Casualidades editoriales las novedades de Panini de este mes ofrecen varios títulos dedicados a Daredevil y Punisher coronados por la publicación de El Séptimo Círculo, miniserie compartida que aprovecha la extraña dinámica generada entre ambos. Una relación que va más allá del tópico encuentro entre dos personajes de una misma editorial, ahondando en cuestiones incómodas y contradicciones sobre el concepto del vigilante enmascarado. Una relación de (des)encuentros entre dos personajes que ha ido evolucionando con el tiempo dejando varias historias memorables.
Punisher es una suerte de anomalía dentro del universo Marvel. No solo por sus características definitorias, sino también por la forma en que es percibido por el resto de personajes de la editorial. Por su parte Daredevil, pese a su condición de superhéroe enmascarado, siempre se ha escorado más hacia la serie negra que a la fantasía a la que por definición pertenece. O al menos desde que Frank Miller dejase su marca indeleble sobre el personaje a principios de la década de los ochenta. Fue precisamente Miller quien inició la tradición de hacer chocar a ambos personajes con Juego de Niños (Daredevil #183-184 USA).
Aprovechando el perfil urbano de ambos personajes, Miller urdió una trama que reflexionaba sobre el consumo de drogas y sus peligros. Pero el verdadero hallazgo de esta historia fue presentar a ambos personajes como las caras opuestas de una misma moneda. El idealista abogado ciego Matt Murdock confía en el sistema –aunque a veces haya que darle un empujón- y las segundas oportunidades. En cambio, el desengañado y escalofriantemente pragmático Frank Castle, testigo de la reiterada impasividad y desproporción del sistema para hacer justicia, se rige por una concepción maniquea que le lleva erigirse como juez, jurado y ejecutor. Dos visiones contrarias destinadas a chocar tanto en lo físico como en lo ideológico.
En los años siguientes, guionistas como Ann Nocenti y Chuck Dixon proseguirían los enfrentamientos entre ambos, haciendo que cada uno se pusiese en el lugar del otro: mientras Daredevil ve en Punisher lo que podría llegar a ser si perdiese el control, Punisher observa con respeto y envidia como Daredevil aún puede permitirse el lujo de conservar intacta su humanidad. Algo que asimismo les hace odiarse mutuamente al saber que el otro tiene una barrera moral (matar o no matar) que él jamás podrá atravesar so pena de convertirse en aquello que desprecia. Una encrucijada que Garth Ennis expuso de forma brutalmente explícita en su primera serie sobre el justiciero de la calavera: en su tercer número un Murdock encadenado se ve obligado a elegir entre matar al propio Castle o permitir que este ajusticie a un notorio criminal a sangre fría. El héroe enmascarado era forzado a atravesar un límite que le hacía comprender dolorosamente mejor al justiciero armado.
Pero esa no sería la única vez que Ennis volvería a cruzar sus caminos: en La Conjura de los Necios (Marvel Knights Punisher #33-37 USA) y el What If?Punisher Asesina al Universo Marvel, el guionista irlandés utilizó a Castle como vehículo de su fobia por los superhéroes para ridiculizarlos sin tregua. Sin embargo, en ambas historias se mostraba extrañamente respetuoso con el Diablo Guardián, consciente del poderoso contrapunto moral que este supone frente al Castigador. Ese interesante mano a mano entre ambos personajes incluso llegó a ser el eje de Marvel Knights, cabecera de corta vida que agrupaba a varios personajes “callejeros” de la editorial.
En 2005, David Lapham añadiría su granito de arena mediante una miniserie de inequívoco título (Daredevil vs Punisher) que iba más allá, explorando las consecuencias de sus actos entre la gente que les rodea. Así, su trama mostraba a Castle cuestionando sus métodos al haber estado a punto de matar a un inocente, mientras que Murdock se enfrentaba a una situación que sabe que no puede resolver sin sacrificar sus ideales. Una reivindicable historia injustamente olvidada contada desde el punto de vista de un muchacho inocente atrapado en el fuego cruzado y donde la reflexión moral derivada de los diálogos resultaba más interesante que las inevitables peleas y tiroteos.
Ambigua, espinosa y llena de giros, Brian Bendis y Ed Brubaker se harían eco de esa interesante dinámica en sus respectivas etapas en Daredevil. De las mismas destaca la saga El Diablo en el Bloque C, donde Castle se deja capturar a fin de echarle una mano –la quiera o no- a un Matt Murdock que cumple condena en una prisión donde todos conocen su doble identidad. Greg Rucka, Mark Waid o Charles Soule son otros guionistas de renombre que no han dejado pasar las oportunidades dramáticas que les brinda el roce entre ambos personajes.
Algo de lo que son conscientes los responsables de la estupenda versión televisiva de Daredevil, obteniendo los mejores momentos de su segunda temporada gracias a la interacción entre las versiones encarnadas por Charlie Cox y Jon Bernthal. En un género como el de los superhéroes, donde la evolución argumental de los personajes suele pecar de no evolucionar jamás, hay que celebrar que cosas como la relación de amistad/odio entre Daredevil y Punisher se mantengan exactamente igual.