Míster Milagro Superhéroes con pensamientos suicidas y otras maravillas narrativas
Cada pocos años aparece un autor en el panorama comiquero dispuesto a romper con lo establecido, ayudando a reinventar un género que a veces parece infinito, donde todo tiene cabida, y no parece tener visos de agotarse en un futuro cercano. El más reciente ejemplo lo tenemos en Tom King, un autor que siempre nos ofrece una interesante versión de personajes y escenarios que creemos conocer de memoria pero que, en sus manos, se convierten en fascinantes y nuevos. Su paso por Batman, que hace poco tocaba a su fin y cuya conclusión esperamos con ansia por este lado del charco, demostraba que no hay personaje manido, sino falta de nuevos enfoques por parte de algunos artistas que se limitan a repetir el mismo esquema una y otra vez. Al mismo tiempo que los últimos coletazos de su proyecto “estrella”, publicitado incluso en la prensa escrita y la televisión con motivo del enlace matrimonial del Hombre Murciélago, llegaba con mucha expectación Míster Milagro. Proyectos anteriores como Omega Men habían dejado claro que hasta los personajes más olvidados podían llegar en sus manos a convertirse en estrellas de la editorial, y ante el anuncio de que El Cuarto Mundo y los personajes creados décadas atrás por el inigualable Jack Kirby iban a ser la base para su nuevo proyecto, ríos de tinta digital corrieron por todo internet tratando de adivinar por donde irían los tiros en su nueva aventura en doce entregas.
En mi caso, las historias del Cuarto Mundo llegaron un poco diluidas por el paso de los años y la falta de una edición en condiciones, como la que ahora nos ofrece ECC, con la que engancharme a sus historias, pero sí que conocí a Scott Free, a Big Barda y a Oberón durante esa irrepetible etapa en la Liga de la Justicia en la que Keith Giffen y J. M. DeMatteis supieron unir comedia y acción en uno de las series indispensables de los años 80. Poco más se necesita saber para disfrutar a fondo de esta nueva versión del personaje, y es que King lo ha dispuesto todo para que los lectores veteranos se acerquen a la versión moderna, que a pesar de diferir con la clásica respeta en todo momento, y que también los jóvenes o los no iniciados en este particular universo puedan disfrutarla al máximo. Tratar de resumir en pocas líneas todo lo que contiene una serie como esta sería muy pretencioso por mi parte, así que intentaré plasmar mi visión de la misma, confiando en que sea suficiente para que los lectores se la lleven a casa, y no dejen pasar por alto una de las mejores series que se han publicado en 2019.
La amenaza de Darkseid, quien se ha hecho con la Ecuación Anti-Vida, es imparable pero Scott tiene problemas mayores a los que enfrentarse. La pérdida de su socio y amigo Oberón le ha sumido en una crisis existencial de la que apenas puede escapar, y ni siquiera su mujer parece capaz de ilusionarle con su próxima paternidad para devolverle al héroe la ilusión y la gloria pasadas. El volumen se abre con una página doble que resume la situación personal de nuestro protagonista y, al mismo tiempo, supone uno de los momentos más impactantes que he leído en un cómic. Sentado en el suelo del baño, Scott observa como se desangra lentamente, sin hacer nada por detener este intento de suicidio. A partir de aquí, King revisitará los momentos que han llevado al héroe a su traumática situación, aprovechando para que los recién llegados conozcan más de su origen e historias clásicas, mientras que los hechos con Darkseid siguen su curso, demandando cada vez mayor atención por parte de un héroe en horas bajas que ni siquiera puede mantenerse con vida para hacer frente a la mayor amenaza hasta el momento.
El hecho de que Míster Milagro sea un escapista es utilizado en multitud de ocasiones por el guionista, que relata cómo el personaje ha entrado en una espiral de la que “ni siquiera él mismo podría escapar”. Poco más se necesita saber de esta inigualable historia para disfrutarla a fondo. Guerra, fama, familia, pasado, futuro... todo se entremezcla de manera brillante por parte de King, ayudado por un soberbio Mitch Gerads sin el que la experiencia que supone disfrutar de esta serie se habría reducido considerablemente. Organizando la mayor parte de sus páginas en nueve viñetas, Gerads utiliza como pocos la estructura y posibilidades del noveno arte para dejarnos casi sin habla, encerrando a sus personajes dentro de las viñetas y utilizándolas para definir la historia que King le ha encomendado contar. En resumen, una compra obligada que ahora nos llega en un precioso tomo en tapa dura que incluye material adicional y una nueva introducción de los autores.
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