Bolívar Mi vecino es un dinosaurio
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Mes a mes, ECC sigue demostrando que quiere marcar la diferencia en la oferta editorial que dirige al sector infantil y juvenil, y por eso de forma tímida pero firme ha venido ampliando esa línea con propuestas como la recuperación en formato grapa de una serie tan estupenda como Las Aventuras de Batman, que permanecía inédita en muchas de sus cabeceras y que muchos reivindicaban, la reciente llegada de títulos relacionados con las series de TV de Érase Una Vez la Vida, o esta línea Kodomo, que supone un soplo de aire fresco en un panorama que mes a mes se ve inundado de superhéroes, pero que apuesta poco por otro tipo de formatos. Casi pasa desapercibida entre las novedades del mes esta magnífica novela híbrida, hasta que por suerte un amigo me recomendaba fervientemente su lectura. Así pues, me acomodé en mi sillón favorito y me dispuse a disfrutar de esta simpática propuesta, de la que poco o nada sabía antes de su lectura.
Lo primero que nos llamó la atención fue su formato. A medio camino entre el cómic y el cuento ilustrado, el resultado final es una verdadera delicia. Según declaraciones de su autor, probó ambos formatos, pero no terminaba de decidirse entre ambas, lo que dio como resultado una simpática mezcla de estilos que termina por convertirse en la clave de su éxito. Situada en la ciudad de Nueva York, que casi sin quererlo y gracias a su encantador dibujo, termina convirtiéndose en otro protagonista de nuestra historia, Bolívar nos cuenta la historia de Sybil, una simpática niña que sospecha que su vecino oculta un enorme secreto y es que, a pesar de haberse extinguido hace mucho tiempo, se trata de un dinosaurio que vive escondido a simple vista entre la multitud neoyorkina.
La clave de este entretenido cuento radica en la explicación que el autor da a que nadie repare en la existencia del gigantesco protagonista: la gente está demasiado ocupada con sus cosas para darse cuenta de nada. Sólo Sybil parece la única que de vez en cuando repara en la existencia de vida más allá de su rutina diaria, las prisas y el estrés del que vive rodeada. A partir de ahí, los capítulos se suceden a un ritmo vertiginoso, y las más de 200 páginas del tomo se pasan en un suspiro mientras acompañamos a Sybil, armada de su cámara de fotos, a encontrar esas pequeñas pistas de la existencia de Bolívar en forma de la cola del dinosaurio o recorremos los escenarios más famosos de la ciudad de los rascacielos.
Nominada a los Eisner como mejor publicación infantil, copando los primeros puestos de las listas de ventas y con un proyecto para dar el alto a la animación, todo parece indicar que tenemos dinosaurio lector del New Yorker para rato. Un para mí desconocido Sean Rubin, del que sólo conocía una esporádica colaboración en la serie Mouse Guard, ha conseguido conquistarme con esta simpática historia de amistad, de la que se ha confirmado que a finales de año llegará una esperada secuela, a la que imaginamos que ECC hincará el diente y traerá a nuestro país. En resumen, una preciosa historia, ilustrada por su autor por un palpable cariño por la ciudad en la que transcurre, que nadie debe perderse si quiere seguir alimentando al niño que lleva dentro o quiere hacer un magnífico regalo a su sobrino favorito.
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