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Go Nagai: Las múltiples facetas del manga

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 01/08/2019
La Atalaya del Vigía

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El caso de Go Nagai resulta llamativo de cómo un autor con una trayectoria tan larga y versátil puede cultivar entre su público no solo mediante varias facetas, sino como estas pueden llegar a ser incluso antagónicas. Principalmente conocido como creador de Mazinger Z, más de uno se llevará una sorpresa (o varias) al descubrir que el responsable de ese clásico infantil también lo es de obras que tienen la violencia, el erotismo y la provocación como principales ingredientes. Un creador de muchos rostros con los que el lector español puede por fin familiarizarse este 2019 a raíz de la publicación conjunta de varias de sus obras por parte de diferentes editoriales.


Go Nagai, seudónimo artístico de Kiyoshi Nagai, nació en 1945 y se vio seducido por el manga durante su infancia gracias a obras de Osamu Tezuka como Astroboy y Lost World. Decidido a convertir su afición en una forma de vida, dio sus primeros pasos como asistente de Shotaro Ishinonori, alumno aventajado del propio Tezuka y responsable de series como Kamen Rider. Gracias al apoyo de este último, Nagai comenzó a desarrollar sus primeras obras en las que ya dejaba claro su eclecticismo y gusto por la controversia. En 1968 Nagai publicó Harenchi Gakuen en el semanario Shonen Jump, obra que provocó un escándalo debido a la introducción de elementos eróticos inéditos hasta la fecha en el manga comercial. Harechi Gakuen mostraba el día a día de un instituto donde los alumnos estaban obsesionados con el sexo, las chicas eran acosadas y los profesores rozaban el sadismo. Un relato lleno de humor negro, desnudos y críticas al sistema escolar que contrastaban con una estética de formas suaves propia de dibujos animados y que estudiosos del medio han llegado a señalar como el inicio del subgénero adulto hentai.


Pese a la polémica (o más bien gracias a ella), la serie tuvo un enorme éxito que permitió a Nagai independizarse profesionalmente creando su propio estudio llamado Dynamic Productions. Su primera creación para el mismo fue Abashiri Ikka, una historia de gangsters ambientada en un sanatorio mental que mantenía su ya característico humor negro pero aumentando notablemente las escenas de violencia explícita. Un éxito al que siguieron dos de terror sobrenatural: Mao Dante y Devilman. Inspirada por la lectura de La Divina Comedia de Dante Alighieri, esta última narra las andanzas de Akira Fudo, un joven poseído por un demonio llamado Amon que se enfrenta a las hordas infernales que buscan destruir el planeta. El resultado es un torrente de sangre y violencia que gozaría de una adaptación animada casi de inmediato. Celebrada y denostada a partes iguales por parte de adolescentes en busca de emociones fuertes y adultos escandalizados ante lo explicito y amoral del contenido, los elementos truculentos de Devilman serían llevados a cotas incluso mayores por Nagai en Violence Jack, una suerte de continuación de ambientación post-apocalíptica.


En paralelo al éxito de Devilman, Nagai decidió dar un giro creativo de 180º con Mazinger Z, historia de ciencia ficción donde daría rienda suelta a otra de sus obsesiones: los robots. La serie, que popularizó el género mecha, fue publicada originalmente entre 1972 y 1974 casi simultáneamente a su versión anime convirtiéndose en un fenómeno cultural que rebasó las fronteras de Japón y logrando un éxito a nivel mundial que marcaría profundamente a varias generaciones de niños. Pese a su carácter más infantil, la historia del joven Koji Kabuto y su lucha contra el científico Doctor Infierno a los mandos del robot gigante Mazinger Z seguía haciendo gala del retorcido gusto del autor. Algo visible en las temibles creaciones del citado Doctor Infierno, la ambigüedad sexual de personajes como el villlano Barón Ashler o una crudeza en las escenas de lucha mayor de lo habitual para la época, razones estas por las que en muchos países, (incluido España) la versión anime sufrió frecuentes cortes de metraje.


Pese a su éxito con los mechas, género que prolongaría en otros títulos de la misma temática como Getter Robo y Steel Jegg –la versión animada de esta ultima llegaría a España con el título de El Vengador-, el inquieto autor daría otro volantazo creativo con Cutie Honey, título donde creó otro arquetipo del manga cuya enormemente popular acabaría creando su propio género: el de las magical girls. La historia de la protagonista titular, una androide capaz de adoptar diferentes identidades y enfrentada a una malvada organización criminal, sentó un precedente temático y estético a la hora de narrar una trama donde se combinaban fantasía, erotismo, acción y feminidad. Una mezcla de la que a posteriori beberían títulos tan populares como Sailor Moon. Resulta irónicamente apropiado que tiempo después el propio Nagai se encargase de parodiar/sabotear/erotizar dicho género con Kekko Kamen, manga donde una estudiante se convierte en una especie de superheroína enfrentada a los violentos profesores de una academia estudiantil vestida con un disfraz que la muestra completamente desnuda excepto por una máscara coronada con una especie de orejas de conejo (sic).


Tras su explosión creativa a lo largo de los setenta, Nagai comenzaría a alternar trabajos originales -Susano Oh, Barabanba, Kamasutra, Devilman Lady- con periódicos regresos a sus primeras creaciones en forma de secuelas, spin-offs e incluso nuevas y actualizadas versiones –Z Mazinger, Devilman G, Mazinger Angels, Cutie Honey 90s- que realizaría bien como autor completo, bien delegando el dibujo en otros autores como Ken Ishikawa o Tatsuya Yasuda. Todo ello mientras colaboraba y/o supervisaba las numerosas adaptaciones audiovisuales tanto animadas como en imagen real de sus creaciones. Una ingente obra que alcanza más de trescientos títulos pero que con la ocasional excepción de Mazinger Z –cuya edición española a cargo de RBA es actualmente inencontrable- permanecía casi inédita en nuestro país. Una cuenta pendiente que durante el último año está empezando a ser subsanada gracias a Panini Cómics (Devilman), Ivrea (Shin Mazinger Zero) u Ooso Ediciones (Cutie Honey, Mazinger Angels). Una oportunidad para acercarse a la obra de un autor imprescindible dentro de la historia del cómic japonés que sin duda sorprenderá a propios y extraños por su carácter iconoclasta.


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