Grayson: Integral

Bienvenido a la tela de araña

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En muchas ocasiones, la situación irresoluble en la que un guionista deja a un personaje supone una oportunidad de oro para la persona que llega después a escribir sus aventuras, para reinventarlo o al menos, para hacer cambios sustanciales en su entorno. Lo hemos visto muchas veces, sobre todo con la llegada de los Nuevos 52, ese reseteo editorial que servía para que autores de la talla de Grant Morrison reinventaran a verdaderos iconos del cómic como Superman. Precisamente de los Nuevos 52 surgió la serie que ahora comentamos. Al final de la saga Maldad Eterna, la identidad de Nightwing era desvelada y Dick Grayson era asesinado ante los atónitos ojos de sus compañeros aunque, lógicamente, después descubríamos que se trataba de una estratagema y que seguía vivo.


Así, los guionistas Tom King y Tim Seeley ni siquiera necesitaban de una muerte real (o todo lo real que una muerte puede ser en los cómics) para volver a presentar al personaje, sino que les bastaba y les sobraba con que el mundo creyese que Grayson estaba muerto para traernos una de las propuestas más sugerentes que he tenido el placer de disfrutar en los últimos años. Dick se infiltra en la Spyral como su Agente 37, a las órdenes de su misterioso líder, el Señor Minos, el hombre con la cara de laberinto, una forma de explicar los efectos que el implante Hipnos provoca en aquellos que intentan identificar a los agentes de Spyral, consiguiendo tan sólo verles con una especie de remolino donde deberían ver su cara. Contando tan sólo con la ayuda de Batman, una de las pocas personas que conoce la realidad de su misión, Dick deberá jugar a dos bandas si quiere sobrevivir y completar con éxito su tarea.


También conoceremos a Helena Bertinelli, compañera de Grayson desde su llegada, que cumple con creces los dos requisitos de todo buen compañero espía: una innegable química sexual con nuestro protagonista, y una buena ración de secretos. Como dice un personaje al conocer es escondite de Spyral: “todo es deliciosamente hortera. Muy del Fleming de los sesenta”. Y es que son innegables las referencias a James Bond, Misión Imposible o la serie Alias, todo un mundo de espionaje internacional puesto al servicio del recién llegado Agente 37. Un adictivo coctel de referencias que mejora en esta nueva edición, que incluye la serie completa, incluidos anuales y su cruce con la saga La Guerra de los Robin.


El arte corre a cargo de varios autores, entre los que destaca el pamplonica Mikel Janin, quien con su estilo realista y su facilidad para coreografiar los movimientos del antigua artista de circo casi a cámara lenta, nos sumerge en Spyral y en la red de intrigas urdida por Seeley y King desde la primera viñeta. Es sus manos, el personaje resulta chulo e irresistible a partes iguales y, si hay posibilidad de dibujarlo sin camiseta, mejor que mejor, que eso nunca viene mal para atraer lectores. Una apuesta inusual y muy satisfactoria que demuestra que tan sólo basta una buena idea para conseguir que el personaje más anodino cobre nueva vida y la serie que protagoniza, una lectura imprescindible.