Marvel Saga #48 - Daredevil #14: El Dossier Murdock

Kingpin está dispuesto a todo con tal de desenmascarar a Daredevil

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Si algo valoro a la hora de contemplar una larga etapa como la que ahora termina, es la forma en la que sus creadores han salido cerrar todas las tramas y darle coherencia a la historia. Es cierto que determinados personajes no necesitan de este “cierre” y podemos disfrutar, por ejemplo, de las historias de Spiderman mes a mes, sin que el final de una saga suponga cambios sustanciales en el personaje o altere en gran medida el status quo del protagonista. Sin embargo, hay otros personajes que parecen destinados a vivir historias a menudo trascendentales, en las que el final de la misma nos deja listos para vivir un nuevo comienzo y, sobre todo, en la que notamos durante su lectura que todo estaba perfectamente orquestado para que las piezas fueran poco a poco ocupando el lugar que les corresponde.


Uno de estos casos es el cierre que Brian Michael Bendis y Alex Maleev dan a la historia que comenzaba varios volúmenes atrás en Marvel Saga #13 - Daredevil #5: Lugarteniente, dignos de emplear la expresión “poner el broche de oro”. Los propios asociados de Kingpin decidían traicionarle al más puro estilo romano y lo dejaban por muerto, dando lugar a una guerra de poder en la ciudad y a la elección por la violencia de un nuevo señor del crimen y protector de Hell´s Kitchen. Cada nueva saga solo servía para atraer la atención de más y más lectores y golpes de timón como la revelación de la identidad civil de Daredevil que en manos de otros guionistas hubiera sido un recurso pobre y repetitivo, pero que en las sabias manos de Bendis nos dejaban una memorable historia que da gusto releer cada cierto tiempo.


Ahora nos llega El Dossier Murdock y, en esta última saga, los autores cumplen con lo prometido, no solo deseando ver qué hace Ed Brubaker con el personaje, ahora que su futuro parece estar escrito en ese inesperado y genial cliffhanger con el que se despiden, sino porque con estos últimos números dan a Wilson Fisk el lugar que le corresponde, devolviéndonos a las primeras entregas y cerrando por tanto el ciclo abierto a su llegada. A estas alturas de la historia, Kingpin está obsesionado con demostrar que Daredevil y Matt Murdock son la misma persona y no dudará en acudir al FBI con tan de acabar con su viejo enemigo, aportando todas las pruebas necesarias contenidas en el archivo que da nombre a la saga.


No me olvido de Alex Maleev, sin cuya aportación no imaginamos ya la descompresión narrativa característica de Bendis, al ser el único artista capaz de repetir una viñeta en varias ocasiones, siguiendo el ritmo marcado por Bendis en una interesante conversación, consiguiendo que el resultado final sea arte y no un ingenioso ardid del artista que no llega a tiempo de entregar sus páginas. Un tomo que supone la consagración de Bendis y Maleev en el panteón del personaje, donde autores como Frank Miller han dejado ya su huella.