Buenos Días, Tristeza El diablo de los celos
Buenos Días, Tristeza Francia - 2020 Guionista:Frédéric Rébéna Dibujante:Frédéric Rébéna
Editorial:Planeta Cómic -
112 páginas - color
Precio:22,00€
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Adaptar una obra a otro medio nunca es fácil. Máxime si a las dificultades propias de utilizar diferentes recursos expresivos se añade el prestigio previo de dicha obra, el cual puede pesar cual losa sobre el resultado. La adaptación de la prestigiosa novela de François Sagan escrita y dibujada por Frédéric Rébéna es un buen ejemplo de esa disyuntiva que no siempre permite un balance justo del resultado.
Buenos Días, Tristeza es un estudio de personajes visto desde los ojos de Cécile, una díscola y maquiavélica adolescente de diecisiete años que mantiene una peculiar relación con su padre Raymond, un cincuentón viudo y de disipada vida amorosa con el que pasa las vacaciones de verano en una idílica casa costera acompañados por Elsa, la joven y fogosa amante de su progenitor. Una peculiar convivencia que se ve alterada por la llegada de Anne, madura amiga de la familia con la que Raymond inicia una relación que acaba dando pie a un tóxico caldo de cultivo emocional destinado a acabar de manera funesta.
Historia intimista de celos, traiciones y desengaños, la traslación realizada por Rébéna pierde por el camino la visión subjetiva expresada en forma de monólogo interior en la novela de Sagan debido a la decisión creativa de reducir la mayoría textos de apoyo del personaje protagonista, conservando el perfil manipulador y retorcido de Cécile pero sin permitir al lector una mayor empatía a la hora de observar sus engaños y manipulaciones aunque conserve el tono enfermizo y destructivo de sus intenciones y actos. Una narración incómoda y llena de detalles espinosos (hasta el punto de insinuar un trasfondo incestuoso) que, como sucedía en la novela, invierte los tópicos propios del género romántico con un resultado que rezuma un refrescante cinismo. Un tono que, a diferencia del original literario, desgraciadamente se ve perjudicado por una fría narración que hace difícil implicarse emocionalmente en la trama, reduciendo el impacto del desolador desenlace.
Una frialdad argumental que curiosamente contrasta con la calidez del apartado gráfico, con Rébéna haciendo gala de un trazo suave y con menos dependencia de las líneas de expresión que en otros trabajos, dejando incluso entrever las líneas de los lápices en un acabado final que, unido a una paleta de colores cálidos, da al resultado un tono con reminiscencias cercanas a la obra de artistas pictóricos realistas como Alex Colville o Andrew Wyeth. Un dibujo que destila elegancia y una sensualidad mucho más cálida que la expresada por los textos. Un plus que compensa los problemas de una historia que sufre la injusta comparación con la obra original pero que posee alicientes más que suficientes para los amantes de los relatos íntimos y los personajes de corte fatalista que se muevan a contracorriente de los patrones habituales.
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