La Atalaya del Vigía - Daredevil: el Purgatorio de Zdarsky Una mirada a la etapa de Chip Zdarsky al frente de la colección
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Cuando uno se acerca a un personaje que ha tenido una trayectoria tan larga como es el caso de Daredevil, es inevitable que haya cierta sensación de deja vú. Ciertas historias y autores resuenan inevitablemente cual música de fondo tanto en la mente del lector como en la de los propios autores al emprender un nuevo ciclo editorial. Incluso cuando la intención es alejarse y probar otro enfoque, esa alargada sombra sigue ahí a modo de polo opuesto con el que compararse. Pero aunque la canción pueda seguir siendo la misma, la clave está en cómo se toca y si al hacerlo se es capaz de alcanzar la esencia que define al personaje. Ese es el caso de la actual etapa del Hombre sin Miedo firmada por Chip Zdarsky, cuya calidad le ha granjeado una segunda vida editorial por parte de Panini Cómics al simultanear su edición en grapa con otra en tomo dentro de la línea editorial Marvel Premiere.
Zdarsky aterrizó en la colección tras el desenlace de la etapa previa escrita por Charles Soule. Una etapa no exenta de virtudes pero con el hándicap de ciertas connotaciones creativas que dicho guionista se vio obligado a asumir por mandato editorial y que, siguiendo la tradición no escrita de la cabecera durante los últimos años conocida como El Reto del Diablo (sic), terminaba colocando al protagonista en una situación insólita con la que el siguiente cronista debía lidiar. En el caso de Soule ese cierre titulado La Muerte de Daredevil tenía más de simbólico que de literal pero dejaba al personaje tocado física y mentalmente, inseguro de poder seguir ejerciendo su labor de luchador contra el crimen. Una situación peliaguda que Zdarsky sabe enlazar con uno de los rasgos definitorios del héroe: su tendencia hacia la culpabilidad y el (auto)flagelamiento. Así, cuando una de sus primeras acciones tras su convalecencia acaba con la muerte involuntaria de un criminal, Matt Murdock debe hacer frente no solo ante la ley encarnada por el detective de homicidios Cole North y su nada complaciente visión de los justicieros enmascarados, sino también a sus propias contradicciones como superhéroe.
Conoce el Miedo, primer arco argumental de la nueva etapa, marca así una nueva dirección para el personaje mediante una trama que aprovecha hallazgos tanto de la etapa previa -la nueva posición de Kingpin como alcalde de Nueva York; el recuperado estatus de identidad secreta del protagonista-, como del resto del universo Marvel -las matizadas apariciones de personajes como El Castigador y Spiderman como contrapunto respecto al propio Daredevil-. Pero el verdadero hallazgo es hacer que la cabecera recupere el sabor de etapas como las firmadas por Brian Bendis, Ed Brubaker o la seminal contribución de Frank Miller sin por ello caer en la simple imitación de las mismas.
Y es que Zdarsky asimila dichos referentes no de la simple réplica de sus formas más aparentes, sino desde la comprensión de su misma esencia, sintetizando ese tono propio de la serie negra más cruda envuelta en una estética callejera heredada del thriller cinematográfico de los años 70 que los antes mentados guionistas entendieron tan bien. Una noción compartida por el dibujante Marco Checchetto, quien abraza sin disimulo la influencia cinematográfica de cineastas como Sidney Lumet, William Friedkin o Martin Scorsese en su visión de una Nueva York sucia y decadente, dando lo mejor de su narrativa no solo en las vistosas escenas de acción, sino en originales formas de visualizar los sentidos sobrehumanos del invidente protagonista durante las mismas.
Ese primer arco culmina a su vez con otro giro que suena a conocido pero que de nuevo es encauzado por otros territorios. Con su papel como héroe comprometido y sumido en una profunda crisis personal Matt renuncia a su identidad como Daredevil, aunque no a seguir ejerciendo como justiciero. Una situación que previamente tocaron guionistas como Ann Nocenti pero que Zdasky examina desde otro ángulo: el del vacío que deja la ausencia de Daredevil y como el ecosistema criminal reacciona. Así, mientras Matt se considera incapaz de encarnar su propio legado (recuperando el improvisado traje negro que Miller y John Romita Jr. añadieron al origen del personaje en la miniserie El Hombre sin Miedo) comienzan a aparecen imitadores que buscan suplir la figura del diablo guardián con métodos más que cuestionables. Pero también nuevos depredadores que planean hacerse con el crimen de la zona ante las narices de un Kingpin obligado a respetar la ley debido a su nueva posición. Este planteamiento permite a Zdarsky añadir personajes de su propia cosecha como el ya citado detective North, la arribista pareja formada por los hermanos Una y Quinn Stromwyn y sus planes de controlar el crimen organizado o Mindy Libris, nuevo interés amoroso de Murdock. Con esta última el guionista recupera asimismo otro de los elementos definitorios del protagonista: las relaciones sentimentales potencialmente trágicas, dándole un cariz insólito debido a los lazos familiares de la nueva amante de Murdock con el mundo del hampa.
El tándem formado por Zdarsky y Checchetto funciona como una maquina perfectamente engrasada suplida eficazmente en algunos números por la aportación gráfica de invitados como Jorge Fornes, tomándose su tiempo para ir disponiendo sobre el tablero piezas tanto recientes como clásicas. Y de entre estas última sobresale la reaparición de una Elektra cuya relevancia en la serie no se repetía desde su creación a manos de Frank Miller. Desde su resurrección (en todos los sentidos del término) a mediados de los noventa, la letal amante de Daredevil había ido cruzando intermitentemente su camino con el de su ex pero dichas apariciones se antojaban poco menos que trucos narrativos para sacudir la trama cuando no simples guiños nostálgicos. Zdarsky opta sin embargo por retomar al personaje y su relación con el justiciero con todas sus consecuencias, recuperando de paso la ambigüedad moral de una Elektra con sus propios y no precisamente desinteresados planes. Planes que, si hacemos caso a los avances sobre futuros números que llegan desde USA, implican ir más allá de convertir a la asesina ninja en un simple interés romántico.
La rectitud del detective North, las intrigas de un Wilson Fisk para mantener su estatus como señor del crimen sin empañar su imagen pública, el renovado interés insuflado a personajes como el Búho o Cabeza de Martillo… más allá de Matt y su peculiar viacrucis en busca de la gracia perdida que le permita volver a ser digno de su uniforme, la serie consigue dotar de chispa a todo su reparto. Buena prueba de ello reside en el reciente especial donde el guionista se permite el lujo de coger una de las ocurrencias más controvertidas de la etapa de Soule (el “falso gemelo” de Daredevil convertido en real por los Inhumanos) para darle una enjundia de la que carecía. Ideal tanto para los acérrimos del personaje como para neófitos que busquen un punto de entrada, la etapa firmada por Zdarsky y Checchetto no solo no decae en el inicio de su tercer año, sino que augura que la insólitamente larga racha iniciada por el personaje desde aquel ya lejano #1 que inauguró el sello Marvel Knights aun tiene cuerda para rato.
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