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La Atalaya del Vigía - Clandestine: Enredos de (super)familia Comic Digital
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La Atalaya del Vigía - Clandestine: Enredos de (super)familia

Panini y SD recuperan una obra maestra superheroica de Alan Davis

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 23/12/2020
La Atalaya del Vigía - Clandestine: Enredos de (super)familia

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Entre las novedades del sello Marvel Limited editado a cuatro manos por Panini Cómics y SD Distribuciones destaca por méritos propios la edición integral de Clandestine, serie de creación propia de Alan Davis para Marvel. El mero hecho de ofrecer más de 500 páginas firmadas por el artista británico ya debería ser por sí solo aliciente más que suficiente para su adquisición. Pero se da aquí el caso de que posiblemente Clandestine sea uno de los trabajos más personales (aún estando integrado dentro de un contexto tan mainstream como el universo Marvel) y al mismo tiempo más desconocidos de su autor.

Convertido en uno de los dibujantes de superhéroes más apreciados tanto por las grandes editoriales como por los fans, a mediados de la década de 1990 Alan Davis había dado un paso más allá reivindicándose también como un eficaz guionista gracias a su etapa como autor completo en Excalibur. Las injerencias editoriales de la franquicia mutante provocaron el final de la misma pero, dispuestos a no perder el favor del artista, la editorial le concedió carta blanca para publicar un proyecto de su elección.

El resultado fue Clandestine, una mezcla de superhéroes y saga familiar en torno a Adam Destine, un noble inglés del siglo XII que, durante su estancia en las Cruzadas vive una aventura que le lleva a enamorarse de Elalyth, una criatura mística que le concede el don de la inmortalidad. De dicha relación nacen asimismo varios hijos a lo largo de los siglos, dotados de una larga longevidad así como de diferentes habilidades sobrehumanas. Una estirpe que ha vivido de forma oculta hasta que ya en el siglo XX, Vincent, uno de los retoños de Adam, comienza a hacer un uso malvado de sus dones que provoca su muerte a manos de su propio progenitor. Tras tan trágico acontecimiento la familia se separa, dejando a los dos recién nacidos, los mellizos Rory y Pandora Destine, al cuidado de Wally y Florence, dos de sus hermanos mayores que se hacen pasar respectivamente por su tío y su abuela. El posterior descubrimiento por parte de unos ya adolescentes Rory y Pandora de sus propios poderes provoca la reunión del disperso clan familiar, empujándoles a una serie de aventuras donde los misterios de su largo pasado comienzan a surgir para amenazar su presente.


Haciendo valer el doble sentido del título de la serie, las historias de Davis se caracterizan por los lazos familiares que unen a los protagonistas así como por el secretismo que ha marcado toda su existencia y del que tanto los lectores como los propios Rory y Pandora son desconocedores absolutos. Una mezcla de drama –las rencillas familiares y el continuo recuerdo al fallecido Vincent, la oveja negra del clan- y comedia –especialmente por parte de la ingenua pareja de hermanos pequeños, que creyéndose inicialmente mutantes (sic) deciden utilizar sus poderes para convertirse en superhéroes bajo el nombre de Cruzado Carmesí y Duende respectivamente- adornada con diversos flashbacks que muestran las vidas pasadas de los miembros del clan y su evolución a lo largo de los siglos.


Reseñar el talento visual de Davis, destacando la expresividad de sus personajes, su trazo dinámico a la par que detallado o sus inteligentes composiciones de página, resulta superfluo. Pero conviene subrayar su habilidad para el diseño de personajes, con todos y cada uno de los miembros del clan perfectamente caracterizados mediante una estética que no solo los hace perfectamente reconocibles, sino que expresa visualmente su personalidad: el protector Wally convertido en una enorme mole de músculos; el genio científico Newton expresado mediante un físico escuálido y un rostro claramente inspirado en Woody Allen; la extravagante personalidad de Albert representada en su colorida apariencia…; la palma se la lleva el personaje de Jasmine-Kay-Cuco, telépata con la habilidad de habitar diferentes cuerpos, permitiendo al artista toda clase de cambios de look.


Lejos de tramas revolucionarias y rompedoras, Clandestine proponía un entretenimiento ligero a la vieja usanza, apostando por un tono clásico y con golpes de humor que contrastaba con el tono extremo y grave tan pujante en el cómic superheroico de los 90. Las tramas y los villanos como Lenz y sus retoños mutados o el científico Dr. Griffith eran poco menos que una excusa para ver la interacción entre los diferentes miembros del clan y su complicada cronología. Quizá por ello la serie no acabó de lograr el éxito previsto entre los lectores. Tal vez por esa razón la editorial pidiese cambios respecto al tono y el argumento. Lo que es seguro es que tras apenas ocho números, y aun sabiendo que los derechos de los personajes pertenecían a la editorial y no a él, Davis decidió desentenderse por completo de la serie sin darle siquiera un final.


Rápidamente Marvel salió al paso reemplazando a Davis por el guionista Glen Dankin y el dibujante Bryan Hitch, opción esta última tan astuta como descarada: en aquel entonces Hitch imitaba abiertamente el trazo de Davis, muy lejos del “realismo widescreen” qua adoptarían posteriormente sus lápices. El nuevo equipo creativo decidió dar un vuelco a la trama recuperando al supuestamente fallecido Vincent, pero fue inútil: el cambio de autores, unido a las bajas ventas y la crisis del mercado directo provocaron el cierre de la serie en el #12. Apenas un año después el propio Davis ajustaría cuentas con la editorial escribiendo y dibujando la miniserie X-Men-Clandestine, cruce entre sus personajes y el popular grupo mutante donde, además de presentar a un nuevo miembro de la familia Destine, aprovechaba para eliminar la trama de los cuatro números a cargo de sus sustitutos convirtiéndola en un sueño. El resultado fue un epílogo agridulce por cuanto no hubo más historias de los personajes que pasaron a quedar desterrados al limbo editorial.


Tuvieron que pasar doce años hasta que en 2008 Marvel convenció a Davis para retomar su creación mediante una miniserie de cinco números con la que el artista británico retomó las tramas que él mismo había dejado inconclusas, presentando a nuevos miembros de la familia y permitiéndose incluso el capricho (vía viaje temporal) de recuperar a la formación original de Excalibur como invitados de lujo. Sujetos desde entonces a una suerte de veto oficioso por el que solo él puede utilizar a los personajes, su última aparición fue en 2012 cuando Davis se hizo cargo de tres anuales de las series de 4 Fantásticos, Daredevil, Lobezno. Especiales que, pese a la presencia de sus respectivos personajes titulares, en realidad formaban una nueva historia de la peculiar familia, con Davis revelando al fin su propia versión de la muerte y regreso de Vincent. Sin nuevas historias hasta la fecha el presente tomo, recopilando todo el material elaborado por Davis, sirve para refrescar el buen sabor de boca de esta rareza de culto insólita dentro del universo Marvel que nunca es demasiado tarde para (re)descubrir.


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