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Batman: Sombras victorianas

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 20/09/2020
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Etiquetas: Batman / Sector /

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Dentro de la trayectoria de Batman, y muy especialmente de su fecunda etapa durante la década de 1980, destacan varios títulos que han conseguido la categoría de obra de referencia a la hora de hablar del personaje. Auténticos best-sellers en términos editoriales que por su calidad son objeto de continuas reediciones para gozo tanto de los aficionados veteranos, cuyo bolsillo se agita ante la posibilidad de gozar de una edición más completa y de mayor calidad, como de neófitos que deseen acercarse por primera vez al personaje sin preocuparse de rastrear su extensa bibliografía. Una coyuntura que ECC Ediciones está explotando provechosamente mediante una cadena de diferentes formatos de dichas obras cuyo último eslabón lo supone Gotham A Luz de Gas.

Publicada originalmente en 1989, Luz de Gas fue una obra rompedora desde el primer momento por varios motivos. El primero es que se atrevía a dejar de lado la nueva y remozada continuidad de DC Comics que tanto esfuerzo había costado (re)crear mediante Crisis en Tierras Infinitas, presentando una versión alternativa enmarcada a finales del siglo XIX pero sin recurrir a la socorrida noción de multiverso que, precisamente, la editorial había descartado solo cuatro años atrás. La segunda era una premisa tan inusual como al mismo tiempo lógica, pues encajaba como un guante con la estética y el tono asociados al personaje: nada menos que poner al Hombre Murciélago tras la pista de Jack el Destripador, infame asesino del Londres victoriano cuyas fechorías unidas al irresoluble misterio sobre su identidad le habían hecho trascender la realidad para convertirle en un siniestro personaje de la cultura popular.


El responsable de dicha premisa fue Brian Augustyn, editor de series como Flash y Justice League que posteriormente iniciaría una discreta carrera como guionista cuyo debut tuvo lugar con la obra que nos ocupa. Ambientada en 1889, un año después de los crímenes del Destripador en Londres, la trama nos presenta a un Bruce Wayne que regresa a Gotham después de un viaje de varios años por Europa preparándose física y mentalmente junto a algunas de las mentes más brillantes para poder convertirse en el héroe enmascarado que salve a la ciudad de la plaga de delincuencia que ha segado entre muchas otras la vida de sus propios padres. Sin embargo, el inicio de sus actividades contra el crimen coincide con una serie de asesinatos que recuerdan a los sucedidos en Londres. Algo que crea un clima de miedo y desconfianza que unido a una serie de circunstancias acaban convirtiendo a Wayne en el principal sospechoso. Incapaz de demostrar su inocencia sin tener que revelar su secreto, el encarcelado héroe deberá usar todo su ingenio para resolver el caso y descubrir la identidad de un asesino con el que tiene una relación mucho más estrecha de lo que cree.


Pese al cambio de época y entorno, el guión de Augustyn capta la personalidad del protagonista y sabe ahondar en su faceta más detectivesca, jugando con los lugares comunes del personaje aprovechando la ausencia de la continuidad para darles un giro inesperado con efecto dramático, como cuando este Batman descubre la verdadera razón tras la muerte de sus padres. Llena de guiños como la presencia de Sigmud Freud como uno de los mentores del protagonista o la mención a cierto detective del Londres victoriano, quizá la historia adolezca de ir demasiado deprisa al grano y de que los secundarios (Alfred, el comisario Gordon) no ofrezcan demasiadas diferencias respecto a sus equivalentes tradicionales, pero su lectura se pasa volando. Buena parte de la culpa es responsabilidad de Mike Mignola, dibujante cuyo peculiar estilo anguloso, sombrío y más cercano al género del terror que al de los superhéroes, aporta una atmosfera única que multiplica exponencialmente los detalles dispuestos por el guión. Un Mignola en su mejor momento que acababa de encontrar su propia identidad visual (esas masas de negro y su contraste con el rojo ya predecían su posterior Hellboy con la que el lector podrá deleitarse con todo detalle gracias a la nueva edición en formato tabloide de ECC.


La repercusión de la obra fue tan positiva que la editorial decidió utilizar su enfoque de aprovechar las posibilidades creativas de insertar a personajes en otros géneros y épocas creando el sello Otros Mundos (Elseworlds) que tantas alegría nos ha dado y en el que Luz de Gas fue incluido de forma retroactiva en posteriores ediciones. Asimismo se hizo inevitable la necesidad de una secuela en la que repitió Augustyn como guionista sin un cada vez más solicitado Mignola, que fue sustituido por Eduardo Barreto. Ambientada tres años después, El Amo del Futuro nos presenta a un Bruce Wayne que, tras vengar el asesinato de sus padres y haber limpiado Gotham de delincuentes, considera seriamente colgar la capa y sentar la cabeza junto a su prometida Julie Madison. Un plan que se rompe con la aparición de Alexandre LeRoi, un excéntrico villano al mando de una poderosa fortaleza aérea que toma a la ciudad como rehén, obligando al héroe a recuperar su disfraz. Tomando inspiración en la literatura de Julio Verne –y más en concreto en el Jean Robur de El Amo del Mundo- El Amo del Futuro goza de un guión que se toma tiempo para trazar con más detalle la personalidad de sus personajes, añadiendo asimismo a la premisa de “Batman victoriano” una bienvenida dosis de elementos steampunk. El dibujo de Barreto, de acabado clásico, limpio y con un detallado trabajo de caracterización de época redondean una estupenda historia cuyo mayor problema es la larga sombra de su predecesora, cuya rotunda premisa (Batman vs Jack el Destripador) y atmosférico grafismo injustamente parecen hacer empequeñecer las virtudes de una más que digna continuación.


Pese a no añadir más capítulos, esta peculiar versión alternativa del Hombre Murciélago se ha ganado un lugar especial dentro de la amplia trayectoria del personaje, incluyéndose de forma retroactiva entre las 52 tierras oficiales del Universo DC (Tierra 19) y siendo el personaje y su mundo objeto de ocasionales apariciones en eventos como Cuenta Atrás o el más reciente Noches Oscuras: Metal. Asimismo en 2018 conoció una adaptación en forma de largometraje animado que, pese a lo literal de su título Batman: Gotham A Luz de Gas, toma elementos tanto de la obra original como de El Amo del Futuro mezclándolos a su vez con añadidos inéditos en estas como las apariciones de Robin (en varias encarnaciones), Catwoman, Hiedra Venenosa o Hugo Strange. Una adaptación bastante libre respecto a lo escrito por Augustyn pero que funciona estupendamente, incidiendo en el enfoque detectivesco del personaje y ampliando el misterio de la identidad del Destripador con más sospechosos y más giros argumentales. El resultado es una de las mejores aportaciones recientes a la DC animada y el complemento ideal para una obra que siempre merece la pena revisitar independientemente de su formato o edición.


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