Crepúsculo: El ocaso de los héroes espaciales
Tras el reordenamiento que supuso Crisis en Tierras Infinitas para el universo DC, el siguiente paso fue relanzar uno a uno a sus personajes, recreados por autores de prestigio y con un enfoque más sofisticado y/o original respecto a su trayectoria previa. Una de las parcelas editoriales que más tiempo tardó en recibir esa inyección de creatividad renovadora fue la habitada por los héroes cósmicos. En concreto por un conjunto de personajes desarrollados en la década de los cuarenta y cincuenta, más próximos a la literatura pulp que al cómic de superhéroes y a los que el renacer de este último género acabó enviando al limbo con el inicio de la Edad de Plata.
DC confió dicha tarea a Howard Chaykin, autor que previamente había realizado una labor similar con La Sombra y Blackhawk, recreando dichos personajes mediante la idiosincrasia moderna, adulta y políticamente incorrecta que el creador de American Flagg ha logrado convertir en su sello personal. Dotado de total libertad creativa, Chaykin buceó en añejas cabeceras como Mistery in the Space, Strange Adventures y Showcase para retomar a personajes como Tommy Tomorrow, Star Hawkins, Manhunter 2070, Space Ranger, Space Cabbie, los Star Rovers y los Planetarios. Pero los recuperó a su manera, reescribiendo su continuidad prácticamente desde cero. No solo por motivos meramente prácticos –la mayoría de ellos pertenecían a época futuras muy distintas entre sí, separadas por décadas e incluso siglos de diferencia-, sino también para facilitar la trama que tenía en mente, estableciendo lazos de unión previamente inexistentes –como convertir a Star Hawkins y Manhunter 2070 en hermanos- y modificando ámpliamente aspectos de su personalidad –como convertir a Tommy Tomorrow en un egomaníaco de corte fascista u otorgar a Ilda, la ayudante robótica de Hawkins, una sensual forma humanoide.
Con semejante plantel –al que hay que añadir la breve aparición de Ironwolf, una de las primeras creaciones del propio Chaykin en los años setenta- el guionista elaboró Crepúsculo (Twilight), miniserie de tres entregas en formato prestigio donde tejía una complicada trama mezcla de space opera, intriga política y elementos religiosos. Ambientada tras una guerra interplanetaria donde la humanidad ha vencido a la raza alienígena de los matusalenoides, la victoria ha convertido al héroe de la contienda Tommy Tomorrow en una figura dictatorial obsesionada con descifrar el secreto de la inmortalidad que aparentemente poseen los citados aliens. Por otro lado, los androides y los animales evolucionados que ejercen como sirvientes de la raza humana planean su propia rebelión contra esta. Y en medio de todo ello personajes como Star Hawkins y Manhunter 2070 malviven intentando sacar tajada del agitado clima mientras los miembros de los Star Rovers se convierten en improvisados testigos del nuevo orden galáctico. La ascendencia a la divinidad inmortal por parte de uno de los personajes acaba desatando una guerra de cariz religioso que pronto amenaza con sumir a toda la galaxia en el caos y la destrucción.
Con un argumento repleto de subtramas y una interesante caracterización de personajes, el guión de Crepúsculo puede resultar sin embargo un hueso duro de roer para el lector. Por un lado Chaykin recurre al contraste entre el blanco e inofensivo pasado editorial de los protagonistas y sus mucho más crudas, cínicas y moralmente cuestionables versiones. Un juego de espejos deformantes que pierde buena parte de su efectividad al tratarse de unos personajes ámpliamente desconocidos para el lector medio –y más aún para el no estadounidense. Por otra parte la cantidad de temas volcados en la trama acaban por saturar el ritmo de esta, que pasa de puntillas por muchos de ellos dando la sensación de que el conjunto se hubiese beneficiado de haber gozado de una numeración mayor. Chaykin teje un ambicioso fresco de ciencia ficción, más próximo en su afán rupturista y desmitificador a las viñetas europeas de vanguardia que al cómic mainstream estadounidense y que recuerda en varios momentos a títulos como El Incal.
Pero mientras que pueden achacarse problemas al guión, la labor de José Luis García-López es incuestionable. El veterano dibujante gallego, responsable de legendarias etapas de Superman, Batman y Deadman y artista modelo de la editorial durante décadas, elabora aquí unas espectaculares páginas que plasman espectacularmente ese decadente y alienígena futuro. Páginas plagadas de detalles y resueltas con una limpieza y elegancia que minimiza en más de una ocasión los problemas de ritmo antes citados. La expresividad y caracterización de los personajes; la dinámica composición de unas páginas que alternan todas las combinaciones narrativas que el guión de Chaykin proponga… cualquier epíteto que pueda hacerse de su trabajo desmerecerá un recital visual que por sí solo justifica la adquisición del cómic.
La miniserie fue publicada a finales de 1990 pasando bastante desapercibida. El escaso tirón de sus protagonistas y su salida cuando la deconstrucción adulta del cómic USA empezaba a estancarse en favor del gran espectáculo pre-Image acabaron dejando el resultado en tierra de nadie. Sus remozadas versiones de los personajes así como el interesante escenario concebido para las mismas no encontraron continuidad más allá de una breve aportación del propio Chaykin en el especial Ironwolf: Las Llamas de la Revolución, donde nuevamente rescataba a su primeriza creación junto a Mike Mignola. La actual reedición a cargo de ECC permite recuperar esta estimulante rareza, tan atrevida y única ahora como lo fue durante su lanzamiento original.
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