JLA: La Nueva Frontera Ya no hay superhéroes como los de antes
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Fallecido en mayo del pasado año debido a un cáncer al que no logró vencer, Darwyn Cooke se caracterizó desde sus inicios como un amante sin complejos del género cartoon, lo que sin duda le ayudó a consagrar este peculiar estilo de ilustración frente a otros autores más realistas y sobrios, que parecían ser la tendencia dominante del momento. Iniciado como creador de storyboards de la serie animada de Batman junto al popular Bruce Timm, el arte de Cooke es capaz de entusiasmarnos en cada viñeta y dotar a cualquiera de los personajes que dibuja en sus obras de un colorido y una luz que jamás tuvieron en manos de otros autores. Publicada por vez primera entre 2003 y 2004 como miniserie de 6 entregas, JLA: La Nueva Frontera es ahora reeditada por ECC utilizando los materiales y contenidos extra de su más reciente edición deluxe americana. El resultado, más de 500 páginas de buen cómic que nos ofrecen una visión deliberadamente ingenua de los superhéroes durante otra época, más tranquila y menos convulsa que la actual y, en definitiva, una obra imprescindible para cualquier aficionado.
Situada a finales de la década de los 50, Cooke se dispone a contarnos el momento en el que, en plena Caza de Brujas, los héroes están prohibidos por el gobierno y tan sólo Superman y Wonder Woman han sido capaces de superar el estricto veto impuesto, quizás a costa de un control gubernamental más estricto de lo imaginado. Sin embargo, el resto de héroes, capitaneados por el Hombre Murciélago, se resisten a abandonar su faceta de vigilantes, actuando en la sombra y dispuestos a todo para seguir protegiendo a los ciudadanos. Un recién llegado Detective Marciano (resulta genial la forma en que este visitante extraterrestre se adapta a la vida en la tierra y el medio empleado para lograr pasar desapercibido), se añadirá al grupo de héroes clandestinos, que deberá unir sus fuerzas para enfrentarse a una amenaza de gigantescas proporciones, dejando clara la necesidad de que éstos vuelvan a la primera línea y de que se forme el primer supergrupo de la historia de DC: La Liga de la Justicia.
Y si digna de alabanza es la faceta de escritor del canadiense, no lo es menos su buen hacer como dibujante. Cada uno de los personajes tiene su momento de gloria en la serie, a menudo como ilustración a página completa, en la que plasmar el uso de sus poderes, que nos devuelve el clasicismo de antaño y, sobre todo, la diversión y el optimismo que hoy se ha perdido en los cómics, de unos personajes que con el paso de los años se volvieron cada vez más serios y oscuros debido a las exigencias editoriales.
Llama la atención el grado de detalle alcanzado por Cooke a la hora de plasmar no solo una época determinada de la sociedad americana (recordemos que el autor era canadiense), sino también el momento equivalente de la historia de DC Comics, del que el autor demuestra un conocimiento extraordinario, consiguiendo que los Investigadores de lo Desconocido, Flash o el Detective Marciano tengan su momento de gloria en esta obra. Se aprecia el cariño y el esfuerzo con el que Cooke planteó la obra que ahora nos llega de nuevo, que queda demostrado con cada nueva relectura que hacemos de ella.
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