Strangers in Paradise: 25 años de un triángulo irrepetible
Son varias las posibles manera maneras en que puede escribirse Strangers in Paradise al lector neófito que pretenda acercarse por primera vez a la obra señera de Terry Moore. Historia de un triángulo amoroso poco convencional, cómic costumbrista sobre la juventud y sus desencuentros vitales, amalgama de humor paródico y tragedia intimista, reivindicación de la pluralidad sexual, thriller de intriga, road movie vitalista… todas acertadas y todas equivocadas, pues la cabecera que nos ocupa es uno de esos casos en los que el total es mayor a la suma de sus partes.
Strangers in Paradise nació en 1993 fruto de un impulso creativo de su autor. Tras unos primeros trabajos en el mundo de las tiras de prensa e influenciado por autores del panorama independiente como Dave Sim, Daniel Clowes o los hermanos Hernández, Moore decidió dar salida a una historia larga, centrada en personajes y situaciones cotidianas, optando por la autoedición en una pequeña editorial independiente llamada Antartic Press, dedicada principalmente a títulos del llamado “amerimanga”. Allí fue donde se publicó una miniserie de tres números en la que Moore presentaba a Francine Peters, Katina Choovanski (más conocida como Katchoo) y su amigo común David Qin. Un trío que oscila entre la amistad que Francine profesa frente al enamoramiento que Katchoo siente por Francine y el que David siente por Katchoo, la cual rechaza pese al gran aprecio que siente por este último.
El desarrollo de este inusual triángulo descansa por completo sobre el interesante perfil que Moore otorga a cada uno de los integrantes del mismo, contrastando el carácter dulce pero lleno de inseguridades de Francine con la impulsiva e incluso violenta personalidad de Katchoo y el sensible carácter de David. Ya en esos primeros números Moore hace gala de una sensibilidad y una pericia como guionista que le permite esquivar todos los tópicos relacionados con este tipo de argumentos y sus personajes prototípicos para crear unos protagonistas con identidad y complejidades propias que el lector siente como perfectamente verosímiles y reales. Una trama que aborda directamente y sin coartadas el tema de la homosexualidad en una época donde este era una rareza -cuando no directamente tabú- en el cómic USA más comercial.
Tras la buena aceptación de este primer volumen, Moore pasaría a autoeditarse creando su propio sello editorial –Abstract Studio- y reiniciando la serie con una nueva numeración. Este volumen 2 ocuparía un total de catorce entregas en las que Moore comienza a complicar la trama inicial cuando secretos del violento y oscuro pasado de Katchoo y David comiencen a salir a la luz. Secretos relacionados con la aparición de nuevos personajes como la manipuladora Darcy Parker, hermana de David y líder de una organización criminal de la que Katchoo formaba parte; Freddie Femurs, el obsesivo e infiel ex novio empresario de Francine o la instructora de aerobic Casey Bullocks, esposa de Femurs pero que acaba teniendo una relación amorosa con Katchoo. Unos personajes que cambian, evolucionan y sufren triunfos y tragedias a lo largo de una trama que, si bien adquiere toques de thriller, nunca olvida que el corazón de su historia reside en las a menudo complicadas relaciones sentimentales de sus personajes.
Ese toque realista y cercano que desprende el guión tiene su reflejo narrativo en los dibujos de Moore. Su dibujo en sobrio blanco y negro, de acabado amable y sencillo pero lleno de detalles, muestra a unos personajes alejados de los típicos cuerpos idealizados y con tendencia a posturas forzadas, prefiriendo plasmar anatomías y estéticas mucho más verosímiles y reconocibles. Asimismo Moore llena la narración de alusiones y citas –no siempre explícitas- a poemas y letras de canciones que complementan tanto el tono emocional de la trama como el estado anímico de los personajes en determinado momento y situación.
Convertido ya por la crítica en un título de culto galardonado con un premio Eisner, en 1996 Moore inició la publicación de un tercer volumen bajo el paraguas de Homage Comics, sello de autor creado por Jim Lee para Wildstorm Studios –en aquel momento aún parte de Image Comics-. Sin embargo tras apenas ocho números de este tercer volumen el autor decidió volver a la autoedición, editado de nuevo a través de Abstract Studio hasta su conclusión definitiva de la serie en 2007 con la publicación del #90. Desde entonces ha alternado trabajos de encargo para las grandes editoriales como Marvel (Runaways) con otras obras de producción propia como Echo o Rachel Rising. Sin embargo, y pese a declarar haber contado todo cuanto había planeado de la forma en que quería parece que aún queda al menos una historia más que narrar, como se deduce del anuncio de la publicación de una nueva miniserie que coincidirá con el 25º aniversario de la cabecera. Mientras esperamos para catar dicho retorno Norma editorial ha decidió rescatar las desventuras Francine, Katchoo y compañía mediante una nueva y lujosa edición de una de las series más atípicas y estimulantes que el cómic USA ha ofrecido en las últimas tres décadas.
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