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La Atalaya del Vigía - Batman: Tres Jokers: La broma exhumada Comic Digital
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La Atalaya del Vigía - Batman: Tres Jokers: La broma exhumada

Concluye este divisivo proyecto DC

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 12/03/2021
La Atalaya del Vigía - Batman: Tres Jokers: La broma exhumada

Con la publicación de su tercera entrega en España a manos de ECC Ediciones concluye Batman: Tres Jokers, miniserie que conforma uno de los proyectos más llamativos, discutidos y polémicos en la reciente trayectoria de Batman. Un proyecto de clara intención revisionista con el que el guionista Geoff Johns busca sacudir los cimientos tanto argumentales como editoriales del Hombre Murciélago. Y lo hace mediante una historia que no sólo cambia la figura del héroe y su mayor enemigo, sino que también altera una de las historias ya de por sí más llamativas, discutidas y polémicas de la trayectoria de ambos personajes.

Desde que Johns plantase la semilla de la misma hace ya un lustro durante el evento La Guerra de Darkseid, con aquella enigmática revelación de la omnisciente silla de Metrón donde a la pregunta sobre la verdadera identidad del Joker la respuesta era que “hay tres”, los lectores se devanaron los sesos con toda clase de teorías respecto a la presente miniserie, cuya publicación se fue demorando sine die debido a los numerosos compromisos profesionales del guionista. Un guionista que ha hecho de su conocimiento enciclopédico de la continuidad del universo DC su sello de identidad, aplicándolo a su paso por sucesivos personajes (JSA, Flash, Green Lantern…) en los que ha recuperado tramas pasadas para impulsar las suyas propias. Con este proyecto va un paso más allá, dando un salto mortal sin red al poner su vista sobre una historia tan emblemática como La Broma Asesina.


Poderosa revisión de la figura del Joker y considerada una de las historias más emblemáticas de Batman, la influencia directa y-o indirecta del cómic de Alan Moore y Brian Bolland está presente en toda la trayectoria posterior del personaje, sobreviviendo intacta incluso a los posteriores reinicios de la continuidad DC. Sin embargo nadie se había atrevido-querido-podido retomar de forma directa aquella trama hasta ahora. El resultado es una secuela que tiene en el nexo con su predecesora tanto sus mayores virtudes como sus mayores defectos.

Dibujada por Jason Fabook en un estilo que busca reproducir el trazo detallado, nudoso y expresivo del citado Bolland, la trama de Tres Jokers plantea una premisa como mínimo desconcertante: la evidencia de que a lo largo de los años que lleva en circulación el papel del macabro payaso ha sido ejercido por tres personas diferentes. Tres versiones con distintas características bautizadas aquí como el criminal, el payaso y el comediante (y más o menos identificables con las versiones de la Edad de Oro, la Edad de Plata y la presentada por Moore y Bolland respectivamente) que han coexistido durante todo este tiempo. Teniendo en cuenta que aquí no hay elementos referentes al Multiverso, y aun dando por sentado que parte de la mística del villano procede del desconocimiento sobre su verdadera identidad, que “el mayor detective del mundo” jamás haya percibido dicho intercambio de roles resulta como mínimo chocante. Se trata de un detalle que contradice no sólo numerosas historias previas sino que también invalida la elegante solución que Grant Morrison aportó para unificar las muchas versiones del personaje elaboradas por diferentes autores a lo largo de los años.


Si uno es capaz de ignorar semejante elefante en la habitación la trama propone una investigación a tres bandas donde Bruce Wayne cruza su camino con el de Batgirl-Barbara Gordon y Capucha Roja-Jason Todd, personajes con sus propias cuentas pendientes a raíz de La Broma Asesina y Una Muerte en la Familia (obra de Jim Starlin y Jim Aparo) respectivamente. Ambos personajes y sus heridas físicas y psicológicas derivadas de su pasada relación con el Joker son una de las mejores aportaciones de Johns, que establece no sólo su diferente psicología a la hora de enfocar sus acciones y lidiar con sus traumas, sino que también crea una interacción entre ambos insólita hasta el momento pero tremendamente interesante.

En lo referente al propio Batman, y más allá de la de recalcar su perfil psicológico como una mente torturada y tremendamente inquisitiva a partes iguales, el discurrir de la propia trama acaba dando una vuelta de tuerca a su origen mediante la aparición de Joe Chill como parte de los planes del Joker. Que este último conozca la conexión entre Chill y el héroe –con las implicaciones que ello supone cara a historias previas- es una excusa necesaria para dar al protagonista una catarsis similar a la de Batman: año dos al tiempo que elimina (otra vez) a esta última de la continuidad. Pero el elemento más polémico lo encontramos en el giro final, que conecta directamente con La Broma Asesina reescribiendo lo narrado en aquella para darle otro sentido. A falta de ver el desarrollo del villano en futuras historias a raíz de dicha revelación, es imposible no lamentar el cambio de paradigma por el que Johns sustituye la escalofriante explicación de Moore a la psicología del Joker por algo mucho más banal.


Narrativamente la obra se plantea como una intriga donde el misterio se va desvelando mediante continuos golpes de efecto que van descolocando tanto a los protagonistas como al lector. El tono sórdido y callejero, con una Gotham más oscura, sucia y húmeda que de costumbre y una impactante plasmación de la violencia –en especial ese guiño a la muerte de Jason en la citada Una muerte…- son recursos eficazmente ejecutados por Fabook en base a una elaborada planificación que juega con las posibilidades del esquema de pagina de nueve viñetas característico de los trabajos señeros de Moore para DC. Una aproximación consciente a los mecanismos narrativos de aquellos rompedores títulos que a mediados de los 80 renovaron el cómic de superhéroes dándoles un barniz más adulto y sofisticado. Aproximación que, aun siendo de lo mas lograda, no puede evitar cierta sensación a deja vú en el lector veterano.

Tres Jokers recuerda en ese sentido a El Reloj de Juicio Final, donde el propio Johns daba continuidad a otra obra señera de Moore. Y si bien El Reloj… era discutible como secuela de Watchmen, al menos funcionaba como notablemente como evento del universo DC, estando incluso por encima de la media de ese tipo de historias. Se ha señalado que quizá la mejor manera de encarar la lectura de Tres Jokers es tomársela como una historia fuera de la continuidad. Y que la miniserie haya sido publicada por el sello Black Label, que acoge varios títulos con dicho enfoque invita a ello. Pero resulta difícil abstraerse de la continuidad cuando el propio Johns alienta prácticamente en cada página los lazos con esta, ayudado por un Fabook que cuela referencias visuales no solo a los citados Bolland y Aparo, sino también a Marshall Rogers e incluso Sheldon Moldoff. Por no mencionar que ello implica un problema adicional: dada la larga gestación de la obra desde su anuncio hasta su publicación ¿A qué continuidad pertenece realmente? ¿A la de los Nuevos 52?, ¿A la de Renacimiento?, ¿Otra?

Polémicas aparte (y lo que vendrá, de confirmarse el anuncio de una secuela a raíz del gran éxito de ventas), Tres Jokers es una historia que de una forma u otra marcará un punto y aparte en la extensa trayectoria de Batman y que conviene leer con la mente despejada, sin buscarle cinco pies al gato. Sobre su calidad intrínseca y repercusión merecida (o no) eso solo el paso del tiempo dirá.


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