Lazarus: Crónica de un futuro presente
Aunque pueda parecer lo contrario, la ciencia-ficción suele estar relacionada con la cruda realidad del presente. La descripción de mundos futuros suele responder en muchos casos a realidades del aquí y ahora, permitiendo a los autores disertar sobre cuestiones actuales mediante la coartada de lo fantástico. Un enfoque que parece ser la base utilizada por Greg Rucka para concebir Lazarus, publicada en el seno de Image y editada en nuestro país por Norma Editorial.
Crisis económica, inestabilidad de los gobiernos, globalización sin control, auge del corporativismo, aumento de la brecha social y económica… Elementos que se asoman a diario en las portadas de periódicos e informativos televisivos con especial relevancia en la última década. Un caldo de cultivo a partir del cual Rucka construye una distopia donde dicha situación ha llegado a un callejón sin salida propiciando un nuevo orden mundial. Uno donde todo el poder político y económico se ha concentrado en dieciséis familias que, a medio camino entre conglomerados empresariales y clanes mafiosos, gobiernan otras tantas áreas en las que ha quedado dividido el planeta cual feudos medievales, clasificando a la población en tres estamentos sociales: familiares, siervos y sobrantes (sic). Lejos de contentarse con su enorme poder e influencia, dichas familias mantienen asimismo un complicado entramado de alianzas y disputas a menudo resueltas mediante violencia. Para tales ocasiones surgen la figura de los lazarus, letales guerreros con habilidades sobrehumanas logradas mediante ingeniería genética.
Lazarus centra su protagonismo en Forever, el lazarus de la familia Carlyle, que se convierte a su pesar en una pieza clave de las luchas de poder entre el líder del clan Malcom Carlyle y sus hijos Stephen, Beth y los gemelos Jonah y Johanna. La serie arranca precisamente con el plan de los dos últimos para derrocar a su padre y hacerse con el poder. Un plan que se descontrola y en el que acabaran implicándose otras familias y sus respectivos lazarus. Intrigas y escenas de acción aparte –mostradas de forma sobria pero sin escatimar crudeza-, Rucka se toma su tiempo para alternar esa trama familiar de ecos shakesperianos con líneas argumentales paralelas sobre la descripción de ese mundo futuro, mostrando las desigualdades entre sus habitantes mediante personajes secundarios que buscan medrar en el nuevo orden o bien aspiran a destruirlo mediante una resistencia clandestina y terrorista. Otro apartado importante es el desarrollo de la personalidad de la propia Forever, cuyos duros orígenes y formación como lazarus es narrada en forma de flashbacks. Un apartado donde el guionista vuelve a certificar el don para la construcción de personajes femeninos fuertes y de gran personalidad que han ido jalonando su trayectoria.
Con grandes dosis de acción, que a partir del #20 USA comienzan a adquirir un tratamiento próximo al género bélico a medida que los roces entre familias van escalando, la clave del guión está en la creación de unos interesantes personajes que demuestran varias facetas y de cuya interacción surgen chispas. Buen ejemplo de ello es la relación de amistad -y en el caso del primero algo más- que Forever mantiene con Joacquim Morray y Sonya Bitter, los lazarus de dos familias rivales pese a que en cualquier momento pueden verse obligados a liquidarse entre sí. Todo plasmado con encomiable narrativa por Michael Lark, cuyo dibujo siempre caracterizado por una pátina de sobrio realismo cinematográfico añade una mayor dosis de realismo cinematográfico a ese mundo futuro, tan fantástico pero al mismo tiempo tan verosímil. El dinamismo de sus páginas –especialmente en las detalladas secuencias de acción-, su manejo del sombreado y una paleta de colores que alterna diferentes tonos según la localización o el tipo de escena -tonos apagados y una predilección por el azul en los momentos más pausados contrastando con el rojo y violáceo elegido para las escenas de violencia-, redondean una combinación de escritura e ilustración que funciona como un reloj suizo.
Con la publicación de su quinto tomo recopilatorio, Lazarus alcanza un punto álgido mediante la ampliación de la guerra entre familias, la complicación del arribismo entre los hermanos Carlyle y la revelación de un importante dato sobre el origen de Forever que trastoca todo lo que esta creía saber. Un momento en el que Rucka ha decidido pausar temporalmente la cabecera para dar un respiro a Lark y sus diversos compromisos -lo que da una idea de la notable implicación del dibujante en el resultado final. Un parón suavizado por la publicación de Lazarus: X+66, miniserie donde el guionista, acompañado por dibujantes como Steve Lieber, Mack Chatter y Justin Greenwood, expande ese mundo futuro mediante historias unitarias centradas en algunos de los personajes secundarios presentados previamente. Un añadido complementario al plan a largo plazo de Rucka para la serie, de la que según sus declaraciones los veintiséis números publicados apenas constituyen una cuarta parte. A falta de ver lo que acabe dando de si ese futuro desarrollo, Lazarus supone una de las cabeceras más estimulantes del panorama actual, con un potencial que la sitúa como futuro título de referencia.
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