Superman: Pánico en el Cielo

¿Dónde está la Liga de la Justicia cuando la necesitas?

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Para los que en 1992 aún no se dedicaban activamente a la lectura de cómics o simplemente los que ya han olvidado casi todo lo que pasó en el año de la Expo y las Olimpiadas de Barcelona, hagamos un poco de historia. Coincidiendo con la llegada de la nueva serie regular dedicada a Superman llamada Man of Steel, DC Comics decidió que las cuatro series mensuales debían estar más coordinadas que nunca y los guionistas de las mismas, Dan Jurgens, Jerry Ordway, Louise Simonson y Roger Stern debían tener muy en cuenta lo que pasaba en las series “hermanas”, sobre todo si querían mimar a los lectores que leían todas las series cada mes y no meter la pata con la continuidad.


Tal era el grado de conexión entre las cuatro cabeceras que durante algunos años se incorporó en las portadas una cuadrito con la forma del logo de Superman y un pequeño número impreso, que indicaba el orden de lectura. Cada año, la numeración del cuadro indicativo se reseteaba, de forma que los lectores podían saber que ejemplar leer primero si no querían chafarse alguna sorpresa. Además, se propició la llegada de sagas que comenzaban en una serie y continuaban en otras, en cuya publicidad podía leerse, por ejemplo, triangle issues 9-14, una forma mucho más comoda que indicar las cabeceras y sus numeraciones correspondientes.


Una de estas sagas, publicadas entre Man of Steel, Superman, Action Comics y Adventures of Superman, fue Pánico en el Cielo, que recuperaba a Brainiac y su Mundo Guerra, quien formaba un peculiar equipo contra el Hombre de Acero formado por Máxima, Draaga y Supergirl. Aprovechando que la Liga de la Justicia no estaba operativa en esa fecha (por motivos muy largos de contar aquí), Superman se crea su propia Liga para que le ayude a combatir la nueva amenaza, con caras tan conocidas como Starman, Fuego, Blue Beetle, Mr Miracle, Aquaman, Batman o Flash, y los organizará en dos equipos: el que debe proteger la Tierra y el que viajará a Mundo Guerra a poner las cosas en su sitio.


Estamos ante uno de esos cómics en los que la acción es constante y que se lee de un tirón, dada la cantidad de cosas que pasan en cada entrega y la ingente cantidad de personajes con los que deben lidiar los guionistas, que hacen una labor excelente coordinándose en una historia que podía haber resultado confusa en otras manos. Una muestra de que en los 90 también se publicaron historias muy entretenidas, que han envejecido muy bien y que ahora podemos recuperar por fin en tomo.