Killraven: El guerrero de los mundos
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A principios de la década de 1970, Marvel empezaba a abrir el abanico de sus historias más allá del cómic de superhéroes. Fue entonces cuando comenzó a publicar títulos inspirados e incluso directamente adaptados de obras preexistentes pertenecientes a géneros como la fantasía (Conan el Bárbaro), el terror (La Tumba de Drácula), las artes marciales (Shang Chi) o la ciencia ficción. Uno de los títulos más significativos de este último apartado fueron las aventuras de Killraven, personaje de trayectoria editorial tan irregular como interesante.
Partiendo de los conceptos creados por el escritor H. G. Wells en su pionera novela La Guerra de los Mundos, el editor y guionista Roy Thomas planteó una suerte de secuela de aquella donde, un siglo después de su primer y fracasado intento, los marcianos conquistan el planeta Tierra a lomos de sus gigantescos trípodes mecánicos armados con sus rayos caloríficos y humo tóxico. Los humanos supervivientes se convierten en esclavos, reducidos a servir como alimento o diversión para los invasores. Uno de dichos supervivientes es Jonathan Raven quien, tras quedar huérfano, es capturado y entrenado como gladiador para luchar a muerte en espectáculos al servicio de los marcianos. Una ocupación en la que acaba destacando tanto por su pericia física como por una suerte de poderes psíquicos que le acaba otorgando el apodo de Killraven por su habilidad para matar. Finalmente, en un entonces futuro año 2018, Killraven logra escapar de sus captores junto a sus compañeros gladiadores M´Shulla, Hawk, Viejo Cráneo y la científica Carmilla Frost.
Tomando elementos no solo de la novela de Wells sino también de personajes como el John Carter de Edgar Rice Burrouhgs, Thomas y el dibujante Neal Adams presentaron al personaje en la cabecera antológica Amazing Adventures, que a partir de su #18 narraba la travesía de Killraven y su grupo de hombre libres a lo largo de unos apocalípticos EE.UU huyendo de los marcianos y sus colaboradores, encontrándose con aliados –la mutante flamígera Volcana- y enemigos –las seductoras psíquicas conocidas como Sirenas, el mutado Abraxas, el sicario cíclope Skar, el líder marciano Alto Señor-, descubriendo las ruinas de la civilización pasada y convirtiéndose en símbolo de la resistencia frente al invasor al tiempo que el protagonista buscaba a su desparecido hermano Joshua Raven, a quien creía muerto años atrás.
Pese a partir de una atractiva premisa, lo cierto es que a la serie le costó encontrar el rumbo en buena parte debido al continuo cambio de autores. Tras aquella primera historia de presentación, Thomas y Adams abandonaron la serie que, tras un par de números firmados por Gerry Conway y Marv Wolfman encontró a Don McGregor como guionista fijo. A su vez el apartado gráfico pasaría a manos del mucho más discreto Herb Trimpe quien aplicaba una estática reminiscente de Jack Kirby. Durante esos primeros números la cabecera se limitaba a facturar entretenidas aventuras de tono descaradamente pulp sin mayor trascendencia. Pero a la altura del #27 Trimpe fue sustituido por un joven P. Craig Russell que hizo suya la serie convirtiéndola en un campo de pruebas para su habilidad como narrador, entregando páginas que destacaban no solo por el detalle y la expresividad de sus lápices sino también por jugar con diferentes soluciones visuales y narrativas. Así comenzaron a sucederse imágenes de primera página donde el título se fundía con el dibujo o combinaciones de viñetas que en realidad formaban una única ilustración. Inspirado por ese mismo espíritu innovador, McGregor comenzó a redactar guiones más complejos donde, al estilo de su famosa etapa de Pantera Negra, bajo la acción y entretenimiento subyacían reflexiones convenientemente disfrazadas sobre temas candentes de la época como la lucha por las libertades civiles, la opresión gubernamental o las relaciones interraciales –siendo este el primer cómic mainstream en mostrar un beso entre un personaje negro y otro blanco-.
Desgraciadamente ese potencial creativo no fue capaz de mantener las cifras de venta exigidas por la editorial y Amazing Adventures fue abruptamente cancelada en el #39, dejando la historia de Killraven sin concluir. Pese a ello el personaje se había ganado el corazón de los fans, convirtiendo la serie en un título de culto y con su protagonista incorporado oficialmente al universo Marvel mediante su encuentro con Spiderman en una historia de Marvel Team-Up. Por ello en 1983 el entonces editor jefe Jim Shooter decidió recuperarlo para una entrega de su recién lanzada línea de novelas gráficas contando de nuevo con McGregor y Russell como autores. McGregor aprovecharía la ocasión para cerrar una de las principales tramas del personaje haciendo que Killraven se encontrase finalmente con su hermano desaparecido. Por su parte el grafismo de Russell había sufrido una gran evolución, adoptando trazos más estilizados y un mayor componente pictórico que sacaba enorme partido de las características del lujoso formato –mayor tamaño y calidad de papel- permitiéndose incluso experimentos como el uso de collages fotográficos en varias páginas. Un espectacular regreso que desgraciadamente no tuvo continuidad. A finales de la década ambos autores trabajaron en una nueva historia que habría llevado finalmente a Killraven hasta el planeta Marte pero dicha obra no llegó a ver la luz por desavenencias de ambos con la editorial.
Desde entonces Killraven se ha convertido en un personaje de culto que ocasionalmente reaparecía en títulos como Guardianes de la Galaxia (donde era incluido mediante retrocontinuidad en la línea temporal de estos), Siempre Vengadores (en la que aparecía como miembro de una posible versión futura del grupo) o Wisdom (donde los marcianos viajaban a nuestra realidad para eliminarle de niño). Sin embargo en calidad de protagonista sus historias se han limitado a un especial del sello Marvel Knights escrito y dibujado por Joseph Michael Lisner en 2001 y a una miniserie de seis números escrita y dibujada por Alan Davis en 2003 donde el artífice de Capitán Britania realizaba una suerte de remake de las primeras aventuras del personaje. Obras no exentas de interés –especialmente la segunda- pero que no lograron reproducir el impacto de aquella etapa original, una estimulante rareza que Panini Cómics y SD Distribuciones acaban de recuperar como parte de su sello Marvel Limited Edition en un volumen integral a todo color –la edición española previa a cargo de Planeta/Fórum era en blanco y negro- al que merece la pena echar un vistazo.
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