Iron Man: Extremis- Actualizando al Hombre de Hierro
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Siguiendo con su selección de historias señeras pertenecientes a la más reciente trayectoria del universo Marvel, Panini Comics recupera para su sello Marvel Must Have la saga Extremis, historia con la que se redefinió a Tony Stark y su alter ego de cara al siglo XXI. Un trabajo que pese a su brevedad añade una serie de elementos argumentales y estéticos que la convierten en una de las aportaciones más decisivas de la trayectoria de Iron Man.
Surgida a raíz de la revolución creativa iniciada en Marvel por la dirección editorial de Joe Quesada, en 2006 Iron Man obtuvo una nueva cabecera dos años después de la cancelación de su anterior serie. Haciendo gala de su política de atraer nombres de talento y proporcionarles libertad creativa, Quesada encomendó ese reinicio a Warren Ellis, quien planteó una historia donde Iron Man debe hacer frente a Aldrich Killian, un terrorista que ha robado un peligroso virus artificial llamado Extremis que le proporciona habilidades sobrehumanas. Una trama aparentemente sencilla pero que bajo ese simple armazón escondía interesantes logros conceptuales.
El polémico guionista británico regresaba aquí a primera línea del universo Marvel, encargándose de uno de los principales iconos de la editorial pero gozando ahora de una manga ancha que no había tenido en la década anterior para redefinirlo según su propia sensibilidad. Interesado en todo lo relacionado con la tecnología y su impacto a todos los niveles (biológico, espiritual, cultural, sociológico) en el ser humano, temas como la cibernética, la nanotecnología o el transhumanismo asomaban frecuentemente en trabajos de creación propia como Transmetropolitan, Frecuencia Global o Desolation Jones. Temas que encajaban como un guante en un personaje como el genio científico Tony Stark y su armadura acorazada de alta tecnología.
Partiendo del enfrentamiento con un enemigo potenciado por una tecnología mucho más avanzada que la suya, la trama obligaba al protagonista a replantearse su propio concepto y la necesidad de actualizar cada vez más y en periodos progresivamente más breves la tecnología que hace posible su existencia. Una renovación que acaba siendo literal cuando el propio Stark se somete al citado Extremis, un compuesto que rehace el ADN de la persona inoculada y lo mejora tecnológicamente ampliando sus capacidades. En su caso estableciendo un vinculo directo entre el personaje y su armadura, que dejaba así de ser un simple accesorio para convertirse de forma literal en parte de sí mismo. Un cambio de paradigma que pone en cuestión la propia naturaleza humana del personaje y que el guión aprovecha para abordar la contradictoria coyuntura del propio Tony Stark: un genio científico que busca el bien de la humanidad pero cuyo trabajo consiste en construir armas. Un héroe que busca acabar con la guerra pero lo hace principalmente mediante la violencia. Un generoso benefactor cuyo dispendio está atado por los imperativos económico de la industria. Facetas opuestas que Ellis pone en boca del erudito tecnológico Sal Kennedy y la doctora Maya Hansen, secundarios de nuevo cuño que esconden más de una sorpresa en el devenir de la historia y que el guionista añade a la galería de secundarios del personaje en lugar de recurrir a los viejos conocidos habituales.
Precisamente la relación con continuidad previa es otro de los puntos destacados de este cómic. Más allá de una fugaz mención a los Vengadores y Fin Fang Foom, el resto del universo Marvel parece permanecer ajeno al devenir de la historia. Algo no especialmente significativo de no ser porque en mitad de la trama Ellis decide revisar sin aviso previo la génesis del protagonista. Así, en forma de un flashback se recrea el origen diseñado por Stan Lee, Larry Lieber y Dock Heck en el añejo Tales of Suspense #39 publicado en 1963. Y aunque la trama y personajes básicos se mantienen (la captura del protagonista por parte de un grupo armado; su encuentro con el científico Ho Yinsen; la lesión que le lleva a construir la armadura original para sobrevivir y escapar de sus captores) Ellis modifica la ambientación original, convirtiendo las junglas de Vietnam de los años sesenta en las llanuras de Afganistán de los noventa, con los guerrilleros comunistas transformándose en milicianos talibanes y rejuveneciendo así tres décadas la base argumental del personaje. A diferencia del brusco borrón y cuenta nueva gestionado a base de macroeventos al que acostumbra DC Comics, la continuidad Marvel siempre ha tenido que recurrir a toda clase de trucos para conservar su estatus más lineal. Un mal necesario que la editorial suele gestionar de forma más disimulada, pero que por primera vez se abordaba dentro de la continuidad oficial de manera directa y sin disimulo en busca de un mayor verismo.
Ese verismo se ve potenciado precisamente por la aportación de Adi Granov, un ilustrador europeo cuyo estilo se adscribe a la estética hiperrealista, dando a sus páginas un look fotográfico tan impactante como sofisticado. Como muchos dibujantes asociados a este estilo sus páginas adolecen de un fuerte estatismo y abusan de los fondos neutros y/o vacíos a lo largo de las páginas de cara a reducir la carga de trabajo necesaria impuesta por dicha estética. Pero la fuerza de unas imágenes que por momentos casi parecen palpables unido a su elegante rediseño de la armadura del protagonista cumplen sobradamente a la hora de captar la atención de los lectores. Entre los mismos se encontraba en el momento de su publicación un realizador llamado Jon Favreau, quien vio en esta historia concreta la forma de materializar una adaptación del personaje que llevaba encallada más de una década en los despachos de Hollywood.
Extremis se convirtió así en el modelo a seguir para Iron Man (2008), versión cinematográfica del personaje que tomaba prestado tanto el actualizado origen del protagonista como su estética (el propio Granov formó parte del equipo de producción) mientras que su premisa argumental acabaría sirviendo –muy libremente, eso sí- de base al guionista Shane Black para Iron Man 3 (2013). Pero ¿Y en los propios cómics? Desgraciadamente y pese a la sintonía demostrada con el personaje, Ellis abandonó la serie tras ese único arco argumental, quedando en manos de los televisivos Daniel y Charles Knauf (Carnivale) el explorar la herencia del mismo junto al dibujante Patrick Zircher. Y aunque el virus Extremis jugaría un papel importante en historias posteriores como la etapa firmada por Matt Fraction o la más reciente Iron Man Superior de Tom Taylor, ninguna historia posterior ha logrado reinventar de forma tan efectiva ni sacudir su esencia de forma tan eficaz como la presente. Una historia capital en la trayectoria del personaje que supone asimismo un magnífico punto de entrada para aquellos que desean acercarse al mismo sin un bagaje previo.
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