100% Marvel HC – Veneno: Y Entonces Llegó la Araña – La Presa Puro delirio noventero (con clon incluído)
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Todo el que estuviera por allí sabe que los 90 fueron una época convulsa para los cómics. La consagración de los dibujantes como motor de la industria había traído consigo la anulación de la figura del guionista en favor de todos aquellos artistas hot que fueran capaces de llenar sus viñetas de explosiones enormes, poses descomedidas y personajes de físicos imposibles con predilección por apretar las mandíbulas hasta límites que 9 de cada 10 dentistas considerarían muy peligrosos.
Marvel no pasaba por su mejor momento y, para terminar de complicar la situación, algunas de sus franquicias más populares habían perdido el favor del público tras el abandono masivo de artistas hacia el prometedor y paradisiaco imperio Image. Y si los títulos protagonizados por mutantes y vengadores habían perdido su rumbo, las colecciones arácnidas se encontraban atravesando una etapa cuya sola mención aún hiela la sangre de los lectores más curtidos: La Saga del Clon. Para los que no la sufrieron en su momento -afortunados todos ellos-, la historia en cuestión se desarrolló en todos los títulos con conexiones a Spiderman durante la friolera de ¡¡¡tres años completos!!! Así es, amigos y amigas de la viñeta, más de 36 meses en los que el bueno de Peter Parker se enfrentó a numerosas copias de sí mismo perpetradas por el temible Chacal hasta que, finalmente, descubríamos que el verdadero Peter era el que llevaba años malviviendo bajo el alias de Ben Reilly y que reclamaba su papel como trepamuros oficial tras páginas y páginas de innecesaria exposición argumental. Nos hemos ahorrado el aviso de SPOILERS ya que el final de esa saga ha sido remodelado, reescrito y destrozado por múltiples relanzamientos posteriores.
El pesado precio de la fama comiquera
Aunque la creación de Veneno -o Venom, depende de la época y el medio en que conocieras al personaje- se produjo tras las famosas Secret Wars allá por 1984, la popularidad del personaje llegaría tras su aparición en el recordado The Amazing Spiderman #299 con el aspecto que le catapultaría a la fama creado por Todd McFarlane. Como suele suceder en estos casos, los fans nunca tenían suficiente y el villano comenzaría a realizar apariciones especiales en las colecciones, arácnidas o no, de la Casa de las Ideas con un absoluto y demoledor éxito en cada una de ellas.
Por supuesto, este interés desmedido llevaría a un cambio en la misma esencia del personaje y, como en el caso del Castigador anteriormente, un viraje hacia valores más “positivos” que justificaran darle títulos con protagonismo absoluto. La mención que hacemos de Frank Castle no es fortuita ya que, como en ese caso, Veneno se tornaría en una especie de justiciero urbano y protector de los inocentes que, desgraciadamente, mostraba una inquietante tendencia a devorar los cerebros de aquellos delincuentes que tenían la desgracia de cruzarse en su camino.
Marvel nunca ha sido famosa por cuidar sus franquicias más exitosas así que pronto comenzó a producir series limitadas en las que cedía el protagonismo al simbionte, que ampliaban la mitología del alienígena y comenzaban a crear nuevos entes nacidos en la mayoría de los casos del Veneno original. Las primeras miniseries supusieron un acierto absoluto y contaron con el beneplácito de crítica y público que seguía entregado a las locuras y travesuras de este reverso oscuro de Spiderman.
Desde la aparición del primer título en 1993, Veneno encadenó series limitadas de manera casi ininterrumpida hasta 1998 y, como suele ocurrir cuando entregas cada historia a un equipo creativo distinto, los resultados pueden catalogarse en el amplio espectro que comienza en recomendable y acaba en “no tan mala como La Saga del Clon pero…”.
Panini está realizando un gran trabajo a la hora de recuperar todas ellas en magníficos tomos de lujo y, en esta ocasión, nos toca hablar de Y Entonces Llegó al Araña, historia en cuatro entregas que enfrenta a Veneno contra Spider-Reilly con guiones del recomendable Larry Hama y los dibujos de un olvidable y olvidado Joe St Pierre. El guionista se sirve de la conclusión de la saga Planeta de Simbiontes para presentarnos a un Eddie Brock que debe mandar a su alienígena a unirse a su exmujer para poder escapar de la policía de Nueva York. Una entretenida serie limitada que se habría beneficiado en gran medida de un artista con más tablas y capacidad para generar tensión.
A continuación, asisitimos a la saga La Presa en la que Veneno será el principal sospechoso en una serie de cruentos asesinatos que asolan la ciudad debido a la brutalidad de los mismos. La historia servía para rescatar personajes presentados en sagas anteriores y, sobre todo, para seguir ampliando la familia alienígena de babeantes fauces. De nuevo encontramos a Hama como guionista pero acompañado en el área artística por un primerizo Duncan Rouleau que ya comenzaba a desarrollar su peculiar estilo propio.
En resumen, una lectura muy entretenida que captura perfectamente el espíritu comiquero de los 90 y que no debe faltar en la comicoteca de cualquier aficionado al imparable Veneno.
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