Authority: El Año Perdido

Atrapados en las infinitas dimensiones alternativas

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La publicación de The Authority en Estados Unidos ha sido siempre unida a la polémica y no precisamente por lo corrosivo de sus guiones, la brutalidad de algunos personajes, o por haber ayudado a contar esas historias tan comunes hoy en día, más grandes que la vida, como si del nuevo blockbuster veraniego se tratasen. La polémica ha venido en la mayor parte de los casos por lo errático de su llegada a las tiendas. Después de los dos primeros y excelentes volúmenes, obra de Warren Ellis y Bryan Hitch y de Mark Millar y Frank Quitely, que llegaron con razonables retrasos a las tiendas, algo nada raro a tenor de los dibujantes elegidos, que se caracterizan por su tardanza en entregar los materiales, la serie nunca ha llegado a recuperar la regularidad, y lo más frecuente desde esos dos primeros tomos ha sido que llegue en forma de miniseries o especiales, para que los lectores no sufran demasiado en la espera.


Lo que podría parecer algo anecdótico, tiene en el tomo que ahora publica ECC mayor importancia, ya que el cambio de guionista sufrido al inicio de la serie de 12 números pudo provocar la cancelación definitiva de la colección. Tras las etapas de Robbie Morrison y Ed Brubaker, se anunciaba a bombo y platillo que el mismísimo Grant Morrison se haría cargo junto a Gene Ha del nuevo volumen de la serie, que llegaría con cadencia bimestral lo que aseguraba la puntualidad del título. Sin embargo, el segundo número saldría a la venta seis meses después del primero y, lo que peor, los meses se sucedieron sin ninguna noticia de que Morrison tuviera escrito el guión del tercer número, hasta que la editorial decidió buscarle un sustituto en Keith Giffen que, a partir de la tercera entrega, se hará cargo de los guiones. Aquí podríamos tener un intenso debate sobre la idoneidad de dejar la serie inacabada a la espera de que sus autores originales puedan regresar o decidirnos por un cambio de manos que asegure que la historia tenga un final.


En cualquier caso, lo cierto es que la tarea de Giffen no era nada fácil, y es que la genialidad de Morrison es tan grande como la complejidad de sus guiones, y que los dos primeros números suponían un tremendo cliffhanger, que dejaba al grupo perdido en una realidad alternativa sin posibilidad de que el Transporte les ayudase a regresar. El guionista echa mano aquí de su gran experiencia para hallar la solución: el equipo irá saltando de dimensión en dimensión, tratando de hallar una salida, al tiempo que conoceremos las distintas versiones del grupo que habitan en cada una de las dimensiones. El resultado es una entretenida historia, que resuelve con mucha dignidad los planteamientos iniciados por Morrison, como aquel en el que la Tierra a la que viajan les contempla como meros personajes de cómic, ya que en dicho universo no existen los superhéroes.


En el apartado gráfico se alternan demasiados dibujantes para una serie de tan sólo doce números, y quizás este baile pese más que el comentado cambio de guionista. En resumen, se trata de una nueva aventura del grupo de héroes cuyo mayor cambio frente a las etapas de Millar o Ellis sea el uso del humor, aunque era inevitable cuando J. M. DeMatteis llega a la colección, ya que ambos autores se habían hecho cargo de la JLI en una de sus más memorables etapas, caracterizada por un uso constante del sentido del humor en los personajes. Giffen sin embargo sabe mantener la épica que ha hecho grande a esta serie y nos deja una historia muy digna, que satisfará sin duda a las fans de Midnighter y compañía.