Batman: Justicia Ciega Un asesinato para poner en jaque al mejor detective del mundo
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Corría el año 1989 y, con medio mundo corriendo a las salas de cine a disfrutar de la versión cinematográfica de Batman con la que Tim Burton reventaba las taquillas, DC celebraba de forma simultánea el 50 Aniversario del personaje. Y lo hacía de la forma más coherente, volviendo a Detective Comics, la cabecera donde naciera años atrás, en una saga en tres entregas que finalizaba en el número 600 de la colección, un cúmulo de circunstancias que de paso nos dejaba una de las mejores historias del personaje que recuerdo. Después de aquella memorable primera edición de la mano de Ediciones Zinco, que incluía un tercer acto recogido en una abultada grapa de 80 páginas, que parecía a punto de reventar, ECC nos hace un nuevo regalo a los fans del Hombre Murciélago y edita la saga completa en un tomo en tapa dura dedicado a satisfacer tanto al lector casual como al coleccionista más estricto.
Sam Hamm se hacía cargo del guión de esta oscura historia, más adulta de lo habitual para los cánones de la época. Para aquellos que no tengan el placer de conocer a este señor, decirles que se trataba de un autor de rabiosa actualidad en ese momento, ya que se había encargado del guión del film de Batman, casi de casualidad, todo sea dicho, pero que en DC pensaron que podía ser igualmente exitoso para conmemorar el aniversario de su personaje principal. Aún recuerdo mi primera lectura de la saga y cómo el detective Gordon descubría a Batman los restos de Nick Katisikis, un vigilante jurado al que habían tenido que transportar en una bañera, al haberse encontrado su cuerpo totalmente pulverizado y en un estado casi líquido. Si a esto le sumamos el arte de Denys Cowan, el resultado final era un cómic bastante más salvaje que cualquier otro que hubiese leído hasta la fecha y, por supuesto, en nada similar a los protagonizados por Superman o Wonder Woman, mis otras aproximaciones a los héroes DC por aquellos entonces.
Hablaba antes del apartado gráfico de la saga y que no podemos imaginar ya en otras manos que en las de Cowan. El artista de The Question impregnaba sus páginas de una oscuridad casi malsana, que chocaba de fondo con la visión de otros autores como Jim Aparo, con quiénes hasta la fecha se había relacionado al Hombre Murciélago. El propio diseño del Quebrantahuesos, el enemigo principal de la saga al que Batman encontraba tras el asesinato que abría la obra, era un buen ejemplo del arte de Cowan, dejándonos a un peligroso enemigo, desproporcionado y de pose forzada, a medio camino entre Clayface y Bane, capaz de hacer honor a su apodo y pulverizar a sus enemigos, aunque luego descubriésemos que no necesitaba hacerlo de forma literal. La otra parte de la trama llevaba a Bruce Wayne a rememorar su pasado y sus primeros pasos como Batman, lo que aprovechaba Hamm para celebrar el aniversario de un personaje que ha marcado un antes y un después en la industria del cómic.
Ahora que me he vuelto a leer la serie después de tantos años, reconozco que sigue gozando de una gran calidad, con una historia absorbente y un dibujo atractivo y eficaz, y que el tiempo ha tratado bien a este curioso producto de finales de los años 80. Dado que se trata de un pequeño tesoro perdido durante años para los lectores, es una buena ocasión para incorporarlo a nuestra biblioteca personal y unirnos así a la celebración del 50 aniversario del personaje, aunque sea 30 años más tarde.
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