El Puño de la Estrella del Norte: El regreso del manga pródigo
Tras más veinte años fuera de circulación, Planeta Cómics ha decidido recuperar El Puño de la Estrella del Norte, uno de los títulos manga más emblemáticos tanto dentro como fuera de Japón que los otakus españoles finalmente podrán disfrutar de manera íntegra en nuestro país más de tres décadas después de su creación.
Publicado en las páginas de la revista Shonen Jump de la editorial Shueisha (cuna editorial de títulos como Mazinger Z, Dr. Slump o Captain Tsubasa) El Puño de la Estrella del Norte (Hokuto No Ken en el original japonés) surgió como un encargo que los editores hicieron a Buronson –habitual seudónimo artístico del guionista Sho Fumimura- para crear una serie de artes marciales destinada al público adolescente. Muy influenciado por el cine, Buronson erigió a su protagonista como un luchador estoico e invencible inspirado en la personalidad cinematográfica de Bruce Lee. Pero al mismo tiempo tomó la decisión de evitar la típica ambientación histórica del género para encuadrar sus aventuras en un desértico mundo apocalíptico posterior a una guerra nuclear. Un escenario popularizado por el realizador George Miller con la saga Mad Max y en especial con su segunda entrega, de la que el manga tomó prestados numerosos detalles visuales a la hora de definir sus escenarios y personajes, empezando por el idéntico vestuario del protagonista.
La trama presenta a Kenshiro, único sucesor de un legendario arte marcial llamado Puño de la Estrella del Norte (Hokuto Shinken). Una técnica basada en el conocimiento de los tsubo (puntos de presión vitales del cuerpo humano) que es capaz no solo de proporcionar una fuerza y resistencia sobrehumanas sino también de provocar la muerte a sus adversarios haciendo que sus cuerpos exploten... literalmente. Vagabundeando por tierras arrasadas pobladas de bandas criminales y caudillos dedicados al pillaje, saqueo y asesinato de los supervivientes, la trama comienza con Kenshiro buscando a Shin, maestro de un arte marcial rival que secuestró a su prometida Yuria después de dejarle moribundo y con una vistosa cicatriz en el torso que reproduce la constelación que da nombre a su estilo de lucha.
Ese es a grandes rasgos el argumento del primer arco de la serie, en el que Ken logra vengarse de su antiguo amigo y rival con la ayuda del pícaro adolescente Bat y una niña huérfana llamada Lynne. Posteriormente la trama fue incluyendo nuevos secundarios como la guerrera Mamiya (de asombroso parecido con la fallecida Yuria), el aventurero Rei o Rao, hermano adoptivo del protagonista, autoproclamado verdadero heredero del Puño de la Estrella del Norte y gobernante de un cruel ejército que aspira a conquistar lo que queda de civilización. Un desarrollo argumental donde la figura del protagonista va pasando progresivamente de simple luchador en busca de venganza a convertirse en una suerte de figura mesiánica de la que depende el renacer de la humanidad.
Lo cierto es que más allá de su llamativa premisa inicial y las muy explícitas e inventivamente violentas muertes, el argumento de la serie peca de tremendamente repetitivo, siguiendo la mayoría de tramas un esquema muy similar basado en presentar un villano despreciable dotado de una llamativa habilidad de combate y/o peculiaridad física que Kenshiro acaba despachando de forma tan predecible como brutal. Es más: la caracterización del propio protagonista resulta tan monolítica en su invencibilidad que cuesta empatizar con el mismo al no poseer resquicios de vulnerabilidad, arrepentimiento o ambigüedad de los que extraer un mayor dramatismo. Sin embargo la violencia extrema de sus abundantes escenas de lucha, que incluían impactantes imágenes gore mostrando con todo detalle desgarros, mutilaciones y explosiones corporales (sic) causó sensación entre los lectores, en su mayoría adolescentes, que veían en la misma una suerte de desahogo emocional frente a la rigidez tradicional de la sociedad nipona. Asimismo su entonces novedosa ambientación postnuclear tocaba una fibra aún muy sensible en el imaginario colectivo del único país cuya población había sufrido de forma directa las consecuencias de un bombardeo atómico.
Buena parte de ese impacto obedecía a la aportación del dibujante Tetsuo Hara, cuyas ilustraciones hacen gala de un estilo detallado y realista –potenciando así el impacto de la violencia- a la hora de describir a unos personajes cuya fisionomía y expresividad recuerdan más a insignes dibujantes occidentales como John Buscema o Neal Adams que al estilo más sencillo y caricaturesco al que acostumbran la mayoría de cómics japoneses. Sus versátiles composiciones de viñeta alternando disposiciones verticales, viñetas diagonales, planos detalle e ilustraciones a media página y/o página completa proporcionan un ritmo a la lectura que en más de una ocasión se sitúan por encima de las propias tramas a las que sirven.
Publicada originalmente entre 1983 y 1988 durante 245 capítulos, El Puño… se convirtió desde su mismo inicio en un fenómeno editorial con amplia repercusión en otros medios, generando hasta la fecha dos series de televisión, tres films de animación, media docena de OVAs, numerosos videojuegos -incluida una máquina recreativa basada en un panel donde golpear los tsubo de los adversarios (sic)- e incluso una película en imagen real realizada en EE.UU. con actores occidentales de infausto resultado. Todo ello acompañado de varios manga a modo de precuela y numerosas ediciones en tomo entre las que destaca la realizada con motivo del 30º aniversario, la cual incluía páginas a color y un par de capítulos inéditos creados por los autores originales para la ocasión. Esa edición es la que ahora recupera Planeta Cómics, la misma editorial que veinticinco años atrás publicó el primer arco argumental en forma de miniserie en formato occidental (siendo asimismo unos primeros manga publicados en España) y que posteriormente editaría una inacabada versión en quince tomos recopilatorios que apenas abarcaban dos tercios del total de la obra. Todo indica que a la tercera irá la vencida...
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