El Monstruo

Manual de terror ochentero

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Creada por Alan Moore en los años 80, la serie Monster tiene la particularidad de haberle tenido como guionista durante una sola entrega, ya que como sabrán los fans del guionista, durante estos años se encargó de escribir buena parte de las obras que han ayudado a consagrarlo como uno de los mejores guionistas del mundo del cómic. Sin embargo, le sustituyeron en esta tarea John Wagner y Alan Grant, por lo que el interés del producto no hizo sino aumentar con la marcha de Moore. La serie se publicó originalmente en el semanario de terror Scream! y, a pesar de su errática aparición, la lectura en tomo la redime totalmente, dejándonos una historia sencilla pero absorbente, de esas en las que realmente te llegas a preocupar por el destino de los protagonistas aunque solo les hayas conocido hace unas pocas páginas.


Nuestro protagonista es Kenny, un chico de 12 años a los que todos llaman El Monstruo, debido a una deformidad física, y al que su discapacidad mental no ayuda demasiado a encajar con el resto de chicos de su edad. La terrible muerte de sus padres le lleva a vivir con su tío Terry, que también tiene problemas para adaptarse a la vida en sociedad y que formará una extraña pareja con su sobrino. Una de las claves de la historia es su formato. Debido a la publicación semanal en la revista Scream!, cada capítulo estaba formado por tres o cuatro páginas, dentro de las cuales había que hacer un pequeño resumen de vez en cuando y, sobre todo, allanar el terreno para que la última página del capítulo terminase con un magnífico cliffhanger, cosa nada fácil. Sin embargo, los guionistas salen airosos del encargo y, durante la lectura del tomo, a pesar de saber que la continuación de la historia sólo está a una página de distancia, he querido en varias ocasiones quedarme parado y saborear estos geniales “continuará…” con lo que los lectores fueron sorprendidos durante su publicación original.


La historia da para mucho, ya que la implacable persecución a la que son sometidos nuestros protagonistas nos lleva constantemente a cambiar de escenario y, durante toda la obra, nos acompaña una sensación de que todo puede pasarles en cada entrega, lo que casa con el tono de terror de la obra. El dibujo, primero de Heinzl y luego de Jesús Redondo, encaja perfectamente con el relato, recreándose como era lógico con la parte más cruda y macabra de los asesinatos que se producen. Un producto desconocido para muchos, que ahora nos trae ECC de forma completa, lista para disfrutar para las nuevas generaciones de lectores.