Fandigital y Comicdigital emplean cookies para determinadas funcionalidades. Si continúa navegando asume la aceptación de las mismas.
La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"El amor no es de los sueños. El amor pertenece al deseo, y el deseo es siempre cruel." Morfeo, The Sandman 9
ID

X-Men: Las pequeñas grandes historias jamás contadas

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 19/10/2019
La Atalaya del Vigía

Artículos relacionados

· Marvel Deluxe - Lobezno y la Patrulla-X #1

· Marvel Now! Deluxe - La Patrulla-X de Brian Michael Bendis #1: La Patrulla-X del Ayer

· Marvel Integral: La Increíble Patrulla-X #1

Es posible que el lector actual, acostumbrado a las numerosas reediciones en formato de lujo y a que la serie de grapa de turno se vea recopilada a posteriori en una cómoda edición en tomo, no comprenda la odisea que podía suponer buscar números atrasados de tu serie favorita. Con el mercado de la venta directa aún en pañales y con los tomos recopilatorios reservados a casos muy puntuales que podían contarse con los dedos de la mano, si querías hacerte con los primeros números de una colección no quedaba más remedio que rastrear las diferentes librerías, cruzar los dedos y sumergirte en el mercado de segunda mano.

Sin embargo las editoriales no eran ajenas a este fenómeno y, para sacar tajada del mismo, en la década de los ochenta comenzaron a editar varias cabeceras en grapa formadas íntegramente por la reedición de viejos números de sus series más populares. Obviamente Uncanny X-Men, la serie con mayores ventas del mercado USA, fue una de las primeras y en 1986, bajo el título de Classic X-Men, comenzaría a reeditarse la serie mutante a partir de la llamada Segunda Génesis iniciada en 1975 con la publicación de Giant Size X-Men #1 y continuada en la serie regular (que, irónicamente, llevaba años reeditando viejos números de etapa original de Stan Lee y Jack Kirby) a partir del #94 USA.


Sin embargo había un pequeño problema a la hora de reeditar dicho material: en la década transcurrida el formato habitual de comic book había cambiando, pasando de las diecisiete páginas originales a las treinta y dos incluyendo textos y publicidad. De modo que, para ajustar la extensión, se optó por acompañar la reedición de cada episodio con una nueva historia de complemento relacionada con el episodio en cuestión. Chris Claremont, en aquel momento autor indiscutible de la serie, recibió el encargo de escribir aquellas historias. Por suerte el “patriarca mutante” se tomo aquel trabajo no como un mero trámite, sino como una oportunidad de arreglar antiguos tropiezos (errores de continuidad, secuencias resueltas de manera apresurada) y, al mismo tiempo, desarrollar a los personajes revelando momentos de su pasado, explorando su personalidad y/o desvelando su lado más íntimo de formas que las exigencias de la serie regular no le permitían.


El mejor ejemplo de ese enfoque estaba ya en el primer número, donde a la reedición del citado Giant Size X-Men se unía un relato que mostraba como, tras su primera misión, los miembros (viejos y nuevos) de la Patrulla-X interactuaban entre sí no siempre con buen resultado: el recelo del Hombre de Hielo y Ángel hacia los nuevos reclutas; las inseguridades de Coloso y Ave de Trueno ante la idea de ser parte de un equipo; la atracción de Lobezno por Jean Grey y los roces provocados por su violento carácter; la decepción del profesor Xavier ante la marcha de sus antiguos alumnos… detalles desarrollados por Claremont a lo largo de varios años que aquí unía directamente al propio origen del grupo reforzando así su visión de los personajes.


Para ilustrar dichas historias y darles un valor añadido de cara a los lectores veteranos, Marvel concedió al guionista el capricho de adjudicar la parte gráfica a John Bolton, minucioso ilustrador británico con el que Claremont había desarrollado una estupenda sintonía en títulos de fantasía para la línea Epic como Marada, la Mujer Lobo y El Dragón Negro. Y aunque el nivel de detalle empleado por Bolton era bastante menos elaborado que en los dos títulos antes citados, su estilo aportaba una suerte de realismo y verosimilitud a la narración (pese a contar con superpoderes, disfraces llamativos y ambientes exóticos) que reforzaba el carácter íntimo e introspectivo de las historias. Las espectaculares portadas a cargo del recién llegado Arthur Adams eran la guinda del pastel que convertía a la cabecera en algo más que un simple trámite editorial.


De hecho en cierta forma podría argumentarse que la propuesta fue un fracaso, pues en algunos casos el “relleno” era incluso más disfrutable que el plato principal, provocando que muchos aficionados se hicieran con la serie exclusivamente por esas historias de complemento de entre diez y doce páginas que les permitían conocer mejor a sus personajes favoritos y donde varios de los rasgos definitorios de los mismos aparecieron detalladamente por primera vez. Así a lo largo de sucesivas entregas Claremont y Bolton desvelaron la homicida relación entre Lobezno y Dientes de Sable; el origen de Magneto como un superviviente del holocausto nazi y la muerte de su hija; el encuentro entre una moribunda Jean Grey y la fuerza Fénix; la formación del Club Fuego Infernal; o los orígenes de Banshee y los Saquedores Estelares. También les permitió dotar de entidad al prematuramente fallecido Ave de Trueno, desarrollar la perdida de humanidad de Fénix a medida que aumentaban sus poderes o incidir en la condición de metáfora de la discriminación de los personajes mediante los tensos encuentros de Coloso y Rondador Nocturno con la gente de a pie a raíz de su naturaleza mutante. Eso por no mencionar la resolución de huecos argumentales como la llegada de Lilandra a la Tierra, el secuestro del grupo a manos de Mesmero o el trauma que provocaron en el encallecido Lobezno las alucinaciones de Proteo. Incluso se permitieron piruetas narrativas como ese episodio mudo donde Jean Grey espera pacientemente su reencuentro con Cíclope tras varios meses de separación.


Aunque Classic X-Men alcanzaría la cifra de 122 entregas, las historias de complemento solo abarcaron hasta el #44 USA, cuando ya no era necesario añadir páginas para completar el formato. Bolton se encargó de las mismas aunque tras la primera veintena Claremont comenzó a delegar su escritura en manos de Ann Nocenti, en aquel entonces editora de X-Men e incipiente guionista a punto de consagrarse en Daredevil. En cualquier caso estamos ante un material que gracias a su calidad supo trascender su mera condición de producto derivado para establecer una identidad propia. Un conjunto de pequeñas grandes historias que se inscriben entre lo mejor de la mejor época de la franquicia mutante y que Panini Cómics ha tenido a bien reeditar en un lujoso formato bajo el título Las Historia Jamás Contadas de la Patrulla-X que merece la pena (re)descubrir y disfrutar tanto si ya eres un zorro viejo como un cachorro recién llegado a los mutantes.


contactarEdición impresa