Flash de Mark Waid: Impulso Bart Allen: Confesiones de un velocista adolescente
Artículos relacionados
· Flash: La Guerra de los Gorilas
· Flash de Geoff Johns: El País de las Maravillas
· Flash de Mark Waid: El regreso de Barry Allen
El paso del tiempo ha servido para encumbrar a dos guionistas como las principales influencias de la historia más reciente de Flash. El primero, Geoff Johns, de quien hemos hablado largo y tendido en esta web, consiguió que, a fuerza de cliffhangers imposibles y de la consolidación de la galería de villanos más letal conocida, los lectores no pudiesen pasar sin su dosis mensual de aventuras del Velocista Escarlata. Sin embargo, antes de que Johns llegase a la serie, otro era el encargado de dejarnos pegados a nuestro sofá favorito mes a mes a fuerza de ingeniosos guiones, de la compañía de artistas tan espectaculares como Mike Wieringo o nuestro compatriota Carlos Pacheco, y de un conjunto de buenos cómics que hoy están de nuevo de actualidad gracias a la recopilación en tapa dura que ECC está haciendo de esta inmejorable etapa.
Después de Nacido para Correr, que nos presentaba el origen de Wally West, y de El Regreso de Barry Allen, este tercer tomo que ahora nos llega viene decidido a ampliar la familia de corredores de DC y, para ello, nada mejor que uno de esos imposibles viajes en el tiempo tan característicos de la serie y de la etapa de Waid en particular, para incorporar al elenco de velocistas a Bart Allen, el futuro nieto de Barry Allen, que además de para conseguir atraer la atención de los lectores más jóvenes, nos presentaba una versión chulesca, deslenguada y encantadora de lo que Wally o Barry habían supuesto para el personaje. Para los lectores de nuevo cuño, venía a ser el equivalente de Damian Wayne si lo comparamos al Caballero Oscuro, una versión modernizada, desafiante y muy divertida en la comparación con su “versión original”, más seria y conservadora.
Waid vio rápidamente el potencial del personaje y le dio mucho protagonismo en la serie, sin descuidar sin embargo las tramas abiertas hasta la fecha con Barry y Wally que, de un día para otro, contemplaban como la familia crecía y tenían que hacer las veces de canguros de un chico con unos poderes, que a menudo superaban a los suyos pero con la inexperiencia de un adolescente. En las más de 400 páginas del tomo caben además muchas y buenas historias, como la de la navidad más rara que recuerdan los habitantes de Keystone City, inmersos en una sofocante ola de calor, o cuando Wally intenta ampliar aún más su velocidad echando mano de la fórmula de la velocidad de Johnny Quick para así poder ayudar a un mayor número de personas. Mike Wieringo hace un estupendo trabajo a los lápices, ya que su desenfadado estilo casa a la perfección con lo que representa Impulso y, si a eso sumamos uno de los mejores trabajos de Carlos Pacheco durante su etapa en DC, el tomo resulta de obligada compra para los fans de Flash.
|
|
|