Incógnito: Las dos caras del (super)crimen
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Aunque podría argumentarse que vienen cortadas por el patrón de la serie negra más clásica, las diferentes colaboraciones de Ed Brubaker y Sean Phillips siempre se han caracterizado por tocar diferentes palos: espionaje (Sleeper), suspense (Criminal), terror (Fatale) y drama (The Fade Out) son algunos de los géneros sobre los que han ido dejado su impronta mezcla de tradición y modernidad. En Incógnito ambos aplicaron su sello al género superheroico y, más en concreto, a sus raíces literarias.
Publicada originalmente en 2008 como una miniserie editada por Icon (sello de Marvel para obras de autor independientes), Incógnito presentaba a Zack Andersen, un gris oficinista de vida aburrida y mediocre que escondía un peligroso secreto: años atrás fue el supervillano Zack Aniquilante –Zack Overkill en la versión original-, miembro de un poderoso sindicato del crimen liderado por el metahumano Muerte Negra. El mismo a quien Zack traicionó y metió entre rejas después de que provocase la muerte de su hermano gemelo. Oculto desde entonces en el programa de protección de testigos y con sus poderes bloqueados por una droga suministrada por el Servicio de Operaciones Especiales (SOE), los remordimientos y la añoranza de tiempos más salvajes han ido alimentando su frustración y patetismo. Por ello, cuando una inesperada casualidad le devuelve el pleno uso de sus poderes, Zack no duda en desfogarse convirtiéndose en una suerte de justiciero. Algo que hará saltar en pedazos su tapadera poniéndole en el punto de mira tanto de sus antiguos aliados como de las autoridades.
A priori la ambigüedad del protagonista y su peligrosa situación atrapado entre dos bandos opuestos donde nadie confía en nadie y nada es lo que parece nos retrotrae a Sleeper. Obra con la que comparte no solo la relación de falsas identidades y medias verdades entre los personajes, sino también escenarios de las agencias gubernamentales y el submundo criminal plasmados por Phillips con idéntico tono cortante y realista plagado de tonos ocres. Incluso la tirante y cada vez más íntima relación entre Zack y la líder del SOE Zoe Zeppelin recuerda a una suerte de versión inversa de la que mantenían Holden Carver y Miss Misery. Especialmente cuando el diseño gráfico de ambas mujeres es muy similar.
Sin embargo Incógnito se diferencia de aquella cuando a medida que avanzan las páginas se descubre como un apasionado homenaje a la literatura pulp, con referencias sutiles pero obvias para el conocedor de la misma. Así la trama presenta un mundo deudor de los pastiches de Phillip José Farmer -el origen de los héroes y villanos sobrehumanos proviene de la radiación de un meteorito caído durante el siglo XIX, al igual que en las obras del ciclo literario de la Familia World Newton- por el que deambulan personajes que resultan ser sosias más o menos disimulados de nombres como Doc Savage, La Sombra y otros clásicos del género de los que los autores daban buena cuenta en los interesantes artículos que -como suele ser costumbre en otras obras conjuntas de ambos- acompañaban la edición original de cada entrega.
Incógnito sintetiza la peculiar mezcla de entretenimiento desenfadado, violento y a ratos siniestro cultivado por aquellas novelas baratas y seriales radiofónicos de los años 30 pero sin pasar por la transformación luminosa y ligera que supuso su relevo hacia el cómic de superhéroes durante la Edad de Oro. El dibujo de Phillips sigue siendo fiel a la narrativa y estética de trazo crudo, narración versátil y estética oscura que han forjado su inconfundible estilo. Pero aquí y allá, mediante pequeños detalles en los disfraces de los personajes, las armas y equipo científico, el artista logra añadir al resultado un componente retro que subraya, sin señalarlo, una condición de pastiche nostálgico que va más allá de la mera estética para sintetizar su esencia.
Dos años después de la primera miniserie, Brubaker y Phillips volvieron sobre el personaje con Malas Influencias. Una historia de cinco entregas donde, después de haber sido nombrado agente del SOE, Zack se veía obligado a volver a su antigua vida criminal como parte de una operación secreta. Un regreso al mal camino donde su lealtad sería puesta de nuevo en duda por ambos bandos mientras la paranoia volvía a consumir al protagonista, atrapado otra vez entre la espada y la pared sin ninguna salida aparente. Una secuela con la que el tándem Brubaker/Phillips mantuvo el listón fijado por la historia original y que concluía con un interesante giro argumental (que no desvelaremos) que dejaba al lector con ganas de más.
Hay que lamentar por tanto que desde entonces ambos autores parezcan haber dejado Incógnito aplazada sine die en favor de otros proyectos. Mientras cruzamos los dedos para que prosigan con futuras desventuras de Zack Aniquilante, la publicación por parte de Panini Cómics de un tomo integral de todo el material publicado supone la oportunidad perfecta para repescar una de las obras menos conocidas y más curiosas del dúo creativo más en forma del cómic USA actual.
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