinicios, reseteos… la trayectoria de la franquicia cinematográfica basada en las series mutantes de Marvel se ha vuelto tan complicada como interesante tras tres lustros desde el estreno de la seminal X-Men (2000). Planes futuros aparte, la “conclusión” de la etapa original la supondrá el estreno de Logan (2017), tercera película en solitario de Lobezno y (supuestamente) la última vez en que Hugh Jackman encarne al mutante de las garras. La relación entre actor y personaje, capital tanto para la carrera de Jackman como para la propia saga fílmica, se extiende así a lo largo de nueve películas con distinta fortuna. Pero pese a tan longeva trayectoria aún quedan ciertas asignaturas pendientes que esa última aventura debería solucionar.


Fidelidad al material: las primeras informaciones respecto al proyecto apuntaban a que el guión estaría basado en la saga El Viejo Logan, historia postapocalíptica firmada por Mark Millar y Steve McNiven cuya visión crepuscular del personaje casaría con el tono de despedida implícito en el proyecto. Pero el ejemplo previo de las películas dedicadas al personaje –la desastrosa X-Men Orígenes: Lobezno (2009) y la correcta Lobezno Inmortal (2013)- y el poco respeto de ambas a las historias originales en que se basaban –Arma-X de Barry Windsor-Smith y Honor de Chris Claremont y Frank Miller respectivamente-, sacrificando densidad argumental en favor de mayor espectáculo no auguran nada bueno. Asimismo, problemas de derechos entre estudios cinematográficos hacen imposible la aparición de ciertos personajes –Ojo de Halcón, Hulk, Cráneo Rojo- del cómic original. Así, el realizador James Mangold y sus guionistas parecen reincidir la infidelidad al material. Una infidelidad disculpable siempre y cuando esta vez se respete el espíritu de la historia, manteniendo ese tono de western crepuscular a ritmo de Johnny Cash que muestra el tráiler.


Calificación de edades: el alto presupuesto y la necesidad de amortizarlo llegando a todos los sectores posibles del público suele jugar a la contra de la ambición creativa en buena parte del cine de superhéroes. En el caso concreto de Lobezno, la violencia explícita de sus historias ha sido convenientemente suavizada en pantalla sin importar su justificación en el argumento. Prueba de ello es que Lobezno Inmortal conoció una versión alternativa en Blu-ray cuya calificación R beneficiaba significativamente el resultado final. El éxito de Deadpool (2016), película R (para adultos) convertida ya en la más taquillera de la franquicia X-Men ha posibilitado que la aventura final del Lobezno cinematográfico pueda gozar de un tono menos complaciente y mucho más crudo, patente ya desde su primer avance.


Traje: los uniformes de superhéroes siempre han sido una de las primeras bajas del conflictivo trasvase de la viñeta a la pantalla. Precisamente el primer film de la franquicia afrontaba dicho problema de cara, optando por uniformes de cuero negro para los protagonistas al tiempo que se reía del tema con chistes sobre “licra amarilla” (sic). En el caso concreto de Lobezno la proliferación de historias del personaje vestido de civil justificaba dicha opción. Pero para el fan veterano el tema sigue siendo una espina clavada. Una escena eliminada de Lobezno Inmortal abría la posibilidad de ver a Jackman enfundándose las mallas, pero los responsables no se atrevieron. Sin embargo, tras casi dos décadas de cine de superhéroes a gran escala, la mayor educación “tebeística” del espectador medio debería ayudar a vencer esa reticencia. Aunque fuese en una única secuencia a modo de guiño cómplice.



Independencia argumental: el éxito de los universos cinematográficos compartidos es incontestable. Y en el caso del de los mutantes la popularidad de Lobezno le ha empujado –de forma similar a los cómics- al papel de columna vertebral de la saga. Algo que sin embargo ha afectado negativamente su desarrollo individual. Y es que incluso en sus películas en solitario el personaje acababa implicado con tramas y personajes ajenos que parecían estar ahí más por obligación que por ser parte integral del argumento. Tras dos intentos frustrados el Lobezno de Jackman se merece al fin una aventura sin ataduras ni concesiones ajenas. Pese a la presencia de un envejecido Patrick Stewart de nuevo como Charles Xavier, todo indica que Logan por fin se ceñirá exclusivamente a su personaje titular.


Final definitivo: como el James Bond de Sean Connery, el Superman de Christopher Reeve o el Batman de Christian Bale Hugh Jackman ha marcado una noción concreta del personaje tanto en el espectador aficionado al cómic como en el ajeno al mismo. De hecho su influencia ha llegado a condicionar –estéticamente al menos- al propio personaje en sí, cuyo aspecto original bajito, peludo y menos agraciado que el del actor australiano apenas se ha visto en los cómics de los últimos años. Semejante punto y aparte exige un colofón a la altura. Uno que se atreva a llevar al personaje a situaciones y escenarios insólitos, sin miedo a matar la gallina de los huevos de oro imposibilitando futuras entregas. La ya citada El Viejo Logan se antoja de nuevo como un broche perfecto antes de que el inevitable relevo actoral se haga efectivo. Y aunque la propia Marvel ha dado continuidad a lo que Millar concibió como un cierre, conviene cruzar los dedos para que los creativos de la Fox sean lo suficientemente astutos y cierren esta etapa dejando un buen sabor de boca. Lo contrario sería optar por un progresivo declive que no beneficiaría ni a los espectadores ni al intérprete que acepte el desafío de retomar el papel del héroe canadiense.


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