Viuda Negra: Witsi Witsi Araña La espía definitiva marveliana vuelve por partida doble
Viuda Negra: Witsi Witsi Araña USA - 2020 Guionista:Devin Grayson, Greg Rucka Dibujante:J. G. Jones, Scott Hampton, Igor Kordey
Editorial:Panini Cómics -
224 páginas - color
Precio:23,00€
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La aparición del sello Marvel Knights a finales de los años 90 supuso toda una revolución para los lectores que buscaban escapar a esa vorágine de anatomías imposibles, dientes apretados y situaciones grimangritescas que había tomado al asalto la industria de la viñeta en aquella época. Los cómics habían sido señalados como posible fuente de enriquecimiento e inversión gracias en gran medida a la aparición de una corriente de hot artists con ventas millonarias y la entrada en el juego de editoriales como Image, centradas en lanzar números uno con portadas en todos los materiales conocidos en el multiverso, razón que llevó a la insaciable patulea de especuladores de siempre a tomar el mercado e inflar las ventas de manera meteórica en su afán de encontrar la siguiente gallina de los huevos de oro.
Sin embargo, el último par de años de esta tumultuosa década ya empezaba a dejar claro que nadie se iba a hacer rico acaparando cómics aunque, desgraciadamente, había sumido a la industria de la viñeta en una deprimente crisis tanto a nivel de ventas como, y eso era aún más preocupante para los aficionados, artísticamente. Marvel no podía permanecer ajena a esta situación -debido en gran medida a que era muy culpable de ella- y atravesaba unos momentos alarmantes que habían conducido a experimentos editoriales dudosos -Onslaught, Heroes Reborn-, algún contado acierto -Thunderbolts, Capitán América- y la venta de algunos de sus más preciados valores para su explotación en otras plataformas. ¡Qué lejos quedaba en aquellos días la supremacía taquillera de Marvel Studios!
Afortunadamente, la Casa de las Ideas decidió que quería intentar otro de esos experimentos editoriales pero, en vez de acudir a los enfant terribles de Image Comics de nuevo, recurrió a los responsables de un pequeño sello editorial llamado Event Comics que respondían a los nombres de Joe Quesada y Jimmy Palmiotti. Por supuesto, en aquel entonces no eran los nombres de primer orden que conocemos hoy ni se pensaba que, en algún momento de su carrera, Quesada llegara a ser uno de los más importantes personajes dentro del resurgir de Marvel como empresa fundamental en el mainstream pijamero.
La decisión alcanzada otorgaba el control creativo de una serie de franquicias consideradas de “segunda fila” a ambos autores y les permitía lanzar colecciones abiertas y series limitadas de todo un catálogo de personajes con la ayuda del plantel creativo que estimaran oportuno. De esta manera, Quesada y Palmiotti decidieron revolucionar el mercado acudiendo a nombres del cine -Kevin Smith en Daredevil-, escritores consolidados -Grant Morrison en Marvel Boy, Garth Ennis en The Punisher- o valores independientes en alza -David Mack o Brian Michael Bendis en Daredevil, Paul Jenkins en Los Inhumanos y El Vigía…- para intentar entregar a los desilusionados lectores algunos títulos que los trajeran de vuelta a las librerías especializadas.
Como todos sabemos, el experimento fue un éxito y condujo a la ampliación de la línea con un importante número de proyectos que, en su práctica totalidad, mantuvieron un altísimo nivel de calidad y reconocimiento crítico y público. En sus principios, los personajes que pasaban por este sello compartían su ambientación urbana y apegada a cierta realidad sucia propia de los bajos fondos y los ambientes más noir marvelianos. Por esta razón, los poderes fácticos decidieron que este era el lugar idóneo para traer de vuelta a La Viuda Negra en una miniserie de tonos adultos, temas candentes y escenas adrenalíticas que hicieran justicia a la espía definitiva de la Casa de las Ideas.
La encargada de guionizar la propuesta sería la siempre genial Devin Grayson que, acompañada por un espectacular J. G. Jones en uno de sus más inspirados trabajos, nos presentaría a Natasha Romanova en una misión para frenar la llegada de una siniestra biotoxina que amenaza la estabilidad del mundo tal y como lo conocemos. ¿El principal problema aparte del nuevo arma mortal? Que nuestra protagonista deberá enfrentarse a la nueva Viuda Negra que viene determinada a convertirse en la única portadora de tan temible nombre código.
Grayson utilizaba esta primera miniserie para presentar en sociedad a Yelena Belova consiguiendo de esta manera ampliar el tapiz en el que se mueve Natasha y adentrarnos en un implacable juego de traiciones, alianzas y espionaje que nos sumergía en los más oscuros rincones del universo Marvel. La guionista conseguía dotar a la recién llegada de una fuerza y presencia inigualables que impedían que Belova se convirtiera en una triste copia de la Viuda Negra primigenia y ampliaba en excitantes direcciones la historia de Natasha y la realidad del proyecto político que la convirtió en una de las armas definitivas de este cosmos superheroico. No por nada, ambas compartirán protagonismo en la próxima película Marvel que veremos, si todo va bien y derrotamos esta pandemia que ha asolado el mundo, a finales de año.
Panini aprovecha para recuperar en este volumen las siguientes series limitadas que sirvieron para conocer aún más detalles de Yelena y que contaron con la ayuda en los guiones de Greg Rucka, otro entendido del género del espionaje gracias a sus aportaciones comiqueras (Queen & Country, Whiteout) y novelísticas.
En la primera de ellas asistiremos a un relato de robo de identidades, dobles y triples traiciones y falsas percepciones ilustrado en su habitual estilo onírico por Scott Hampton que, desgraciadamente, se mueve por terrenos más habituales en este tipo de narraciones. Aún así, es una más que digna adición al legado de la Viuda Negra que hará las delicias de los fans del personaje.
Finalmente, Rucka toma el control en solitario de la última historia y, sin siquiera una aparición inesperada de Natasha, sumerge a la nueva Viuda Negra en los más sórdidos sótanos del poder político cuando uno de los más queridos instructores de nuestra protagonista es asesinado en un club de sadomasoquismo ruso. El guionista se sirve del sucio y feísta estilo de Igor Kordey para acompañarnos en un viaje por el pasado de Yelena que nos conducirá irremediablemente al momento en que acepte definitivamente su papel como espía definitiva más allá de la sombra de la original Viuda Negra.
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