Hellblazer: Peter Milligan #1 Comienza la recta final del John Constantine original
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La impresionante edición que ECC está dedicando a una de las colecciones adultas más longevas del cómic americano comienza a presentar en este volumen la que se convertiría en la última etapa del título en su concepción original. La creciente fama del personaje, gracias principalmente a la llegada de su fallida adaptación cinematográfica encarnada por Keanu Reeves, se transformaría en un yunque que arrastraría a nuestro querido John Constantine al único infierno que nunca podría derrotar, la mediocridad de una versión para todos los públicos que lo condenaría a una existencia entre superhéroes de todos los colores y la pérdida de la mayoría de temas que habían definido su historia desde su creación a manos de Alan Moore.
Aún así, aún nos quedan varios tomos que disfrutar de esta excelsa edición en los que la editorial presentará etapas definidas por las inquietudes de escritores como Denise Mina, Andy Diggle y, por supuesto, Peter Milligan. Este guionista formó parte de esa llamada invasión inglesa que sacudió el cómic en los 80 y que recaló en DC antes de revolucionar por completo nuestra preconcepción del cómic. Autores como Alan Moore, Neil Gaiman o Grant Morrison convirtieron el arte secuencial en algo completamente distinto, gracias a su mezcla de temas candentes, visiones deformadas y megaconceptos del imaginario viñetil, y presentaron una nueva forma de entender la viñeta a toda una generación de lectores.
A este grupo pertenece Milligan que, con una indiscutible fascinación por los rincones más oscuros de la psique y la sexualidad humanas, se encargó de darnos una visión fascinante y aterradora de una de las más psicotrópicas creaciones de Steve Ditko en Shade, el Hombre Cambiante. Esta colección se convirtió en otra de las propuestas que definieron los primeros años del sello adulto DC que daría origen a Vertigo y que fascinaría a sus seguidores con una inesperada mezcla de viajes interdimensionales, bizarros amores y pura locura en vena. Tras su debut con la interesante Skreemer y este Shade, Milligan presentó títulos como los excepcionales The Extremist, Girl o, por supuesto, Enigma que ahondaban en sus personales inquietudes.
Poco después, las majors americanas decidían entregarle algunas propuestas superheroicas como las recomendables Batman: Dark Knight, Dark City, Elektra, Cíclope y Fénix o un arco en La Telaraña de Spiderman que, sin dejar de tener interesantes aspectos en sus páginas, desdibujaban un poco la fuerte personalidad del escritor en favor del espectáculo que demandaban los lectores de Marvel y DC. De hecho, la llegada de Axel Alonso a Marvel en el 2000 supuso una nueva entrada de Milligan en la Casa de las Ideas con la psicodélica X-Force -reconvertida tiempo después por problemas de derechos en X-Statix, una iniciativa que lo unía a Mike Allred y que se convertiría por méritos propios en una de las mas originales lecturas marvelianas de esta época.
Infecciones mágicas, pociones de amor y dificultosas resurrecciones
Milligan comenzaba su etapa en Hellblazer tras la etapa de Andy Diggle y lo hacía con una clara declaración de intenciones. Su Constantine iba a recuperar al Constantine más desalmado y a jugar abiertamente con los aspectos más sobrenaturales del título. De esta manera, el escritor nos presentaba al nuevo interés “romántico” de nuestro protagonista personificado en la increíblemente corriente Phoebe Clifton-Avery, doctora atraída por la peligrosa vida de nuestro bastardo favorito que, muy pronto, descubriría que nada es fácil ni tranquilo en la órbita mágica de John Constantine.
El horrible destino que la relación de Phoebe con nuestro protagonista le tiene reservado pasaría a ser el hilo argumental de los primeros números de la estancia de Milligan en la serie y nos desvelaría algunos de los más egoístas y rastreros momentos en la existencia del investigador de lo oculto.
Presentaba también el escritor un elenco de nuevos personajes que se convertirían en piezas clave dentro de su etapa en el título entre los que destacaban el terrorífico Julian, siniestro cambiaformas babilónico con un apetito casi inagotable por la tortura, y Epiphany Greaves, caprichosa hija de un implacable gángster y experta en alquimia con un más que marcado interés en Constantine, que ganaría poco a poco protagonismo hasta pasar a convertirse en una de las mujeres vitales en el devenir de Constantine.
La televisión es el infierno
Además de un par de relatos cortos del personaje, este primer volumen se complementa con la interesante novela gráfica Entradas Oscuras. Esta historia formó parte de una línea en blanco y negro lanzada por la editorial con el género noir como motor principal. Sin embargo, DC apostó por la popularidad de Constantine para lanzar la colección y fichó al novelista Ian Rankin para presentarnos este relato de fama rápida, telebasura y el rampante voyeurismo de nuestra sociedad.
Cuando nuestro protagonista recibe la visita del desalmado productor televisivo de un Gran Hermano que tiene como objetivo aterrorizar a los habitantes de una casa, toda su realidad dará un siniestro vuelco y se verá arrastrado a un misterio que oculta algunos de los más peligrosos desafíos a los que nunca se ha enfrentado.
Rankin nos plantea un enigma a dos tiempos que se podía haber beneficiado de un dibujo algo más definido que el entregado por Werther Dell’Edera -no olvidemos que, además, la concepción original de estas propuestas eran pequeños tomos de tamaño Don Mickey y la ampliación para esta nueva edición no se convierte exactamente en un acierto- pero que nos ofrece algunos momentos terroríficos que no desvelaremos aquí para evitar spoilers.
En resumen, otro tomo imprescindible que demuestra que Hellblazer es una colección que nunca debería haber sido cerrada y reconvertida en otra propuesta editorial carente de personalidad e interés. ¿Nos habéis oído, DC? Make John Constantine Great Again!!!
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