Marvel Héroes - Las Historias Jamás Contadas de Spider-man

Kurt Busiek se disfraza de Stan Lee para conseguir una pequeña obra maestra

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Los que llevamos más de tres décadas leyendo cómics, sabemos que los 90 fueron una etapa complicada para el medio y, visto en perspectiva, casi nos merecíamos algún tipo de medalla creada expresamente para aquellos que supimos aguantar el tirón y seguir fieles a nuestra afición cuando la calidad media de los que llegaba a las librerías bajaba cada mes. Spider-man sufrió como pocos las consecuencias de no contar con un editor a la altura, que supiera valorar al personaje que tenía entre manos y pusiera un rumbo fijo a las aventuras de nuestro amistoso vecino que, durante bastantes meses, se limitaba a dar tumbos sin saber hacia dónde iba. Pero, como suele suceder en este tipo de casos, entre muchas cabeceras repletas de historias entretenidas aunque fácilmente olvidables, llegaba Las Historias Jamás Contadas de Spider-man, que se mantuvo durante veinticinco números y algún que otro especial, y que podemos asegurar es una de las mejores series dedicadas al trepamuros que jamás se hayan publicado. La serie salía a la venta al precio reducido de 99 centavos, lo que sin duda ayudó a que el gran público se fijase en ella y este pequeño sello diferenciador se mantuvo hasta el final de la colección.


El secreto de la colección radica en su aparente simplicidad y en el hecho de que no formaba parte de la continuidad en el momento de su publicación. Y es que frente a las nuevas aventuras “oficiales” del personaje, que seguían llegando mes a mes a las librerías, esta serie transcurría durante las historias originales de Spidey, aquellas ideadas por Stan Lee y Steve Ditko en los años 60. Para mayor complicación, las aventuras que ahora nos contaba Kurt Busiek casaban a la perfección con aquellas historias clásicas que casi nos sabíamos de memoria, encajando como los complicados engranajes de un reloj y añadiendo información adicional a lo que pasaba entre las páginas, y casi entre las viñetas, del material original. De esta forma, haciendo un ejercicio de retrocontinuidad que ya quisiera Bendis, los lectores disfrutábamos a varios niveles de la genialidad de la propuesta; por un lado, leyendo nuevas historias, fieles al espíritu clásico del personaje, por las que parecía no haber surtido efecto el temible paso del tiempo y, por otro, disfrutando de los continuos viajes en busca del material original y comprobando el buen hacer de Busiek, infalible para que todo resultase sencillamente perfecto.


Patt Ollife se haría cargo del dibujo de casi todas las entregas, con un estilo cercano al de Ditko, lo que ayudaba aún más a conseguir la sensación de que se trataba de “números perdidos” de la serie, ayudado en algunas entregas por Ron Frenz o el mismísimo John Romita padre, que ayudó a hacer de Spider-man el personaje que hoy es. El Doctor Octopus, el Hombre de Arena, el Lagarto o el Buitre son algunos de los villanos que aparecerán por las más de 800 páginas de este recomendable tomo, y héroes como Ojo de Halcón, La Patrulla-X o La Antorcha Humana le ayudarán en algunas de sus aventuras. Como no podía ser menos, los intereses románticos de Peter jugarán un papel importante en la serie, manteniéndose fiel al espíritu de las primeras entregas, y cierta pelirroja hará una esperada aparición. En resumen, un conjunto de historias sencillas, que dejan claro el amor y respeto de Busiek por el personaje, que vuelven a estar disponibles en un espectacular tomo en tapa dura que ningún fan de Spider-man debería dejar escapar.