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Vértigo: Abajo el telón

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 30/06/2019
Etiquetas: Vertigo / Sector /

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Pocos fueron los sorprendidos cuando, como parte de su más reciente remodelación editorial, DC Comics anunció la cancelación de varios sellos entre los que se encontraba la emblemática línea Vértigo. Era poco menos que la crónica de una muerte anunciada para el sello “adulto” de la editorial y cuyos estertores ya venían notándose desde hace varios años. Una deriva creativa y empresarial que responde a varias causas que demuestran como ha cambiado la industria del cómic USA durante las tres últimas décadas:


-Panorama editorial: Aunque creada oficialmente en 1993, la línea Vértigo nació como prolongación natural de un grupo de series editadas dentro del universo DC. Series que pese a formar parte de la renovada continuidad post-Crisis, se distinguían por un tono más oscuro y realista, ideológicamente mucho más denso y comprometido y narrativamente mucho más experimental. Series que apostaban por primar la figura del guionista en plena vorágine de los dibujantes estrella proporcionándoles una mayor libertad creativa y apostando por temáticas ajenas al género superheroico –incluso con personajes que por definición pertenecían al mismo- sin censura o cortapisas a la hora de mostrar lenguaje e imágenes. Una idiosincrasia inédita en las grandes editoriales en la época que actualmente parece haberse normalizado hasta el estándar, privando al sello de esa naturaleza distintiva dentro del cómic USA.


-Nombres estrella: títulos heredados de la continuidad principal como La Cosa del Pantano, Hellblazer, The Sandman, Animal Man, Patrulla Condenada y Shade, el Hombre Cambiante constituyeron la primera hornada de Vértigo. Series muy distintas entre sí pero hijas comunes de la renovación creativa iniciada en el cómic mainstream USA por gente como Alan Moore y Frank Miller y desarrollada por jóvenes y ambiciosos nombres como los de Neil Gaiman, Grant Morrison, Jamie Delano o Peter Milligan. A ellas pronto se añadieron creaciones originales como Predicador, Los Invisibles, Transmetropolitan, 100 Balas, Y, el Último Hombre, DMZ, Fábulas o Scalped que ampliarían las fronteras temáticas del sello y funcionarían creando un boca a oreja entre el público –atrayendo a numerosos lectores ajenos al medio- y amasando un prestigio que si bien no se traducía proporcionalmente en las ventas mensuales repercutía poderosamente en la de tomos recopilatorios, mercado que comenzó a estandarizarse y crecer gracias a dichas series. Sin embargo, en la última década esa política editorial parecía ir perdiendo fuelle poco a poco y, con la conclusión de American Vampire, Vértigo quedó huérfana de cabeceras estrella capaces de enganchar con el empuje Sandman o Fábulas, contentándose con miniseries y proyectos especiales que, pese a fenómenos puntuales como El Sheriff de Babilonia, eran incapaces de generar semejante impacto. Ni siquiera contando con el regreso puntual de los pesos pesados –Gaiman con Sandman: Obertura; Brian Azzarello con 100 Balas: Hermano Lono- que definieron el sello.


-Políticas de autor: a la citada libertad creativa pronto se unió una política editorial centrada en permitir a los autores conservar los derechos de sus creaciones, repartiendo de manera más equitativa los beneficios en un intercambio donde la editorial se aseguraba calidad y prestigio mientras los autores obtenían una estabilidad y difusión que el sector independiente no permitía. Un quid pro quo que el resto editoriales –Avatar Press, Dynamite, IDW, Marvel con su sello Icon- acabarían adoptando y mejorando. En ese aspecto sobresale el caso de Image Comics, editorial que ha sabido reconvertirse en la plataforma predilecta de los autores de renombre para dar salida a sus creaciones más personales. Así títulos recientes tan interesantes como Los Muertos Vivientes, Saga, Fatale, Paletos Cabrones, Inyección, Lazarus, Ciencia Oscura, Sex Criminals o Moonshine huelen, saben y se sienten 100% Vértigo pese a no tener relación alguna con el sello de una DC que, por omisión o por pereza, parece haber perdido la partida en su propio campo.


-Cuestión de continuidad: como ya se ha mencionado las primeras series de la línea estaban enclavadas en la continuidad oficial del universo DC. Por ello podíamos ver a la Cosa del Pantano cruzándose con Batman, a Morfeo visitando Arkham Asylum o a Animal Man ejerciendo como miembro de la JLA. Sin embargo de manera lenta pero progresiva los personajes de Vértigo fueron separándose cada vez más de sus vecinos superhéroes y sus visicitudes editoriales. Algo que no era obstáculo para que otros habitantes del universo DC saltasen ocasionalmente a Vértigo –Blanco Humano, Jonah Hex, el Soldado Desconocido- reinventándose en forma de proyectos especiales y/o cabeceras propias. En cualquier caso dicha separación propició una mayor creatividad a sus autores mediante historias sin connotaciones ajenas y con temáticas y enfoques imposibles en terreno superheroico. Esto contribuyó a su vez a la aparición de títulos originales dotados de su propia continuidad y un desarrollo y desenlace planificados por sus propios autores en lugar de ser explotados con desigual fortuna por manos ajenas. Sin embargo, con motivo de la nueva continuidad DC a raíz de los Nuevos 52, aquellos personajes propiedad de la editorial fueron devueltos al universo principal obteniendo un rendimiento bastante discutible que, en casos como el de John Constantine, les convertía en una sombra de sí mismos.


-Nombre clave: más allá de los autores reunidos bajo su logotipo si hubiese que identificar al sello Vértigo con una persona concreta esa sería Karen Berger. Ya hemos glosado anteriormente el trabajo de la veterana editora, cuyo olfato para detectar nuevos talentos, valentía a la hora de probar nuevas ideas y enfoque constructivo dio –con algún ocasional traspiés- dos décadas gloriosas a la editorial convirtiéndose en parte fundamental de semejante torrente creativo. Pero en 2010 esta “guardiana del ídolo” acabaría chocando con la nueva cúpula editorial liderada por Dan Didio y Jim Lee. Las diferencias creativas entre ambas partes terminarían casi tres años después con la renuncia de Berger y la lenta pero progresiva cuenta atrás que ha llevado al sello hasta su extinción efectiva. Incapaces de atraer a nuevos autores y/o evitar que sean seducidos por ofertas editoriales más interesantes –entre ellas el reciente Berger Books, sello editorial supervisado por la propia Berger para Dark Horse- y con un enfoque creativo que parece limitarse a reciclar viejas propuestas –el reciente relanzamiento del Sandman Universe- tras veintiséis años de trayectoria la línea Vértigo termina tristemente en silencio y convertida en una sombra de lo que fue.


Parafraseando el desenlace de The Sandman, a los lectores que tanto le debemos nos gustaría poder decir que la desaparición de Vértigo solo es tal desde un punto de vista, pues su legado sigue vivo y en buena salud disperso por buena parte del cómic mainstream USA actual. Un panorama que sin duda hubiese sido muy distinto –y no para mejor- de no haber existido.


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