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Superlópez: Mucho más que una parodia patria

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 18/03/2018

Tras su adquisición del sello Ediciones B Random House prosiguió con su ecléctica e interesante labor en el panorama español apuntándose un nuevo tanto sumando a su catálogo la edición de Superlópez, uno de los títulos más populares del cómic patrio de las últimas tres décadas. Aprovechando que este 2018 confluyen tanto el 45º aniversario del personaje como el próximo estreno de su largamente pospuesta adaptación cinematográfica, Random redondea la jugada de la mejor manera posible: recuperando en dos tomos los primeros álbumes del personaje, considerados unánimemente una joya del humor y una revalorizado objeto de culto.


Pero ni esas son sus primeras aventuras ni el personaje ha sido siempre tal y como lo conocemos actualmente. Nacido en 1973 del lápiz del dibujante Juan López Fernández –conocido por el seudónimo de Jan-, Superlópez fue fruto de un encargo de la editorial Euredit para añadir en una parodia de Superman a su revista de cómic satírico Humor Siglo XX. Aquellas primeras historias, publicadas en formato apaisado, blanco y negro y sin diálogos, presentaban a Juan López, un español casado con una esposa hortera y enfrentado a problemas de la vida cotidiana que solventaba imaginándose como un superhéroe. Dos años después, la editorial Bruguera adquirió los derechos del personaje y encargó a Jan continuarlo para cabeceras como Tío Vivo y Mortadelo Gigante. Esta segunda versión, ahora a color y con diálogos, protagonizaba historias cortas de una o dos páginas sobre anécdotas humorísticas cotidianas. Dichas historias -posteriormente recopiladas en el álbum El Génesis de Superlópez- eran dictadas por la editorial para frustración del dibujante, que las veía repetitivas y anticuadas. La situación cambió en 1978 con la entrada del guionista Francisco Pérez Navarro.


La entrada de Navarro -que firmaba sus guiones con el seudónimo de Efepé- supuso un cambio radical gracias a unos guiones mucho más extensos y ambiciosos, que se beneficiaban asimismo del amplio conocimiento del guionista sobre el cómic de superhéroes USA con multitud de guiños al mismo. De entrada se recreó el origen del personaje aproximándolo más al de Superman, convirtiendo al protagonista en el último superviviente del planeta Chitón (sic), criado en Barcelona y ocultando su personalidad bajo la de un soltero y gris oficinista. A continuación, se le añadió un nuevo plantel de secundarios que parodiaban a los de su contrapartida original –la temperamental Luisa Lanas (Lois Lane), el metomentodo Jaime González (Jimmy Olsen), el arisco Jefe (Perry White), etc- mientras el dibujante daba a sus dibujos un estilo mucho más detallado y expresivo sin abandonar el cariz paródico. La colaboración Efepé/Jan prosiguió con la presentación de el Supergrupo, parodia/homenaje a personajes como el Capitán América, los 4 Fantásticos, el Dr. Extraño o Iron Man, protagonistas de argumentos donde los gags recurrentes se daban la mano historias sólidas y elaboradas.


Con esta nueva versión convertida en un éxito en 1980, los compromisos profesionales de Efepé llevaron a Jan a hacerse cargo del personaje como autor completo. El resultado fue que los guiños y parodias continuas al cómic de superhéroes comenzaron a reducirse en favor de otro tipo de referencias –literarias, mitológicas, cinematográficas- y que incluían elementos enfocados hacia mundo real que ocasionalmente abordaban temas de crítica social.
Así empezaron a sucederse historias de ciencia ficción (Los Aligenígenas), mitológicas (La Caja de Pandora), basadas en clásicos literarios (El Señor de los Chupetes, Al Centro de la Tierra) y detectivescas (La Semana más Larga). Mención aparte para La Gran Superproducción y su descacharrante parodia del mundo del cine y las posibles lecturas de tintes políticos de Los Cabecicubos. Historias donde Jan amplió el reparto de secundarios recurrentes con personajes como el Inspector Hólmez y su hija Martha, el general Sintacha y los villanos Al Trapone y Escariano Avieso. Por otro lado, historias como Un Camello Subió a un Tranvía…, El Castillo de Arena o El Gran Botellón eran aprovechadas por el autor para criticar temas como el tráfico de drogas, la contaminación nuclear o el consumo de alcohol. A modo de rareza destaca Los Petisos Carambanales, historia que experimenta con la narrativa no lineal ofreciendo al lector diferentes desenlaces según las elecciones de este último.


Tras el cierre de Bruguera en 1987, el personaje pasó a ser propiedad de Ediciones B con Jan produciendo regularmente nuevas historias –publicadas directamente en formato álbum a partir de mediados de los 90- hasta alcanzar un total de setenta y siete entregas en la actualidad. El consenso generalizado suele ser que tras los diez primeros álbumes la calidad de la serie comenzó a resentirse debido a historias con argumentos cada vez más simples, excesivamente alargadas y repletas de gags repetitivos. Con todo, entregas como El Infierno –peculiar versión de la Divina Comedia-, la trilogía sobre la villana Lady Araña o el reciente retorno del Supergrupo –nuevamente con Efepé a los guiones- siguen recordando la razón de que el personaje se haya convertido en un hito de cómic español. Un hito cuya quintaesencia recogen los dos recopilatorios recién recuperados por Random y cuya efectividad a la hora de provocar la carcajada los convierten en ineludibles en la estantería de cualquier lector que se precie.


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