Superman: Identidad Secreta ¿Es un pájaro?, ¿Es un avión? Es… Clark Kent
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Aunque muchos fans quieran negarlo, todo comenzó con Superman. Muchos lo tachan de soso, dicen que el hecho de tener todos los poderes imaginables hace muy complicado para los autores que se han encargado del personaje crear historias verdaderamente memorables, pero creo que se equivocan. Muchos son los títulos recomendables protagonizados por el último hijo de Krypton: All-Star Superman, Hijo Rojo, Superman: El Hombre de Acero, Origen Secreto... y siempre que repaso mi lista de indispensables, de cara a una futura relectura, incluyo este Identidad Secreta en ella. Lo que Kurt Busiek y Stuart Immonen consiguen en las cuatro entregas de que consta el tomo es rendir homenaje al personaje con el que muchos nos hemos criado, eligiendo precisamente a un joven llamado Clark Kent, que siempre es objeto de mofa por parte de familiares y compañeros de clase, porque se llama igual que el personaje de cómic. El hecho de que Clark sea consciente de que existe un personaje de ficción llamado Superman con el que comparte el nombre de su identidad secreta es una inteligente premisa, que explota conforme avanza la trama y descubrimos al mismo tiempo que Clark que puede que comparta con el héroe del cómic algo más que el nombre.
Publicada por vez primera a principios de 2004, Identidad Secreta explora a fondo la premisa de héroes en un mundo real que otros autores como Mark Millar han popularizado con obras como Kick-Ass, sólo que en esta ocasión, nuestro protagonista va a descubrir que puede volar y que muy probablemente tenga también el resto de poderes de su tocayo superheróico. El primero de los cuatro números que componen la miniserie, ahora recuperada en formato tapa dura, se centra en los años de juventud de Clark, en su día a día como Clark Kent y en lo que supone Superman para él, para cerrar esta primera entrega descubriendo el potencial de sus poderes y, sobre todo, qué piensa hacer con ellos. Luego conocerá a Lois Chaudhari (impagable el momento “Clark, te presento a Lois”), con quien irremediablemente iniciará una relación sentimental. Sin desvelar demasiado, decir que Busiek aprovecha que se trata de un cómic enclavado en el sello Otros Mundos, para llevar la historia más allá de lo habitual y explorar incluso el tema de la descendencia del Hombre de Acero, un tema tabú hasta hace bien poco, que aquí tiene un gigantesco peso en la trama.
La otra mitad de mi cariño por esta historia tiene nombre propio, y es el de Stuart Immonen. El artista plasma muy bien el tono que la vida real debe tener en un cómic, apoyado por tonos pálidos y apagados, frente a los coloridos fondos que habitualmente acompañan a las viñetas y, de igual forma, coloca a Clark en enorme paisajes, empequeñeciendo al principio al joven frente al mundo que le rodea y haciendo que las tornas cambien progresivamente, tanto en el color de la obra como en la perspectiva con la que Clark observe el mundo según avanza la historia. Una obra redonda, que aguanta bien el paso del tiempo y las múltiples relecturas, y que supone el regalo perfecto para esa persona que siempre te dice que “no le gusta mucho Superman”.
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