Marvel Must-Have #13 - La Patrulla-X: La Saga de Fénix Oscura La verdadera esencia de un clásico imperecedero
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Hace tan sólo unos meses que la nueva línea Marvel Must-Have se estrenase en las librerías, pero a medida que se iban sucediendo las entregas, en su mayor parte obras de la pasada década, más echaba de menos títulos como el que nos ocupa. No es que el resto de elecciones de Panini no cumplan con el requisito de “esenciales” que da nombre a la línea, pero aún quedan muchos años para saber si obras como El Guantelete del Infinito o Iron Man: Extremis siguen gozando de este estatus. De lo que no cabe duda alguna es de que el trabajo que Chris Claremont y John Byrne desarrollaron en los números aquí contenidos, jamás perderá la condición de obra maestra. Al contrario, cada relectura que hago de la misma me convence de que es muy difícil que los autores modernos lleguen a este nivel de excelencia. Puede que la clave esté en el cariño que uno guarda de sus primeras lecturas, o del mimo y tiempo que antes se dedicaba a saborear cada viñeta y cada página, algo que se ha perdido con la falta de tiempo y lo atropellado de las lecturas actuales, fomentada por la descompresión narrativa, marca de la casa de algunos autores.
Los que, como yo, se hayan criado leyendo La Patrulla-X (nada de X-Men) de Claremont, saben de sobra del gusto del autor por excederse en los textos de apoyo y en los bocadillos asociados a cada personaje. No era raro ver como Lobezno tenía tiempo de sobra de analizar con detalle cualquier enfoque antes de la batalla contra un villano mientras se abalanzaba sobre él, o que Xavier tuviera mil y una premoniciones psíquicas mientras estrechaba la mano de otro personaje. Era la forma del patriarca mutante (me refiero a Claremont, no a Xavier), de enriquecer el trasfondo de sus personajes y, de esta forma, conseguir que nos encariñásemos con ellos, que lográsemos empatizar con héroes con los que muy poco teníamos en común. De esta forma, nos encariñábamos con Kitty Pride, aprendíamos a temer a Lobezno, o éramos testigos de los pensamientos de Rondador Nocturno o Coloso.
En los nueve números contenidos en el tomo, los autores se tomaban su tiempo para dejar que las tramas se desarrollasen, algo que en muy contadas ocasiones sucede hoy en día, y que siempre es digno de agradecer. Número a número, y mientras otras historias iban teniendo lugar, veíamos como los poderes de Jean Grey iban en aumento, como su relación con Scott se iba distanciando, el ascenso del Club Fuego Infernal, o el regreso de Lilandra, fundamentales para el desarrollo de la saga. No hace falta que resuma aquí el final de la saga, para no pecar de redundante o hacer spoilers, según se la experiencia lectora de cada uno, pero el final de la saga no nos dolería tanto si Claremont no se hubiera tomado tantas molestias en preparar el terreno.
Y por supuesto, no podemos olvidarnos del arte de John Byrne. El que durante muchos años fuera mi autor favorito, supo darle a la historia la épica necesaria, a los personajes la capacidad de transmitir las emociones, y al relato las localizaciones más asombrosas, ya fueran un sórdido club escondido en pleno Nueva York, una pequeña isla escocesa, o cada uno de los impresionantes escenarios de la flota Shiar en los que transcurre el final de la saga. En resumen, la llegada de una nueva y cuidada edición como la de Marvel Must-Have, a un precio tan ajustado como el que nos ocupa, es suficiente para llevárnosla a casa, regalarla a diestro y siniestro, o simplemente actualizar en nuestras estanterías este clásico imperecedero.
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