El Sheriff de Babilonia: Irak Confidential
En apenas tres años, Tom King se ha labrado una carrera meteórica en el cómic USA. Prácticamente sin experiencia previa, la frescura de su trabajo en series como Grayson, Visión o la inédita por estos lares Omega Men le ha valido un contrato en exclusiva con DC y ser el nuevo cronista de Batman, recogiendo las mejores críticas para una serie del Caballero Oscuro desde la etapa de Grant Morrison. Pero es El Sheriff de Babilonia, su creación más personal, la obra que le ha colocado definitivamente entre los guionistas a seguir.
Bagdad, 2004. Saddam Hussein ha sido derrocado, oficialmente la guerra ha terminado y la coalición liderada por ejército estadounidense controla el país. Pero la realidad es muy diferente: Irak es un avispero donde grupos de insurgentes provocan el terror, el nuevo régimen democrático no consigue establecerse y organizaciones de terrorismo fundamentalista lanzan sus tentáculos sobre la región. En medio de semejante caos la aparición del cadáver de un joven recluta de la policía iraquí es apenas una gota en un océano de desgracias. Excepto para Christopher Henry, antiguo policía reconvertido en contratista militar privado y al cargo de formar al nuevo cuerpo policial iraquí.
Partiendo de una premisa perteneciente a la serie negra más clásica, la serie se beneficia sobremanera de la trayectoria personal de su guionista, quien antes de consagrarse a la escritura ejerció como agente de la CIA durante siete años. Una época dedicada a operaciones de contraterrorismo que le llevaron a conocer de primera mano los escenarios de la llamada Guerra contra el terror en general y el Irak actual en particular. King no ahonda en las razones (verdaderas o fraudulentas) del conflicto, pero describe sus consecuencias sin evitar claroscuros ni reflexiones incómodas. Es fácil pensar en Christopher como alter ego del propio King, pero el guión no se limita a una única visión de la trama, con Henry repartiéndose en protagonismo con otros dos personajes: el policía iraquí Nassir (el autentico “Sheriff de Babilonia”) veterano de vuelta de todo; y Saffiya Aqani -traducida Sofía (sic)-, una joven iraquí educada en occidente implicada en la reconversión política de la zona. Personajes dotados de personalidades y contextos muy distintos y cuya interacción, no exenta de encontronazos, permite a King plasmar una visión crítica –o todo lo crítica que puede ser tratándose de una serie norteamericana- de la violenta y compleja realidad del Irak post-11S.
El conocimiento de primera mano del guion también se transmite al apartado gráfico a cargo de Mitch Gerads. Dibujante con experiencia en series de acción de corte militar (Punisher) su dibujo abraza el realismo casi documental de la obra, plasmando con fidelidad tanto localizaciones emblemáticas de Bagdad como el vestuario, equipo y armamento de los personajes según sus diferentes afiliaciones y procedencias. Una detallada visión plasmada en viñetas apaisadas cuya alternancia simula un montaje de cariz cinematográfico. Pero el verdadero acierto es tonal, pues el trazo deliberadamente “desgastado” del ilustrador, unido a una paleta de colores ocres pálidos construye una atmósfera que transmite el tono decadente, caluroso y a ratos demente de ese escenario bélico. Escenario donde no son las escenas de acción las que llevan el peso de la trama –en realidad son bastante escasas, pese a la crudeza de algunas como la del interrogatorio a un sospechoso- sino las abundantes conversaciones, visualizadas generalmente con un ritmo y detalle que exprime las posibilidades de la clásica rejilla de nueve viñetas, donde el conflicto reside en los diálogos y las diferentes posturas de los personajes sobre distintos temas.
Thriller policíaco con sus giros y sus momentos de tensión, la trama sobre el asesinato del joven recluta es más un hilo conductor de la serie que un fin en sí mismo. A King le interesa más retratar con todas sus aristas el ambiente ideológico, político y social de ese Irak sometido y ocupado sin un futuro de cambio en el horizonte. Un puzle parte intriga criminal parte crónica geopolítica que se completa en doce ajustados números que parecen no dejar nada al azar. El éxito de la serie tanto en EE.UU como en España -donde ECC se ha visto obligada a reeditar el primer tomo apenas tres meses de su publicación-, abren una incógnita sobre el futuro de la serie que, paradójicamente, tiene garantizada su continuidad a pesar de su desenlace.
Envuelta de momento en el misterio mas allá de un escueto teaser, la idea barajada parece ser la de convertir la cabecera en una antología que alterne arcos argumentales más o menos independientes con diferentes personajes, lugares e incluso épocas, manteniendo las características de la obra original. Una tarea harto difícil al ser la lúcida interrelación de la trama con un escenario geográfico y temporal concretos la responsable directa del interesante resultado, corriendo el riesgo de trivializar los logros de la obra inicial. A la espera de resolver esa incógnita esta primera saga, cuya lectura es perfectamente autónoma, supone uno de los títulos imprescindibles de la temporada, recordando los buenos viejos tiempos en los que la línea Vértigo era sinónimo de calidad indiscutible.
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