Cuando días atrás saltaba la noticia de que Steven Spielberg anunciaba la adaptación del personaje de Blackhawk como su nuevo proyecto cinematográfico, varias reacciones saltaron a la palestra. Para Warner suponía una inyección de credibilidad necesaria en lo referente al tambaleante estado actual del Universo DC cinematográfico. Para Spielberg suponía saldar una cuenta pendiente con uno de los personajes de cómic favoritos de su infancia, al que ya trató de llevar previamente al cine en varias ocasiones sin éxito –su primer intento data nada menos que de 1982, recién salido del éxito de E.T: el Extraterrestre-. Pero para el público en general supuso la revelación de un personaje mayormente desconocido, creado en los años cuarenta pero cuyo mayor potencial no sería destapado hasta finales de los ochenta de manos de Howard Chaykin.
Creado para la editorial Quality Comics, Blackhawk apareció por primera vez en 1941 en las páginas de Military Comics #1. Su paternidad se debe a nada menos que a Will Eisner quien, con la colaboración de Bob Powell y Chuck Cuidera, creó un escuadrón de pilotos de combate pertenecientes a diversas nacionalidades (Francia, Holanda, Norteamerica, China) encabezados por un misterioso líder conocido como Blackhawk y que, de forma independiente y desde su propia base en la isla Blackhawk, realizaban toda clase de operaciones contra las fuerzas del Eje. Unos personajes bélicos de evidente carácter propagandístico en relación a la entonces en curso Segunda Guerra Mundial y cuya popularidad -la cabecera acabaría siendo renombrada con el nombre del protagonista- sobrepasaría al citado conflicto, llegando incluso a conocer una primera adaptación en forma de serial cinematográfico durante los años cincuenta.
Precisamente a finales de los años cincuenta, Quality fue adquirida por DC Comics, quien seguiría publicando aventuras del personaje durante la Edad de Plata con ciertos altibajos, que incluyeron discutibles intentos de actualización con los personajes adoptando identidades superheroicas y elementos del genero de espionaje antes de volver a sus raíces en los años ochenta. Sin embargo, la verdadera renovación llegaría con el reinicio de la continuidad tras Crisis en Tierras Infinitas y la remodelación adulta del cómic mainstream de la época, cuando DC confió la tarea de recrear el personaje a Howard Chaykin.
El siempre provocador creador de American Flagg decidió devolver a los personajes a sus raíces, manteniendo el tono bélico de sus andanzas pero dotándolo de una mayor carga de cinismo y crítica política. En la miniserie editada en formato prestigio Chaykin explicitaba el origen del personaje titular como un judío de origen polaco llamado Janos Prohaska, quien al inicio de la trama es despojado de la nacionalidad norteamericana debido a sus lazos con comunistas soviéticos durante la Guerra Civil española. Convertidos en exiliados forzosos, Prohaska y el resto del comando Blackshawk –que incluye a la capitana Natalie Reed, ingeniera norteamericana expatriada en la URSS- se ven involucrados en una trama sobre el robo de una bomba atómica por parte de los nazis, quienes cuentan entre sus filas con Sir Death Mayhew, antiguo astro cinematográfico descubierto como espía nazi por el propio Blackhawk -un personaje claramente inspirado en Errol Flynn y la recurrente leyenda urbana sobre su filiación pronazi- y líder de los Leones Blancos, el equivalente fascista del escuadrón Blackhawk.
Chaykin proponía así una trepidante aventura a lo largo de medio mundo que incluía espionaje, gangsters, críticas al antisemitismo y la paranoia comunista, armas secretas e incluso escenas sexuales más o menos explícitas a cargo de un héroe dotado de carácter ambiguo y discutible. Chaykin, también dibujante, mantenía aquí la estética tosca e irregular que caracteriza su trazo habitual pero disimulaba dichas limitaciones con un despliegue narrativo que incluía elaboradas elipsis, secuencias oníricas cargadas de simbolismo -el simbólico sueño donde el halcón y el león se enfrentan dejando la estela de las barras y estrellas y la esvástica respectivamente- y el uso de ilustraciones que imitaban paginas de revistas y/o imágenes de noticiarios.
El resultado fue uno de los mejores trabajos de su autor que para muchos puso nuevamente en el mapa al personaje. La propia DC no fue ajena a ello, otorgando una nueva cabecera al personaje que seguía las pautas fijadas por Chaykin pero que, pese a contar con nombres como los de Doug Moench o John Ostrander, fue cancelada tras apenas dieciséis entregas y un especial. Desde entonces Blackhawk y sus pilotos han protagonizado fugaces apariciones en títulos como Sandman Mistery Theatre, Superman and Batman: Generaciones o First Wave, gozando brévemente de otra serie propia durante el lanzamiento de los Nuevos 52 –si bien apenas alcanzó ocho entregas-. En España el desconocimiento sobre el personaje es aún mayor, pues aparte de la miniserie de Chaykin (la cual no ha vuelto a ser editada desde los tiempos de Ediciones Zinco) la publicación de sus aventuras ha sido prácticamente nula. Gracias al impulso del rey Midas de Hollywood –quien ya propició una resurrección editorial del personaje en los ochenta con su frustrado primer intento de adaptación- sospechamos que dicho estatus cambiará. Mientras tanto está en manos de ECC Ediciones la oportunidad de rescatar del ostracismo a tan interesante personaje antes de que lo haga la gran pantalla.