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El viejo Logan: De vuelta al final

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 12/09/2020
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Marvel Must-Have, la más reciente apuesta editorial de Panini Cómics, recopila en formato lujo algunas de las historias más populares acontecidas en el universo Marvel durante los últimos años. Obras autoconclusivas cuya resonancia e influencia posterior les ha otorgado una condición de best-seller cuyo título que rápidamente viene a la mente a la hora de hablar de cierto personaje. Obras como El Viejo Logan, historia centrada en Lobezno y su posible devenir futuro que arroja una visión crepuscular e insólita tanto del personaje como del resto de su universo editorial.

No es la primera vez que la editorial presenta una idea parecida. Desde que a principios de los ochenta Chris Claremont y John Byrne parieron la emblemática Días del Futuro Pasado en las páginas de Uncanny X-Men, las historias ambientadas en oscuros futuros distópicos donde los héroes han sido derrotados se han ido sucediendo de forma intermitente. El concepto incluso dio pie a principios de los 2000 a un efímero sello editorial con el título genérico de The End (sic), bajo el que se publicó un puñado de obras que con mayor o menor fortuna describían los posibles últimos días de varios de los personajes de la editorial. Entre ellas una miniserie de seis números sobre Lobezno con la que Paul Jenkins intentaba cerrar el círculo que el mismo había trazado sobre el personaje solo unos años antes con la publicación de Lobezno: Origen.


Pero la conclusión propuesta por Jenkins ha acabado barrida en el recuerdo por una propuesta similar en su concepto básico pero muy diferente en su ejecución y que fue publicada casi por sorpresa en 2008 por Mark Millar y Steve McNiven, el dúo creativo que venía de revolucionar el universo Marvel gracias a Civil War. La historia, publicada originalmente en los #66-72 de Wolverine Vol.3 USA (más un epilogo-conclusión en el especial Giant Size Wolverine Old Man Logan), partía como suele ser habitual en las propuestas de Millar de lo que en cine suele denominarse como high-concept: una idea potencialmente atractiva que puede resumirse de manera sucinta en una sola frase. Y en el caso de El Viejo Logan dicha frase podría ser ¿Dónde estará Lobezno dentro de cincuenta años?.


Con claras influencias cinematográficas Millar propone un futuro distópico donde los héroes del universo Marvel fueron destruidos por una coalición de villanos que posteriormente procedió a conquistar el país, convirtiendo los antiguos EE.UU. en una suerte de sistema de feudos gobernado con mano de hierro. En dicho escenario reencontramos a un Lobezno envejecido y cansado que ejerce como granjero junto a la familia que ha formado con una esposa y dos hijos. Un Lobezno que ha renunciado a su antigua identidad como héroe y evita a toda costa cualquier pelea debido a un traumático suceso de su pasado que no quiere revelar. Sin embargo todo salta por los aires cuando, acuciado por una deuda que no puede pagar, acepta ayudar a su viejo amigo Ojo de Halcón actualmente ciego a transportar un misterioso cargamento ilegal de una punta a otra punta del país. Se inicia así un viaje por una Norteamérica convertida en un violento erial donde los villanos (bien los originales, bien sus inesperados descendientes) hacen ley de su voluntad y donde el recuerdo de los antiguos héroes emerge de formas inesperadas, obligando al protagonista a ajustar cuentas con su propio pasado con violentas consecuencias.


Con un enfoque similar a los Elseworlds de DC Comics, Millar recrea el universo Marvel tradicional mediante el filtro de la ciencia ficción post-apocalíptica establecida por Mad Max (1979) y sus secuelas, añadiendo asimismo un tono de western para plantear un relato donde el misterio de porqué Lobezno lleva décadas sin desenfundar sus famosas garras es prácticamente el único giro del argumento en una historia lineal que va enlazando las espectaculares y provocadoras escenas de violencia explícita que el guionista escocés ha convertido en su sello de identidad. Por otro lado el interesante tratamiento del protagonista como un personaje crepuscular es claramente deudor del realizado por Clint Eastwood en la oscarizada Sin Perdón (1992), película con la que el antiguo Hombre Sin Nombre desmantelaba su propio mito como héroe del western cinematográfico para acabar reconstruyéndolo con aún más fuerza. Un enfoque (que no un argumento) del que junto a ciertos detalles estéticos tomaría buena nota el realizador James Mangold para Logan (2017), la estupenda despedida del Lobezno fílmico encarnado por Hugh Jackman.


Con todo, y pese la abundancia de lugares comunes y referentes apenas disimulados, la historia proporciona una lectura trepidante que recupera la atractiva aura de misterio del protagonista. Un detalle que le caracterizaba en sus inicios y que en los últimos años se había perdido a base de reiteradas historias sobre su origen. Pero el gran aliciente es la descripción de ese malogrado futuro apocalíptico y sus conexiones con el universo Marvel tradicional, incluyendo inesperadas, sorprendentes y polémicas visiones de personajes como Hulk, los X-Men, los Inhumanos, Veneno, Spiderman, Ultron o Cráneo Rojo entre otros. Tanto la insólita ambientación como la espectacularidad de la acción propuestas por Millar adquieren mas empaque gracias a la aportación gráfica de Steve McNiven, demostrando un hábil dominio de la narrativa gráfica (con un gran ojo en el uso de las splash pages para subrayar los momentos álgidos, como ese impactante ¡SNIKT! a doble página) y con una estética limpia (pese al tono sucio y polvoriento del relato) y prolija en detalles tanto sobre los personajes (impagable el aspecto de Hulk y su prole como una versión superpoderosa del prototipo de paletos de la América profunda) como en los escenarios que plasma en cada viñeta.


Pese a su condición de historia autoconclusiva, uno de los grandes “debe” de El Viejo Logan fue como la trama pasaba de puntillas por algunos de los lugares y personajes presentados a lo largo del viaje de los protagonistas, con cada parada del mapa que abría cada capítulo prometiendo distintas aventuras que apenas llegábamos a vislumbrar. La propia editorial fue consciente de ello y, aprovechando la coyuntura del crossover Secret Wars, acabó recuperando tanto al envejecido Lobezno como su mundo de pesadilla. Tras una miniserie inicial derivada del citado evento a cargo de Brian Bendis y Andrea Sorrentino, Marvel procedió a trasladar al personaje a la continuidad principal como sustituto de su contrapartida original en aquel momento temporalmente fuera de juego.


Pero pese a la firma de un guionista tan interesante como Jeff Lemire la subsiguiente colección regular, centrada en la paradoja de ver como el protagonista intentaba evitar el futuro del que procedía, no logro reeditar el interés de la saga original. La serie alcanzaría las cincuenta entregas rematadas por la miniserie Hombre Muerto Logan a cargo de Ed Brisson y Mike Henderson y cuyo título refleja sin ambigüedad el destino de esta versión del personaje. Mucho más interesante serían los proyectos dedicados a explorar el mundo que este había dejado atrás en forma de miniseries como El Viejo Ojo de Halcón, El Viejo Quill o la reciente Vengadores de los Baldíos, donde otros personajes exploraban desde su particular perspectiva aquellas conexiones con la continuidad principal que el argumento de Millar apenas apuntaba.

Más allá de sus virtudes y sus carencias y pese a quien pese, El Viejo Logan se ha convertido en una referencia a la hora de hablar de la trayectoria de su protagonista, ofreciendo una lectura tan inusual como disfrutable que hace honor al nombre del sello editorial que acoge su más reciente edición.


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