La Atalaya del Vigía - Matadero Cinco: Un peregrinaje en el tiempo Astiberri presenta una de las obras imprescindibles del 2020
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Entre las últimas novedades editoriales que nos dejó el insólito y extraño 2020 conviene recuperar una obra igual de singular e inesperada como es Matadero Cinco, adaptación en viñetas de la novela homónima de Kurt Vonnegut puesta en imágenes por Albert Monteys y cuya ejecución, tremendamente fiel, logra ir sin embargo más allá de un mero ejercicio de traslación del original literario.
Matadero Cinco fue escrita en 1969 por el iconoclasta Kurt Vonnegut. Inspirándose en sus propias vivencias como soldado durante la IIª Guerra Mundial (siendo testigo, al igual que el protagonista de la novela, del bombardeo de la ciudad de Dresde), su insólita y original mezcla de ciencia-ficción, antibelicismo, metanarrativa y sátira social y religiosa la convirtieron en un clásico de culto instantáneo, nominado a prestigiosos galardones como los Premios Hugo y Nebula y objeto de diversas adaptaciones radiofónicas, teatrales y cinematográficas. Su influencia posterior ha permeado en la cultura popular, siendo rastreable en obras tan diferentes como la televisiva Perdidos (Lost, ABC, 2004-2010) o la miniserie Capitán América: Renacimiento, donde el guionista Ed Brubaker llegaba incluso a parafrasear uno de los diálogos de la novela.
La adaptación al cómic publicada por Boom! Studios y subtitulada (al igual que la novela) como La Cruzada de los Niños, corre a cargo del guionista Ryan North asumiendo la tarea de transformar la prosa de Vonnegut a las características de la narración secuencial propias del medio del cómic. Una tarea nada sencilla puesto que la novela utiliza elementos postmodernos con los que el escritor –quien tiene una aparición como personaje en la propia novela- narra de forma no lineal la historia de Billy Pilgrim, un soldado norteamericano que durante la IIª Guerra Mundial es hecho prisionero por los alemanes y se convierte en involuntario testigo de algunos de los episodios más crudos de la contienda.
Pero el verdadero reto narrativo es que Billy posee además una cualidad de lo más peculiar: se ha “desprendido” del tiempo, motivo por el cual su conciencia va pasando aleatoriamente hacia adelante y hacia atrás a diferentes momentos de su vida que incluyen su nacimiento, infancia y adolescencia; su periodo como soldado en el frente alemán; su estancia en un hospital psiquiátrico; su matrimonio y paternidad; su éxito como optometrista; su abducción por parte de la raza alienígena de los Trafalmadorianos; su experiencia como superviviente de un accidente aéreo; su éxito como prestigioso conferenciante; y finalmente su propia muerte a manos de un trastornado compañero del ejercito. Una laberíntica estructura que gracias a la presentación tanto de los personajes secundarios como de la cronología del propio Billy incluida en las páginas iniciales es posible seguir sin perderse con los continuos saltos temporales.
El resultado es una lectura argumentalmente densa y con varios niveles de lectura pero que en ningún momento se hace tediosa gracias a la aportación gráfica de Albert Monteys. El artista barcelonés sin duda sorprenderá aquí a aquellos que lo tengan encasillado en el terreno de las tiras cómicas gracias a sus colaboraciones con la revista El Jueves en seriales como Tato o Para ti que eres joven (ignorando obras recientes como su aportación al sello Nuevas Hazañas Bélicas o ¡Universo!, cabecera de ciencia ficción que le valió una nominación a los premios Eisner). Sin renunciar al trazo de reminiscencias cartoon que le caracteriza, Monteys despliega aquí un arsenal de recursos estéticos y narrativos necesario para ponerse a la altura de las piruetas narrativas propuestas por la premisa.
Desde viñetas en formato panorámico que dilatan una acción o ilustran una conversación a ilustraciones a toda página como las que recogen el antes y después de la ciudad de Dresde, su visualización de Matadero Cinco es todo un recital de las virtudes del cómic como medio narrativo: diagramas que describen los diferentes componentes de una escena; cambios de estilo gráfico para ilustrar una ficción dentro de la ficción (como insertos de cómics de ciencia ficción de los sesenta con el dibujo y color característicos de la época o un storyboard que simula una película siendo proyectada al revés); el uso del espacio en blanco en forma de viñetas sin fondos para subrayar el aislamiento del protagonista; o transiciones mediante viñetas con efectos de color para marcar los saltos temporales del protagonista. De hecho el color juega un papel fundamental desarrollando un código cromático (violeta para el futuro, rojo para el pasado) que identifica las transiciones antes mentadas, pero también la localización temporal de personajes y lugares cuando ocasionalmente se superponen en una misma página y/o viñeta. Todo ello filtrado por un rigor narrativo que hace que el lector nunca se pierda por los recovecos de la laberíntica trama.
A servidor se le acaban los elogios para describir un trabajo que no solo conserva intactas las virtudes de la reputada obra literaria original, sino que las complementa transformándose en una obra con entidad propia que goza de la inventiva, mordacidad y pesimismo de la novela pero añadiéndole un entramado narrativo mucho más espectacular y expresivo. La estupenda edición, tanto en formato como en la relación calidad-precio, puesta en el mercado español por Astiberri como parte de su sello Sillón Orejero solo contribuyen aún más ha hacer de esta una obra imprescindible.
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