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Black Kiss: Sexo, violencia y libertad creativa

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 28/09/2018

Decir que Howard Chaykin es un provocador es casi tan superfluo como señalar que el Papa es católico. Insobornable a las modas, mandatos y políticas de la industria, Chaykyn siempre ha procurado forzar las barreras expresivas del cómic. Ahí están para demostrarlo trabajos como American Flagg y su ácida visión de la ciencia ficción o sus rompedoras revisiones de personajes clásicos como La Sombra o Blackhawk. Su creencia en el potencial sin restricciones de la viñeta como medio narrativo siempre se ha mantenido intacta, incluso cuando la calidad de sus trabajos no ha estado a la altura.

Por ello no debería extrañar que cuando a finales de los 80 DC Comics propuso una serie de medidas censoras en sus contenidos, como el uso del rótulo “Para lectores adultos” en varios títulos, Chaykin fuese uno de los primeros en mostrar su desacuerdo. Autores de la talla de Alan Moore y Frank Miller protestaron públicamente cortando sus lazos con la editorial poco después. Pero eso a Chaykin no le bastaba. El necesitaba pasar a la acción y reivindicar la libertad de desarrollar contenidos adultos. Y lo hizo elaborando el cómic más ofensivo, explícito, violento y sexual del que fuese capaz. El resultado de semejante arrebato creativo fue Black Kiss, publicado originalmente en 1988 por Vortex Comics, una pequeña editorial independiente de Canadá.


Black Kiss es una historia con trazas de serie negra clásica que cuenta como Cass Pollack, un saxofonista con lazos con la mafia, se ve involucrado en una trama de chantaje y asesinatos relacionada con Beverly Grove, una antigua estrella de cine de los años 50, y su amante Dagmar Laine, una prostituta transexual operada para ser una réplica de la propia Beverly excepto por el detalle de que tiene pene (sic). Ambas manipulan a Pollack para que recupere una antigua película pornográfica, robada de los archivos del Vaticano (sic) y que una suerte de secta satánica está utilizando para chantajear a la antigua actriz. Policías corruptos, rituales perversos, persecuciones, palizas, asesinatos, lenguaje obsceno, humor negro, gore y sexo, mucho sexo, de toda clase, condición y orientación mostrado de forma explícita forman el explosivo menú de los doce números de los que constó la obra en su edición original.


Doce entregas elaboradas en blanco y negro con apenas diez páginas por número frente a las veintidós habituales y un diseño gráfico que, además de las provocativas portadas, incluía una vistosa planificación de las contracubiertas con títulos de crédito y un divertido resumen de la trama que daban al resultado un tono de antiguo serial pulp (detalles estos últimos que desgraciadamente no fueron incluidos en las posteriores ediciones recopilatorias). El uso expresivo que el autor hace del blanco y negro y la dinámica planificación de las páginas, que en ocasiones recuerdan a un storyboard cinematográfico por su alternancia de encuadres y manejo del tiempo narrativo, resulta en uno de sus mejores trabajos como dibujante, sin que ello sea óbice para mantener algunos de sus tics como ilustrador en forma de ciertas expresiones y modelos físicos que se repiten a lo largo de todas sus obras.

A nivel argumental y leída lejos del panorama mojigato e hipócrita en el que fue publicada y para dinamitar el momento en el que fue pensada, lo cierto es que en ocasiones el autor peca de demasiado celo a la hora de querer provocar por el simple hecho de poder hacerlo, llegando en muchos momentos a rozar la parodia a base de acumular escenas y diálogos de mal gusto. Sin embargo y pese a lo tópico de la premisa, que podría estar extraída de cualquier novela hard-boiled de segunda fila, el ritmo que Chaykin logra imprimir a la historia mantiene pegado al lector, incapaz de dejar de leer atento a los continuos giros argumentales. En especial el referido a una de las protagonistas, que resitúa la historia dentro del género fantástico e invita, una vez concluida la lectura, a reiniciarla para localizar las pequeñas pistas al respecto que, desde el mismo inicio, el autor ha ido diseminando sin que nos diésemos cuenta.


Ajena al panorama mainstream, Black Kiss supuso un escándalo desde el mismo momento de su publicación. La compañía impresora con la que Vortex trabajaba habitualmente se negó a imprimir el cómic por considerarlo pornografía. Para su publicación en los EE.UU. los números incluyeron un enorme sello en portada de “Solo para lectores adultos” y se comercializaron metidos en bolsas de celofán negro para evitar que ojos inocentes (sic) pudieran corromperse echando un vistazo casual. Artículos en medios especializados a favor y en contra de la obra e incluso denuncias a ciertas librerías por distribución de material obsceno fueron algunas de las reacciones que suscitó. Por supuesto toda esa morbosa aureola de prohibición solo consiguió que el éxito comercial fuese aún mayor, convirtiendo Black Kiss en un hito que rompió moldes y abrió el camino, de forma pequeña pero decisiva, a otros estilos y sensibilidades en el cómic USA alejados del omnipresente género de los superhéroes.


Puede que actualmente muchos crean que no es para tanto. Tal vez en España ya estuviésemos curados de espanto como para ofendernos cuando Norma Editorial publicó la serie a principios de los noventa. Puede que la propia industria y su público hayan cambiado y ya no sean tan fáciles de ofender (en 2013, con motivo del 25º aniversario, Chaykin creó una secuela de seis números publicada por Image Comics que pasó relativamente desapercibida). Pero lo cierto es que, cuando se cumplen treinta años de su publicación, Black Kiss sigue conservando intactos el arrojo narrativo y la diversión salvaje con las que fue concebida por su autor. Y en una época donde la censura se disfraza de corrección política y aprovecha polémicas estériles y donde la libertad creativa de la propia industria del comic parece estar amenazada por fenómenos reaccionarios como el llamado Comicsgate su lectura se antoja no ya recomendable, sino incluso necesaria.

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