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Veneno: El héroe que nunca fue

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 08/10/2018
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El estreno de Venom (2018) adaptación cinematográfica del personaje de Marvel, ha venido acompañada de cierta polémica. No solo por la decisión de sus responsables adaptar al personaje obviando –problemas de derechos mediante- toda mención al personaje de Spiderman pese a la ligazón íntima entre el alter ego de Eddie Brock y el Hombre Araña. También por el continuo oscilamiento del tono de la cinta protagonizada por Tom Hardy, que a lo largo de su metraje no acaba de decidirse entre ser un film de superhéroes ligero y plagado de toques de humor o abrazar sus elementos más propios del thriller de suspense y terror. Curiosamente dicho defecto no es responsabilidad exclusiva del guión del film y sus connotaciones comerciales (calificación por edades, márgenes de taquilla), sino que se trata de algo heredado de los propios cómics.


Creado en 1988 en las páginas de Amazing Spiderman, Veneno nació prácticamente como una excusa para que, tras varios años luciendo un nuevo look en blanco y negro Peter Parker recuperase su icónico uniforme original con motivo del #300 USA. El guionista David Micheline recicló para ello varios cabos sueltos de etapas anteriores –el simbionte, creado para las Secret Wars, había desaparecido del mapa tras la Saga del Traje Alienígena, mientras que su mitad humana, el ambiguo periodista Eddie Brock había tenido un pequeño papel secundario en tramas como La Muerte de Jean Dewolff- jugando con la idea de crear un enemigo al que Spiderman no pudiese derrotar. Un enemigo que conociese todos sus secretos y debilidades –incluyendo no ser detectado por el sempiterno sentido arácnido- y le pusiese contra las cuerdas como ninguna de sus anteriores némesis lo había hecho. Una versión en negativo del propio Hombre Araña que sacaba partido de los puntos fuertes de Todd McFarlane, nuevo dibujante de la serie con un especial talento para crear personajes visualmente impactantes con un lado retorcido y siniestro.


El caso es que el invento funcionó. De hecho funcionó tan bien que rápidamente el nuevo villano se convirtió en uno de los favoritos de los lectores, haciendo que su presencia se volviese recurrente no solo en la series del Hombre Araña, sino también en otras cabeceras. Tal era su popularidad que, para descontento de Micheline, la editorial forzó su reconversión en héroe con objetivo de rentabilizar esa inesperada popularidad. Así el guionista se vio obligado a justificar ese cambio limando los aspectos más controvertidos del personaje –su obsesión religiosa con el pecado y las iglesias, habituales en sus primeras historias, desaparecieron por completo-, creando un nuevo villano –Matanza- que sirviese de contrapunto para justificar que en realidad Eddie y su otra mitad no eran tan malos, y convirtiéndole en un antihéroe violento (al menos hasta donde permitía el Comics Code) en vez de un villano demente.


Tras semejante lavado de cara en 1993 el personaje obtuvo su propia cabecera, la miniserie Protector Letal, dando inicio de una sucesión continua de miniseries a lo largo de la década. Obras de calidad bastante discutible tanto a guión como a dibujo, no muy diferente eso si, a la mayoría del cómic de superhéroes de la época y que, salvo aislados chispazos de interés –la alucinada Veneno: La Locura, de Ann Nocenti y Kelly Jones-, hoy día resultan bastante anodinas y no merecedoras de un rescate editorial. Todas ellas insistían no obstante en enfocar al personaje como un antihéroe siempre enfrentado a amenazas peores que él para justificar su peculiar y violento sentido de la justicia. Nada que ver con aquel inquietante acosador de aquellas primeras historias que no dudaba en liquidar a inocentes para obtener su venganza.


Finalmente, con la crisis del mercado editorial y el cambio de gustos entre los lectores, se intentó que Veneno volviese al redil de los villanos arácnidos. Una maniobra que no fructificaría hasta que, ya en pleno siglo XXI, Mark Millar renovase al personaje eliminando de escena a Eddie Brock –mediante la excusa de una crisis de conciencia agudizada por el cáncer- en las páginas de Marvel Knights Spiderman otorgando el simbionte a un nuevo anfitrión: Marc Gargan, el antiguo Escorpión. Por suerte el desarrollo de esta idea acabó en manos del mucho más talentoso Warren Ellis, quien reclamo al personaje para su rompedor relanzamiento de los Thunderbolts. En sus manos este Veneno 2.0 recuperó y aumentó con creces la violencia, salvajismo y traumas del personaje original, representado con formas cada vez más alienígenas y menos humanas y dueño de hábitos tan políticamente incorrectos como la mutilación y el canibalismo (sic). Una versión que sería retomada por Brian Bendis para sus Vengadores Oscuros proporcionando algunos de los momentos más memorables de su trayectoria.


Sin embargo de nuevo el éxito volvió trastocar la dirección del personaje, viéndose forzado a re-reconvertirse en héroe esta vez con Flash Thompson como nuevo anfitrión y volviendo a obtener cabecera regular propia –a principios de los 2000 hubo una breve serie de quince entregas bajo el sello Tsunami con estética amerimanga, pero la misma parece haber sido eliminada de la continuidad-. Una nueva versión del personaje que contra todo pronóstico logró obtener entidad propia destacando posteriormente en series como Vengadores Secretos y Guardianes de la Galaxia. Algo que sin embargo no impidió que la editorial no tuviese reparos en eliminar a esa tercera iteración del personaje para recuperar a Eddie como Veneno coincidiendo tanto con el 30º aniversario de su creación como con el estreno de su muchas veces anunciada y largamente retrasada adaptación cinematográfica como protagonista. Habiendo sufrido el personaje a lo largo de toda su trayectoria semejantes giros de 180º forzados por las circunstancias resulta trágicamente apropiado que su película parezca padecer el mismo desorden bipolar que ha caracterizado su evolución en viñetas. A falta de ver lo que el ascendente Donnie Cates es capaz de hacer (o le dejan) con el personaje en su nueva serie regular no estaría mal que en Sony aclarasen sus ideas al respecto para evitar caer en los mismos errores.


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