La política de ECC de rescatar títulos señeros del fondo editorial de DC Comics no solo se circunscribe a sus grandes éxitos en el género de superhéroes ni a cabeceras capitales de la línea Vértigo. De vez en cuando es posible encontrar rarezas tan peculiares e interesantes como Camino a la Perdición, título atrayente tanto por su calidad artística como por una singular trayectoria editorial que ha desbordado el medio para el que fue concebido.
Creada originalmente para Paradox Press (sello de cómic independiente de DC) Camino a la Perdición nació de la mente de Max Allan Collins. Escritor prolífico y todoterreno -novelas, novelizaciones, guiones de cine y TV, cómics, tiras de prensa, videojuegos- asociado al género de serie negra en su vertiente más clásica, Collins abordó el encargo de un título de temática criminal con una trama inspirada de forma confesa en El Lobo Solitario y su Cachorro. De manera similar a como Sergio Leone había traducido a Akira Kurosawa transformando Yojimbo (1961) en Por un Puñado de Dólares (1964), Collins trasladó la premisa básica del manga de Kazuo Koike y Goseki Kojima a su género y ambientación favoritos. La historia de un implacable sicario, traicionado y repudiado por sus jefes y que deambula por el país junto a su hijo pequeño mientras planea su venganza por la muerte de su familia permanecía intacta. Pero el Japón feudal era sustituido por los EE.UU. de la Gran Depresión. Y los samuráis y sus espadas por gangsters armados con pistolas.
Utilizando libremente personajes reales como los mafiosos John Looney y Al Capone o el agente federal Elliot Ness, la trama urdida por Collins se extendió por tres especiales de cien páginas en los que, paralelamente a la intriga criminal, se ahondaba en la relación de Michael O´Sullivan y su retoño y el conflicto surgido cuando el chico descubre en su progenitor la faceta criminal que este había procurado ocultarle. Una historia donde el intimismo se alternaba con momentos de gran violencia y que fue ilustrada por el británico Richard Piers Rayner (Hellblazer). Rayner utilizaría una planificación sencilla –de dos a cuatro viñetas por página- ajustada al ritmo de la narración y un trazo realista de raigambre fotográfica tanto en los decorados como en la fisonomía de los personajes. Un realismo que en ocasiones juega en su contra debido a un abuso de rostros en primer plano que provoca una sensación de estatismo y “vacío” en varias viñetas. Un dibujo minucioso que tardó cuatro años en completarse, provocando que las tres partes originalmente planificadas acabasen publicándose directamente en un único tomo en 1998.
Pese a su calidad es justo decir que el verdadero éxito le llegó por vía indirecta gracias a la adaptación cinematográfica realizada en 2002. El guión de la misma era fiel a la premisa pero realizaba cambios substanciales –extender la trama paterno filial para incluir a los villanos, eliminar a la mayoría de personajes históricos, rebajar el tono explícito de la violencia y añadir un nuevo personaje: el del sicario con la morbosa afición de fotografiar el cadáver de sus víctimas-, que afortunadamente redondeaban los aciertos del original. La estupenda realización de Sam Mendes, el espectacular trabajo de ambientación y un soberbio reparto encabezado por Tom Hanks –en una de sus caracterizaciones más sorprendentes-, Paul Newman, Daniel Craig y Jude Law dieron como resultado una de las mejores películas de cuantas jamás han adaptado un cómic.
El merecido éxito de crítica y público obligó a Collins a reconsiderar la obra original, poniéndole en la encrucijada creativa de dar continuidad a una trama cerrada sin traicionar su desenlace. Collins escribiría entonces tres especiales (Oasis, Santuario y Desvío) que, aprovechando los paréntesis argumentales de la historia original, narraban aventuras inéditas del dúo padre-hijo durante su vagabundeo. Historias competentes aunque sin la intensidad del original dibujadas por José Luis García-López y Steve Lieber, imprimiendo mayor dinamismo al estilo realista de Rayner. Acto seguido, Collins abordó dos secuelas en forma de novela en prosa –Camino al Purgatorio y Camino al Paraíso- protagonizadas por un adulto Michael Jr. quien, tras licenciarse como combatiente en la IIª Guerra Mundial, sigue los pasos de su padre introduciéndose en el mundo criminal.
En 2011 Collins pondría punto final a esta saga criminal devolviéndola a su medio original con la publicación de Regreso a Perdición, especial dibujado por Terry Beatty y editado ya por Vértigo. En sus páginas, la sombra del pasado se extiende esta vez a los años setenta, cayendo sobre el nieto del protagonista original como si el relato de una estirpe maldita se tratase. Un cierre que supone el eslabón más flojo y rutinario de la saga tanto a nivel argumental como gráfico, pero que no empaña las virtudes del más que recomendable original que ahora vuelve a las librerías.